Con unas pocas horas de antelación, les dejo aquí el trabajo de esta semana. Decirles que en el momento de publicación habitual, estaré jugando al tenis en Barcelona. Adelantarles, que este artículo supondrá el programa de estreno de nuestro programa de radio. La fecha y hora de emisión dentro de la próxima semana, aún es un misterio incluso para mí.
¡Hoy por fin nos quitamos las cadenas! Sí, confirmado: repetimos artista. Y como no podría ser de otra manera, volvemos por donde empezamos, con mi grupo favorito de todos los tiempos: The Cure. Creo recordar que allá en nuestros comienzos, abordamos la revisión de su primera obra de tintes oscuros, el disco “Seventeen Seconds” de 1980. Para hoy, la propuesta es sustancialmente diferente.
Viajamos atrás en el tiempo 24 años para llegar a 1985 o mejor dicho, damos un salto de 5 años adelante desde nuestra anterior parada en la vida de la banda de Robert Smith, allá por junio del año pasado. Igual que “Seventeen Seconds” fue un disco clave en la historia de The Cure, la obra que hemos seleccionado para hoy no deja de ser menos importante en el devenir de esta mítica banda británica.
En los años previos al lanzamiento de este disco, el grupo había sufrido convulsiones de todo tipo. Véanse por ejemplo altas y bajas en la formación, separación temporal, problemas graves de salud de Robert Smith, trifulcas serias entre los componentes de la banda que provocarían esas idas y venidas, colaboraciones externas a The Cure por parte de Robert etc.
Tras el estallido y catarsis musical que supuso el monumental “Pornography” de 1982, el trío que por entonces era The Cure, se vio reducido a un dúo formado por el batería Lol Tolhurst y Robert Smith. El motivo fue la marcha de la banda por parte del bajista Simon Gallup, tras haber llegado a las manos con Robert Smith en mitad de la gira de su disco más destructivo de todos los tiempos. Aquí se apunta otro detalle triste, al menos desde mi punto de vista, que no es otro que el inicio del declive personal y musical de Tolhurst. Este miembro fundador de la banda, abandonaría la batería para dedicarse a los teclados.
Curiosamente, y tras unos meses en los que nada se sabía de The Cure, el grupo volvió con la edición de sus sencillos más exitosos desde aquel “Boys don't cry” de 3 años atrás. Canciones como “Let's go to bed” y sobre todo “The walk” y “The lovecats”, pusieron a The Cure nuevamente en el primer plano de la música mundial. Incluso el single de adelanto del disco “The Top”, “The caterpillar”, también sonó amable a los oídos de la crítica, cosa que no hizo a la postre el lp en el que se incluiría. Jamás he entendido ese aquelarre (compartido incluso por Robert Smith) contra esa obra.
Para la grabación de aquel disco además de Smith y Tolhurst, también estaban dentro Porl Thompson (miembro antiguo de Easy Cure) encargándose de la guitarra, saxo y teclados, Andy Anderson a las baquetas y Phil Thornalley a las líneas de bajo. Sin embargo, en 1985 se afrontaría la revolución total en la formación con las salidas de Phil y Andy, la entrada de Boris Williams a la batería y el regreso contra todo pronóstico al redil de Simon Gallup tras haber hecho las paces con Robert Smith.
“The Head On The Door” sería el álbum que confirmaría que Robert Smith se había centrado definitivamente. Dejaría de lado casi todos los excesos, menos el alcohol, y abandonaría proyectos paralelos como su colaboración con Siouxsie And The Banshees, o su banda paralela The Glove junto a Steve Severin de los Banshees. Todo esto daría como resultado un disco pop bastante variado y con canciones muy acertadas y brillantes. Demos al play y descubramos los regalos que contiene.
“In between days” es el alegre inicio de este sobresaliente lp de The Cure. El vitalismo de la guitarra y las inocentes notas de teclado, hacen de esta canción un momento pop inolvidable dentro de la trayectoria del grupo. En las letras Robert Smith alterna visiones negativas, para superarlas con el mayor vitalismo posible; un evidente signo de cambio en la nueva etapa que abría The Cure: la más exitosa. Partes como “ayer me sentí tan viejo que pensé que podría morir, ayer me sentí tan viejo que me hizo llorar” contrastan con el sonido tan alegre de la melodía creada. “In between days” fue uno de los singles extraídos del disco y de los mayores aciertos que contiene. Seguidamente se da paso a “Kyoto song”. Una pista con un toque más oscuro, adornada por evidentes matices orientales en su sonido. Lentitud y decadencia muy en choque con la pista que abrió “The Head On The Door”. Robert vuelve a hablar de pesadillas, personajes extraños etc. en la letra. Quizás es de las más fácilmente olvidables, lo contrario que sucede al menos en nuestro país con “The blood”. Un evidente guiño aflamencado que no se pasó por alto en el último concierto que dio la banda en la capital de España, al cual acudí el 6 de marzo del pasado año. Llega el turno de la pieza “Six different ways”, una de las canciones más inofensivas y juguetonas de toda la discografía de The Cure. Los teclados son infantilones a más no poder y Robert canta con apuntes exagerados en su entonación, que apoyan este carácter tan amable, el cual hace dudar de que estemos escuchando a la misma banda que grabó “Pornography” unos años atrás. Tras esta canción, cambio de tercio nuevamente; estarán sacando en conclusión que nos encontramos ante un disco de lo más heterogéneo. El giro en el sonido en esta ocasión viene de la mano de “Push”. De las canciones con mejor guitarra de The Cure de todos los tiempos. Larga introducción a cargo de esos riffs de guitarra épicos y heroicos, con algunos coros lejanos tímidamente introducidos por Smith. La melodía vocal y la letra son igualmente excelentes y quizás esta canción sea de las que pueden llegar a emocionar más fácilmente con su sonido.“The baby screams” es una canción que tiene un cierto carácter hipnótico, debido principalmente a la estructura cíclica de la guitarra que tiene. Destaca la intensidad con la que Robert Smith afronta la interpretación vocal de la misma, desgañitándose por completo al micrófono. “Close to me” es el verdadero inmortal de la discografía de The Cure que incluye el disco. Se trató del 2º single extraído de la obra, tras “In between days”. En los tiempos de “Mixed Up” el tema fue revisado, llevándolo a los terrenos del jazz, quitándole gran parte del ritmo y vibración que tiene el original. En lo instrumental destacan los juguetones y amables tecladitos y las palmas percusivas que tanto brío confieren al corte. Inestimable fue el rodaje del clip promocional por parte de Tim Pope, uno de los más recordados de los 80, en el que los miembros de la banda se encuentran hacinados en el interior de un armario al borde de un acantilado, cayendo finalmente el armario al mar. En la letra Robert habla de introspección y de llegar a encontrarse consigo mismo. Llegamos a uno de los momentos clave del disco. “A night like this” es uno de los temas más apreciados por los seguidores clásicos de la banda. Quizás se trate de una canción que esté últimamente algo olvidada, básicamente por su no inclusión en el repertorio de la banda en directo en los últimos años. Hasta comienzos de siglo, en cualquier revisión que se realizara de la banda, solía aparecer como canción destacada de la historia de The Cure. Igualmente dispuso de videoclip, grabado con imágenes ralentizadas, al ritmo marcado por esos graves rasgueos de guitarra eléctrica tan característicos que incluye. Es al fin y al cabo una balada, con un sonido muy romántico y un leve retoque gótico o siniestro. En la letra Robert empieza diciendo “decir adios en una noche como ésta, si es la última cosa que siempre hacemos…” o más tarde “iré a buscarte aunque me lleve toda la noche, en lugar de desear a otra chica”. Una preciosa canción, de carácter maduro y que demuestra que The Cure iban muy en serio. Decirles antes de continuar, que gracias a la informática y SU PUTA MADRE (como diría algún amigo bloguero), he perdido todo el artículo que tenía escrito. Estaba finalizado (sí, muy tristemente) a falta de revisión. Así que disculpen si estoy algo disperso, ya que me cuesta recordar todo lo que había escrito y de qué hablé. Como bien saben, y reza el título del blog, esto es reflexión pura y dura, y no recuerdo todos los recovecos por los que divagué, con lo que esto será lo que es y no lo que pudo ser. En fin, que no recuerdo si había mencionado algo más de “A night like this”. Simplemente cerraré mi discurso sobre la misma, afirmando que se trata de una pieza preciosa muy a tener en cuenta; como suelo decir, una de esas joyas ocultas al margen de recopilatorios, extraviadas en el interior de los discos. “Screw” es quizás el rival más débil de “The Head On The Door”. Es algo pachanguera en su sonido y lo único que me hace algo de gracia es el sonido de la guitarra eléctrica, que me recuerda algo a la que incluye alguna parte de “Discotheque” de U2, que curiosamente asocié a “Screw” al darse la casualidad de que cuando U2 promocionaba el lanzamiento de su exorcizado disco “Pop”, estaba haciéndome con la discografía de The Cure y descubrí esta canción. El final del disco corre a cargo de “Sinking”. Un tema melancólico y el de sonido más oscuro del disco. Destaco en lo instrumental el sonido de los teclados, los cuales confieren a la canción un efecto atmosférico y solemne, suponiendo la aportación más importante de Lol Tolhurst al conjunto de la obra desde sus teclados. También son dignos de mención ciertos punteos de la guitarra eléctrica de regusto subterráneo. Hasta el momento, Robert Smith solía lanzar algunos mensajes personales en las canciones que cerraban los discos de The Cure; no obstante, aquí no lo tengo tan claro, ya que The Cure, lejos de hundirse, estaba trepando a la cima de los grupos más importantes de aquellos días. Tampoco creo que se ajuste a lo personal, ya que Smith había superado sus problemas derivados de su relación de pareja, de la hiperactividad de los meses anteriores y del consumo algo excesivo de drogas. Aquí encontramos el final de una tradición, que era la de cerrar el disco con la canción que lo titulaba. Aspecto que nunca había faltado hasta el anterior trabajo “The Top” (siempre y cuando no consideremos a “Japanese Whispers” disco de estudio). Esta canción provoca que nos quedemos embobados al llegar al final del álbum, debido a la intensidad emocional que tiene tanto Robert a la voz como su melodía.
“The Head On The Door” supuso el final de una etapa y el inicio de otra en la historia de The Cure. Esto se puede ver en varios aspectos. Estructuralmente, su discografía tiene un antes y un después a raíz de este disco, ya que tras su lanzamiento el grupo decidió hacer balance editando su recopilatorio de singles hasta la fecha “Staring At The Sea”. También en el posterior “Join The Dots”, compendio de caras b y rarezas, el primer cd abarca hasta las caras b de los singles del disco hoy revisado. “The Head On The Door” marcará el inicio de los días felices de The Cure.
Efectivamente “The Head On The Door” fue su mayor triunfo hasta la fecha. Gran parte de la culpa la tuvieron los singles “Close to me” e “In between days”, que disfrutaron de una tremenda aceptación derivada principalmente de la difusión de sus clips en la Mtv. Producto de la cosecha de “The Head On The Door”, fue el hinchado reconocimiento del que goza a día de hoy el siguiente disco editado 2 años después allá por 1987 “Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me”. Es justo reconocer que dicho disco fue la confirmación definitiva de The Cure como fenómeno de masas y un grupo con una enorme legión de seguidores en aquellos días. Pero por otro lado, soy de la opinión al igual que Jesús Llorente, autor de la excelente biografía de la banda de la editorial La Máscara, que el disco es algo irregular debido a que en sus 18 canciones hay mucha morralla que sobra como “Shiver and shake” o “Fight”. Quizás si el disco hubiera sido sometido a una criba mayor, reduciendo el número de canciones a las 10 mejores, estaríamos hablando de una obra tan excelente como la que hoy hemos revisado. No obstante, está fuera de toda duda la calidad de canciones como “How beatiful you are”, “The kiss”, “Catch” o “Just like heaven”.
En lo que es la estética del disco, la portada es un diseño abstracto de lo que parece una recreación de la figura del cuadro de Goya “Saturno Devorando A Sus Hijos”, pero retorcida en su imagen y de forma que no se aprecia claramente la figura. Todo ello sobre un fondo oscuro y con las letras del título en un diseño barroco y azul eléctrico. Cuando hablamos en el primer artículo de este blog de “Seventeen Seconds”, pasé por alto mencionar la estética de la banda. En aquellos tiempos de su 2º disco, Robert llevaba el pelo muy corto, de punta y sin un ápice de maquillaje en su rostro, haciendo gala de un cuerpo muy delgadito. En estos tiempos, el volumen corporal de Smith había aumentado, sus ropas eran anchas y su pelo era mucho más largo y cardado. Aunque lo que más diferenciaría a The Cure a estas alturas, es el uso del maquillaje para pintarse los ojos y los labios, buscando darle un enfoque siniestro en sus actuaciones al corrérsele el mismo con los sudores propios de la entrega del directo. Toda esta imagen se empezó a desarrollar en “Pornography” y en 1985 vivía sus momentos más acentuados y exagerados.
Volviendo a los resultados de la obra que hoy hemos revisado, una de las consecuencias inmediatas fue una larga gira mundial y participación en numerosos festivales de 1985, como por ejemplo aquel en Atenas. Recuerdo las imágenes de la actuación que se incluye en la cinta de Vhs “Standing On A Beach” (que no es otro que el “Staring At The Sea” en soporte audiovisual de la época), viendo al grupo tocar en aquel estadio de la Grecia clásica, sobre las notas de “The baby screams”, a modo de clip oficioso de la canción. Aprovecho para denunciar el hecho de que esta cinta de Vhs no se haya editado en dvd, teniendo en cuenta el juego que podría llegar a dar.
El disco que hoy revisamos, propiciaría que The Cure se situase en la lucha por ser el grupo más popular y de mayor éxito de aquellos días en clara pugna con The Smiths. Serían los días de cruce dialéctico más cruento entre Morrissey y Smith. Hay que advertir que los Smiths estaban en su mejor momento, aunque rechazando casi en su totalidad el apoyo promocional audiovisual huyendo de los videoclips, y The Cure hacían justo lo contrario, labrando su leyenda a base de videos inolvidables derivados de un Tim Pope en estado de gracia.
A partir de “The Head On The Door”, como ya he referido, se vivirían los años más felices de la banda: los que abarcarían prácticamente una década hasta el lanzamiento del disco “Wild Mood Swings” de 1996, el cual provocó una mueca de desaprobación en la crítica musical. También en aquellos días se habían producido unos cambios muy importantes en la formación con las marchas de Porl y Boris, y por poco no se dio la salida (en este caso voluntaria) por parte de Simon Gallup.
Soy de los de la opinión que las caras b que tuvieron los singles y maxisingles del disco, son más que aprovechables. Es tradición de The Cure cuidar mucho el contenido del lado menos comercial de los sencillos, regalando en la inmensa mayoría de los casos auténticos aciertos. “The Head On The Door” tal como está es una auténtica maravilla, pero creo que si a “Screw” se le hubiera sustituido por “A few hours after this”, “The exploding boy” o incluso “Stop dead”, el resultado hubiera sido de matrícula de honor.Sin venir mucho a cuento, ya que estamos analizando los Cure de mediados de los 80 y ya llegará el turno de los tiempos actuales o más recientes, decirles que el año pasado acudí al concierto del Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. En aquella noche, The Cure ofrecieron ni más ni menos que 3 horas de concierto. Hasta Joaquín Reyes en Muchachada Nui bromeaba sobre la longitud de los conciertos del grupo, cuando encarnó a Robert Smith en sus delirantes imitaciones. Con todo, les dejo bordeando este párrafo 2 de las mejores fotos que pude sacar aquella gloriosa noche, en la que asistía a mi 2º concierto de la banda, tras haber pasado 8 años de aquella primera vez en una más que atestada sala La Riviera con motivo del “Dream Tour” asociado al último gran disco de la banda: “Bloodflowers”.El lp que hoy les presentamos es un conjunto de canciones muy variadas, afrontando por primera vez The Cure la confección de una obra heterogénea de forma redonda. El disco anterior “The Top” también se trata de un álbum con un amplio abanico de estilos y sonidos. Yo, aunque no soy de los que reniegan de dicho trabajo y lo defiendo, admito que incluye alguna lacra importante como “Give me it” o “Wailing wall”. Sin embargo, en “The Head On The Door”, se afrontan canciones de corte muy distinto de forma excelente. Para comprobar la diversidad de registros, basta con comparar entre sí “Six differente ways” y “Sinking”.
Resumiendo y llegando al final del artículo de esta semana, podemos afirmar que “The Head On The Door” fue la verdadera confirmación de The Cure como banda. También el quinteto que estuvo presente en el estudio en la grabación del disco, es la que se considera la formación clásica/tipo de The Cure. Quizás a día de hoy estén más valorados discos como “Pornography” o “Disintegration”; incluso tengo la percepción de que un amplio espectro de seguidores de la banda prefieren “Kiss Me...” al que hoy nos atañe.
The Cure es mi grupo favorito, son pieza clave dentro de mi formación musical, creo que muchos de ustedes ya lo saben. Con esto, decirles que creo que estoy en condiciones de afirmar que si en lugar del conjunto de canciones que fue “The Head On The Door”, The Cure hubieran entregado un listado de menor calidad, probablemente la banda se hubiera ido al traste en el agujero negro que supuso la 2ª mitad de los 80 a numerosas bandas surgidas de la new wave como estos muchachos. Lejos de ello, este disco supuso el inicio de su trayectoria ascendente que hizo que a finales de los 80 y comienzos de los 90 “The Cure” fuera una de las bandas más importantes del mundo. Reivindicamos pues el papel que juega “The Head On The Door” hoy desde “Discos, música y reflexiones” dentro de la discografía de The Cure, ya que esta obra está algo olvidada actualmente.
Hoy les proponemos un disco ligero y variado. Les proporcionará momentos animados, otros cargados de adrenalina, algunos reflexivos, también melancólicos y hasta algún pasaje romántico. Su duración no llega a los 40 minutos, haciendo gala de ser un ejemplo de calidad frente a cantidad. Justamente en “Kiss Me...”, siguiente lp, sería más bien lo contrario, ya que tanta cantidad no supuso calidad en cada uno de los cortes, a pesar de que la misma apareciera de forma abrumadora en momentos clave como “Just like heaven”. “The Head On The Door” es muy accesible. A aquellos que no estén familiarizados con The Cure, les afirmo que es un disco que no les repelerá como podría pasarles si se introducen de buenas a primeras en “Seventeen Seconds”, que fue la primera obra que revisamos en su día de la banda. De seguro que pasarán buenos momentos de su mano. Anímense pues a conseguirlo de la forma que puedan y ya me cuentan. Los que ya lo conozcan, nunca está de más que le vuelvan a dar una nueva pasada, que seguro que hace tiempo que lo tienen traspapelado, ¿o me equivoco?