Autor: Blogracho
A veces creemos que porque somos personas corrientes, nuestra opinión no tiene ni vos ni voto en esta sociedad. Que temas como la fecundación in vitro, madres subrogadas y adopciones por parte de familias homosexuales, son argumentos que deben afrontar solo el papa, los ricos, los famosos y los gay.
Nos olvidamos que los ricos, los famosos, los homosexuales y hasta el mismo papa son gente común; humanos como cualquier otro humano que para vivir necesitan respirar, beber, dormir y defecar - al igual que nosotros y como nosotros - y que ni ellos ni nosotros podemos vivir como se nos da la gana.
Nos olvidamos que tenemos el derecho de vivir en un mundo intelectualmente honesto - moralmente honesto - lo que significa que si queremos que el mundo cambie tenemos que empezar ese cambio por nosotros mismos; que habrán cosas que nos gustaría hacer y que probablemente podríamos hacer para satisfacer nuestros deseos, pero que al no ser moralmente honestas porque no contribuyen positivamente a solidificar los cimientos de la familia, no deberíamos hacerlas.
Y en pos de esa honestidad moral e intelectual me pregunto qué es lo correcto para el hombre, para su bienestar y el de la sociedad y antes los ojos de Dios. Qué tengo que responder a mis hijos si me preguntan si los niños concebidos con fecundación in vitro son de plástico, y si es justo que dos personas de igual sexo se amen y si una familia homosexual tiene derecho a tener hijos...
Le diría que esos niños no son de plástico, como tampoco lo fue Jesús - el primer ser concebido en un vientre subrogado. Que la ciencia se ha demorado solo dos mil años en descubrir la inseminación artificial, pero que si Dios con toda su omnipotencia se sirvió del vientre de una mujer para tener a su hijo, quizás el mensaje que nos quiso dar fue que bien vengan los avances científicos que donan la vida.
Qué si dos personas del mismo sexo se pueden amar, pienso que sí. Si el amor nace entre dos personas de forma natural, sin químicos ni conservantes, quién es el hombre para oponerse.
Si es justo que dos personas del mismo sexo tengan hijos, le diría que si la naturaleza no lo ha hecho posible ni la ciencia tampoco ¿por qué hacerlo? Y si hasta el mismo Dios con toda su sabiduría renunció a crecer Él mismo a su hijo y lo puso en el seno de una familia compuesta por una madre y un padre aunque no biológico, si Él siendo espíritu quiso que su hijo creciera contemplando la figura carnal materna en una mujer y paterna en un hombre, si el mismo Dios con todo su poder e supremacía renunció a criar solo a su hijo para hacerlo crecer en una familia clásica donde el hombre es cabeza y la mujer el cerebro, (broma feminista aparte) quizás ese el patrón de familia que Dios quiere que exista en este mundo.
Los italianos Domenico Dolce y Stefano Gabbana comentaron durante una entrevista con la revista italiana Panorama -http://www.jornada.unam.mx/2015/03/16/espectaculos/a13n2esp