Ahora que estamos a punto de finalizar 2016, ahora que en el hemisferio norte estamos en pleno invierno, es un buen momento para contar una historia que ocurrió hace justamente 200 años.
Cartel de la película Remando al Viento.
El 1816 es conocido como el año sin verano. Aquel período de tiempo fue catastrófico para millones de personas, pero recordado por la climatología, la historia, la literatura, la pintura y la música. Los ecos de aquel año resuenan aún hoy en día en la película Remando al Viento (1988) cuya acción nos sitúa en 1816 y nos muestra en la primera parte las inclemencias de aquel verano que nunca llegó y como influyó esto en las vidas de los protagonistas y en la historia de la literatura universal; del mismo modo que el grupo estadounidense Rasputina lanza en 2007 la canción 1816, the year without a summer, un espléndido resumen de lo ocurrido.Dicen que en las épocas de crisis se agudiza el ingenio y que en mitad de las situaciones más adversas florece el arte, pero esto nunca ha sido tan cierto como en 1816, el año que no tuvo verano. De cómo se crearon varios mitos del arte en ese año hablaremos en la tercera y cuarta parte, ahora hablemos de historia y climatología. En aquella época la actividad solar había disminuido y unas extrañas manchas habían aparecido en el astro rey del firmamento. Para casi todos los científicos este hecho se convirtió en el culpable de las bajas temperaturas de aquel año, puestos a buscar culpables, hasta el genial Benjamin Franklin se convirtió en sospechoso por haber estado, unos años antes, haciendo experimentos con la electricidad y corriendo con una cometa de aquí para allá alterando, según ellos, las corrientes atmosféricas, precisamente Franklin que fue el primero que habló de estudiar con toda seriedad el clima terrestre. Las teorías de los científicos de la época resultaron ser falsas, pero eso no lo supimos hasta mucho tiempo después. Hacia el año 1300 se inicia lo que los especialistas llaman Pequeña Edad de Hielo que duró hasta 1850, con temperaturas medias más bajas y fríos severos más frecuentes de lo normal. Por lo que 1816 se enmarca dentro de esa Pequeña Edad de Hielo pero además, en esta década, se registra una baja actividad magnética del Sol, conocida como el Mínimo de Dalton. Sin embargo, hicieron falta más acontecimientos para que 1816 se quedara sin verano. La verdadera historia comienza un año antes. Dos erupciones volcánicas, la del San Vicente (Caribe, 1812) y la del Mayón (Filipinas, 1814) prepararon el camino. Cuando la atmósfera empezaba a librarse de los gases y partículas expulsadas por el primero de los volcanes, estalló el segundo y de este no le dio tiempo a reponerse pues, el verdadero culpable del frío que azotaría una buena parte de la Tierra, el volcán Tambora, entró en erupción en Indonesia al año siguiente. Nadie sospechó de él en la época, pero lo acontecido en la isla de Sumbawa cambió el clima de todo el hemisferio norte del planeta.Una de las playas de la isla de Sumbawa en Indonesia.
El 5 de abril de 1815 se oyó un gran estruendo en la isla de Java que fue confundido con cañonazos. En Yogyakarta el gobernador, Sir Stamford Raffles, envió dos barcos de guerra para reconocimiento y auxilio, pero regresaron sin atisbar ningún ataque. No supieron que el volcán Tambora había estallado. El 10 de abril tuvo lugar la segunda erupción que arrasó la isla de Sumbawa y provocó decenas de miles de muertos. Fue 8 veces más potente que la del Vesubio que destruyó Pompeya, y alcanzó el grado 7 sobre 8 del Índice de Explosividad Volcánica. La mayor erupción vista por el hombre. El Tambora que medía 4.300 metros de altura antes de la explosión se había quedado en 2.850. El material perdido ascendió en forma de columna de humo y ceniza de más de 40 km de alto alcanzando la estratosfera y bloqueando la luz solar en un radio de 600 km durante dos días. Se produjeron maremotos y contaminación de las aguas. En octubre aún había islas flotantes de piedra pómez. Después de esto se perdieron las cosechas produciendo un periodo de hambrunas en Indonesia y propagación de enfermedades derivadas de la catástrofe que aumentaron la mortandad directa de la erupción en unas 50.000 personas. Los aerosoles de sulfato retenidos en la estratosfera en latitudes tropicales pueden permanecer allí durante unos dos años. Estas partículas reflejan los rayos solares, oscurecen la atmósfera e impiden que la superficie de la tierra se caliente. Los vientos barrieron las cenizas extendiéndolas por todo el planeta lo que provocó un cambio en el patrón de la circulación atmosférica y las borrascas se desplazaron más al sur de lo normal. La gran cantidad de azufre, el debilitamiento de los rayos solares, el enfriamiento del aire, de la tierra y de los mares provocó que las temperaturas disminuyeran aún más, llegando a su culmen en el que debería haber sido el verano de 1816 y que nunca llegó. En los anillos de crecimiento de los robles europeos se constata que este año fue el segundo más frío desde 1400. Los veranos de 1817 y 1818 también fueron más fríos de lo corriente.Mapa de Sumbawa con el volcán Tambora señalado.
Fueron necesarios más de cien años para que alguien, el climatólogo William J. Humpheys, descubriera que la gran cantidad de ceniza suspendida en la atmósfera había creado un velo alrededor de todo el planeta que reflejaba la luz del sol produciendo un cambio climático.Asimismo tuvo que transcurrir otro siglo más para que, en 2004, los arqueólogos descubrieran en Tambora una ciudad, a la que se conoce como la Pompeya del Este, enterrada en cenizas que se conserva como si el tiempo se hubiera detenido en el año 1815.Las consecuencias de la erupción de aquellos tres volcanes de la zona tropical, sobre todo, del Tambora, fueron nefastas a nivel ambiental, social, sanitario y económico.Como hemos visto, la tragedia azotó lo que hoy conocemos como Indonesia. Pero los efectos del estallido del Tambora llegaron también a China donde se perdió la producción de arroz provocando una hambruna. En la India las fuertes lluvias propagaron el cólera que a lo largo del siglo se extendería por Europa matando a millones de personas. Los efectos de la erupción volcánica tardaron unos meses en llegar a Europa y Norteamérica.