Al ser mamá, adquieres algunas costumbres que quedan en tu ser por el solo hecho de repetirla en infinitas ocasiones. Llega un momento en el que pierdes la noción de cómo hacías las cosas antes de que llegaran los pequeños de la familia. Tus hijos crecen, vas a la oficina, sales a cenar con amigas, pero igual te quedan indicios claros de que eres mamá:
- Sirvo la mitad del vaso a todos los que me piden, a ver si vuelcan.
- Corto la comida bien chiquita cuando sirvo.
- No me visto mucho de blanco, por si me ensucian sin querer.
- Uso carteras grandes para llevar todo lo que necesito.
- Puedo tener una uña sin pintar y notarlo en el semáforo.
- El paraguas es uno pequeño y con dibujos de superhéroes.
- Adoro las salidas sin niños, por lo menos una vez al mes.
- Sé qué guardia médica atiende mejor según cada día de la semana y el horario.
- En mi cartera tengo galletitas, caramelos y toallas húmedas.
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