Alfredo Domingo Obberti, o simplemente "el Mono", nació el 12 de Agosto de 1945 en la Capital Federal. Futbolisticamente se inició en Huracán, donde debutó en 1962, pero nunca se consolidó, pasó por Los Andes, Gremio de Porto Alegre y Newell´s Old Boys. Obberti siempre será recordado por la "Patria Sabalera" porque convirtió el gol que significó el ascenso del "Negro" a Primera División en 1965; fue en Villa Crespo, cancha de Atlanta, frente a Deportivo Español a los 38 minutos del primer tiempo.
Pasados tres años y pocas -casi nulas- apariciones en el equipo inicial, el Globo lo cedió a préstamo por todo 1965 y sin opción a Colón. “Hice un golazo en el primer partido y cuando iba al descanso me para “Pepe” Etchegoyen, el entrenador, y me dice: “¿Cómo lo dejaron ir?, usted es demasiado jugador para este torneo. Tenía 19 años y me fui sólo a Santa Fe. Pero lo fundamental era ascender a primera y lo conseguimos", argumentó.
Osvaldo Ardizzone, periodista de El Gráfico, lo definía: “Sabe usar esos veinte o treinta metros para escaparle a los marcadores centrales. Conlleva la frialdad del goleador y cuando entra al área tiene una inmutable serenidad, siempre con la cabeza arriba adivinando los movimientos del arquero. Por eso cuando se decide a definir es casi infalible”.
De vuelta en Parque Patricios, se proclamó goleador del equipo en el campeonato de 1966 y 1967. Pero la relación con la hinchada no era la mejor y rumbeó para el sur del gran Buenos Aires: faltando unos días para cerrar el libro de pases, llegó a Los Andes.
La odisea duró un año. Volvió a su club de origen y un desgarro lo alejó de los primeros planos. Cuando terminó el Metropolitano, realizó una gira por Europa con Racing. No tuvo mayores oportunidades: estaban cárdenas, Machado y Salomone.
Finalmente llegó a Rosario. Con un pase en el medio a Gremio de Porto Alegre. Con Newell´s logró el campeonato del Torneo Metropolitano de 1974, el primero título de la historia para los hinchas leproso. En 1971 se convirtió en goleador del Torneo Nacional con 10 goles junto a otro jugador que vestiría la camiseta de Colón, José Artemio Luñiz que por entonces vestía la casaca de Juventud Antoniana de Salta.
Con los Sabaleros marcó 13 goles en 24 partidos, pocos partidos para un jugador que se convirtió en ídolo indiscutible.
Fuente: El Gráfico.