Revista Cultura y Ocio
No sé si habrá sido un error demorar tanto esta reseña. Lo malo es que no tengo tan fresca la historia, pero lo bueno es que creo que he reflexionado lo suficiente como para hacerla, porque el libro, otra cosa no, pero hace reflexionar.
Lo cogí con ganas, pero hasta aproximadamente la mitad del libro no supe bien si me estaba gustando. El caso es que había que seguir leyendo, y lo hice, entonces lo comprendí todo, até cabos e incluso, encontré mucha similitud con la sociedad en la que vivimos.
No sé ahora mismo en qué blog exactamente, pero leí una reseña en la que se hacía referencia a la definición como distopía de este libro, porque aunque para el que lo leyó en la época que salió (1949), se tratase de un libro futurístico, para nosotros que lo leemos pasada la fecha en la que está situada la acción del libro, se trataría de una "ucronía", y lo pongo entre comillas porque lo que sucede en el libro no creo que esté tan alejado de la realidad de nuestros días.
Como ya muchos conoceréis la trama del libro, comentaré solo algunos aspectos a destacar, y similitudes con nuestra realidad. La sociedad que nos pinta el autor nos puede parecer muy alejada de la nuestra, cruel, y poco probable, pero me ha dado la sensación de que no está tan alejada de la realidad, tan solo algo exagerada.
En el libro aparece como figura política y partido único el llamado Gran Hermano, el ojo que todo lo ve. La sociedad está vigilada por todos lados. No hay nada que no sepan. En el libro aparecen unas pantallas que están por todos sitios, las cuales tienen cámaras que te vigilan. En la actualidad, bueno, hay cámaras por las calles -cada vez más-, y también está el famoso escándalo de espionaje que nos hacía EE.UU. -aunque también a más países-, y más cosas que no sabremos. El partido en cuestión -hablamos del libro- se encarga, como he dicho, de controlar a la población, pero no a toda. Hay una parte -los pobres- a los que consideran gente sin peligro ya que los consideran sin la inteligencia suficiente como para darse cuenta de lo que pasa, y les dejan hacer.
También el autor nos muestra una sociedad en guerra permanente, porque según el lema del partido: La guerra es la paz. Con esto los que mandan buscan que la población que controlan no se subleve, ya que tienen otro "enemigo" contra el que mostrar su rabia. En la actualidad sucede algo parecido, ya que nos dicen que tal y cual guerra es para ayudar a que llegue la paz en los territorios en conflicto. ¿Pero desde cuando la guerra permanente se puede considerar paz? Luego claro, están estos grupos rebeldes, o terrorista, o miembros de la Yihad, que se financian no se sabe como (o sí) y que consiguen armas fabricadas en los países occidentales, todo muy sospechoso. Yo siempre he pensado que las guerras son promovidas por motivos económicos, sin más.
En esta sociedad Orweliana -situada en Londres- existen cuatro ministerios (todos muy paradójicos):
-El ministerio del amor: que se encarga de hacer valer la ley (osea, de reprimir, torturar y reeducar para que el individuo sienta amor ciego por el partido).
-El ministerio de la paz: que se encarga, "evidentemente", de la guerra. De mantener la guerra con otros países y así, como dije, evitarla internamente.
-El ministerio de la abundancia: encargado de la economía. "Repartiendo" de tal forma el dinero, que todo el mundo esté al borde de la pobreza y así evitar que se preocupen de otra cosa que no sea que se van a llevar a la boca el día siguiente (no sea que piensen más de la cuenta).
-El ministerio de la verdad: se encarga de crear la realidad en la que viven. Cambian la historia a su gusto -literalmente-, controlando los medios de comunicación y modificando toda información de épocas pasadas, al gusto.
En la actualidad -por comparar- tenemos a policías "al servicio de la ciudadanía", que te ayudan cuando tienes un problema y que hacen que vivas más seguro/a, pero claro, también pueden ser utilizados en tu contra: por ejemplo en manifestaciones o desahucios. También tenemos la justicia (justa para algunos y para otros no, depende de quien seas, porque es más que evidente que no es igual para todos). Y tenemos los medios de comunicación: la televisión publica es del gobierno (los canales autonómicos son del partido que gobierne en esa comunidad), y la privada de unas pocas empresas. ¿Cómo saber si lo que nos cuentan en las noticias es verdad?, pues de ninguna manera. Dependiendo de los intereses de la empresa en cuestión, salen unas noticias u otras.
Por último hablaré de la neolengua, idioma que es utilizado en esta sociedad ficticia. No es más que la lengua actual pero modificada de tal forma que hay palabras acortadas, otros -las que no convienen al partido- eliminadas, y muchas cambiadas en su significado. Con esto intentan controlar los sentimientos de la población -de manera que no se puedan expresar bien-. También hay palabras prohibidas. Esta neolengua es comparada con lo que hoy llamamos "lenguaje políticamente correcto". Que no es más que decir las cosas de tal manera que no suenen como lo que son, que sea todo más suave, haciendo que la gente se conforme con ciertas situaciones por falta de entendimiento. Se utiliza mucho en la política en nuestros días, porque nos tratan como tontos. Como la frase "favorita" de rajoy -por poner un ejemplo-, "crecimiento negativo", ¿eso qué es? Es una forma de no mencionar la palabra atraso, deuda, déficit, o cualquier palabra negativa que nos haga ponernos en alerta, porque cada vez que hablan ciertos políticos, solo escuchamos "blah blah blah". Es como si en un exámen el profesor te dice que has sacado un diez menos ocho, en vez de un dos. ¿A que lo primero suena mejor?, pero el resultado es el mismo. No sé si me explico. También el uso de eufemismos es una forma de modificar el lenguaje.
Veo que la entrada se me ha salido un poco de madre, a sí que paro ya, xD. Espero que se haya entendido la idea del libro y lo poco alejados que estamos de esa sociedad que nos narra Orwell. Ni falta hace decir que es un libro necesario. De obligada lectura. Luego te podrá gustar o no.
Por cierto, vi que había película, y no creo que tarde mucho en verla. Me apetece redescubrir lo que nos cuenta Orwell de una forma más visual.
224 páginas// George Orwell// Sinopsis