Alguna vez todas hemos recurrido a los buscadores y tecleado eso de ” canciones para una boda ” y todos sus derivados: canciones para el brindis, para el vídeo de la boda, para el baile…
La mayoría de las parejas tienen su canción pero es cierto que cuando se trata de poner banda sonora a 24 horas llenas de momentos para recordar la tarea de encontrar las canciones adecuadas se complica, sobre todo si queréis huir de las canciones de boda, de las que salen en todos los listados y de las que suenan en todas las bodas porque toca.
Alguna vez todos hemos hecho listados de posibles canciones y muchos de ellos han acabado olvidados y perdidos en algún cajón o en una carpeta dentro de otra carpeta que a su vez está en otra carpeta en el ordenador. Hoy he encontrado una de esas carpetas, uno de esos listado, una de esas selecciones de canciones de no boda que sorprenden al DJ y al todo al que se la enseñas pero que añaden mucha más personalidad a tu gran día y he pensado “¿por qué no compartirla?” “¿por qué no escucharla?”.
Y aquí estoy, tarareando la primera de la lista mientras escribo esto que he titulado
18 canciones de no boda
que se pueden colar en la tuya
Gente Feliz de Pablo Moro es una de esas canciones que cuando la escuchas se te mete dentro. Es triste, como la mayoría de las buenas canciones pero es bestial.
Por eso de Lagarto Amarillo es esa canción que mi marido y yo voceamos a dúo en el coche cuando suena en el CD. Por eso es, en resumen, la definición de equipo y es que ya lo dice “cuando se juntan dos ríos se hace fuerte la corriente”. Por eso es una declaración en toda regla huyendo de frases cursis y hechas.
Soñar Contigo de Zenet la escuche por primera en vez viendo un vídeo de un preboda urbano. La música y las imágenes encajaban a la perfección. Tan perfecta era la unión que todas las que vimos aquel vídeo quisimos ser protagonistas. Meses después fue banda sonora de un anuncio de perfume pero eso no le quito encanto.
Marry You estaba de moda en el 2012. Llenaba los flashmobs, los vídeos de boda y sonaba en la radio a todas horas. El mundo cayó rendido a esa canción sencilla pero pegadiza y yo no iba a ser menos.
Tonterías de Luis Ramiro sonó en mi boda. Fue la última canción del baile, fue aquella canción que la mayoría de los invitados no conocían y que mi ya marido y yo nos cantamos mirándonos frente a frente. Tonterías es mucho más que una canción, es un manifiesto. Tonterías es nuestro manifiesto de matrimonio perfecto porque nosotros, lo que no queremos pase el tiempo que pase, es acabar en el cine los domingos muertos.
El rockandroll de los idiotas de Joaquín Sabina es una de esas canciones por las que no pasa el tiempo, quizás porque todos somos idiotas (unas veces más y otras menos) y todos queremos vivir la vida con un rockanroll. O quizás no. Quién sabe. Y sí, también se coló en mi boda, fue la coprotagonista de nuestro primer baile.
Eso de Saber de Revolver es una de las mayores declaración de amor. Las personas se casan para toda la vida y eso de saber que cada arruga de mi piel es cosa tuya es todo un planazo a largo plazo.
A la orilla de la chimenea es la mejor canción de amor que se ha escrito nunca. Y no hay más que añadir.
Salitre, de Quique González es esa canción para darle este toque cañero sin perder bonitismo a cualquier momento.
Never Gonna Be Alone de Nicckelback es otra de las canciones que sonaron en el 2012 hasta que todo el mundo se la aprendió de memoria. Imposible no sucumbir a ella, imposible no sonreír al escucharla aunque fuera en el hilo musical del trabajo.
Con un canto en los dientes de Tontxu es genial. GENIAL en mayúsculas. Debemos darnos con un canto en los dientes muchas veces a lo largo de nuestra vida pero sobre todo en nuestra boda, darnos con un canto en los dientes por la felicidad, por los nuestros, por la felicidad en mayúsculas. Porque a veces se nos olvida y entonces le damos al play y Tontsu nos lo recuerda.
Te quiero igual, lo dice Andrés Calamaro y no hay discusión posible. Te quiero igual porque es como hay que querer.
Por verte sonreír, de La Fuga lo dice todo en su título. Todo vale, todo merece la pena, todo compensa… Todo por verte sonreír. Por vernos sonreír.
No puedo vivir sin ti de Los Ronaldos es mucho más que un canción que sonó en un anuncio, aunque mucha gente la conociera a raíz de él. No puedo vivir sin ti es esa canción que cuando suena en mi mente aparece un corte de tarta. ¿Por qué? No lo sé, pero ocurre.
Algo Contigo de Calamaro es una de mis debilidades, de las grandes. Una de esas canciones que me sacan una sonrisa enorme y la banda sonora de los preparativos de mi boda. Un poema, un saco lleno de verdades… Algo Contigo es mucho más que una canción.
Me enamoré de Georgina es, a simple oído, una de esas canciones tontas que canturrear un domingo por la tarde con un batido de vainilla en la mano pero luego la vuelves a escuchar sin canturrear por encima de ella y te das cuenta de que tu también te enamoraste de un tío con defectos que es perfecto.
Aunque tú no lo sepas. ¿Qué se puede añadir a esta canción? Nada. Absolutamente nada. Sólo se puede escuchar y dejarse llevar.