Revista Deportes

180.- Jugadores del Real Madrid: ¿cobardes, mudos o simplemente dioses ajenos a la sociedad?

Publicado el 14 mayo 2012 por Javiersoriaj

Hoy el Real Madrid celebraba el título de liga. Entre otros lugares, acudía a la Puerta del Sol, que presentaba un aspecto limpio y saludable, sano y sin presencia de “indeseables”. Los equipos de limpieza (del Selur y de la policía) habían hecho magníficamente su trabajo y la emblemática plaza no tenía presencias que podrían haber oscurecido el brillo de la copa. Los jugadores, directivos y demás podían disfrutar de la victoria sin la presencia de chusma que pudiese deslucir la alegría. Porque, ¿qué es eso de estar reivindicando que se acabe con las políticas de ajuste, que se responsabilice de la crisis a sus responsables y no se cargue en las espaldas de la gente de la calle, de pedir una democracia más real, una economía más justa, una sociedad más solidaria, una clase política menos corrupta, menos lacaya del capital y representando los intereses del pueblo que los elige…. en comparación con la magnificencia de un título conseguido con más de 100 puntos?
Por cierto, agradecería que los jugadores del Real Madrid, mi equipo, del que me alegro cada vez que gana, que dado que son trabajadores privilegiados y tienen una gran capacidad de influencia, se mojaran y reivindicasen lo que buena parte de sus seguidores piden? ¿qué repercusión tendría que alguno de esos ídolos plantease la necesidad de una sociedad mejor? ¿ningún jugador de la plantilla es capaz de dar la cara por la gente? ¿no hay ninguno de estos privilegiados que recuerde sus momentos en otras circunstancias?
Ser futbolista del Madrid es un privilegio al alcance de muy pocos. Unos pocos de ellos son superprivilegiados por el status económico y social obtenido. Pero todos ellos son, o bien demasiado cobardes, o mudos, o se han endiosado demasiado. No deberían olvidar que alguna vez, la enorme mayoría de ellos también fueron pueblo, antes de subir al Olimpo de los dioses.
A veces, lo que representan podría trasladarse a las preocupaciones de quienes les siguen, les adoran… y les pagan.
¡Hablad, malditos!


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