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158. Escombros

Publicado el 04 agosto 2022 por Cabronidas @CabronidasXXI

    Doble V, allá por el 2006, traían mil millones de maneras de morir y solo una de vivir. Aunque yo creo que hay tantas maneras de vivir como gente campando por el planeta.

    Algunos de esos habitantes, estén donde estén y como yo, puede que guarden en algún lugar privado de la memoria ese lugar o persona que deja en ti una huella indeleble.

    En mi caso, fue uno de esos antros que la gente de corrección política señala con el dedo. Esa clase de garito que abre por la tarde y baja la persiana a altas horas de la noche, cuya clientela, para votantes concienciados y gentes de bien, son lo peor de cada casa. 

   Más que un bar, centro de reunión y foro cultural, aquel sitio fue nuestro segundo hogar, en el que bebíamos mientras la música, esa que te haría vomitar, a tus hijos pequeños llorar, y a tus abuelos matar de un infarto, atronaba. 

    Nos sentíamos integrados y que formábamos parte de algo. O mejor dicho, parte de algo que nos llenaba de alguna forma. Porque el mundo que nos había tocado vivir, ese de allí afuera que más o menos es igual para todos —para todos los que tenemos algún sitio donde caer muertos—, nos resultaba una puta broma, la más de las veces, decepcionante.  

    Sensación que aún dura y con toda probabilidad jamás podré quitarme de encima. Pero ni falta que hace; lo llevo bien.

    Fueron pasando los años; aquel sitio me vio crecer y aprendí. Allí, entre la ebriedad, el humo del polen y la distorsión, se crearon las más insólitas comuniones y los lazos más insospechados, aún hoy anudados.

    Pero nada permanece y el camino que toca seguir es siempre hacia delante. Aquel pequeño local fue derruido y cuando vuelve la nostalgia, solo queda sonreír por los buenos tiempos, pese a que una parte de mí que tenía muy adentro, quedó ahí atrás para siempre, entre los escombros. 


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