Las llamadas becerradas de noveles -aunque muchos no lo fueran tanto- reunían, en ocasiones, más gente en el ruedo que en los tendidos. Este paseillo abigarrado convirtió la plaza en una curiosa pasarela sobre la que los futuros diestros exhibieron una clamorosa mezcolanza de «modelos» e indumentarias de verano-otoño-primavera con ligeros toques invernales. Al fondo, la uniformidad de los directores de lidia del ilusionado asunto: Pepe Meruelo, Bernardo Clavel, Ramón Llano y Manolo Arce
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