Hola a tod@s! Aquí os traigo la primera contunuación que se ha hecho a la historia que se puso en marcha en este nuevo reto, tejiendo un cuento.
Pueden ver el primer capítulo, o sea, el comienzo, en este enlace:
http://elclubdelasescritoras.blogspot.com.es/2015/03/nuevo-reto-tejiendo-un-cuento-2.html
Y si esta continuación sale ganadora tras las votaciones, pasará a ser el capítulo dos. Eso sí, antes de vota, deben de leerse y valorar, las dos continuaciones que se han presentado.
Primero, os dejo la primera, luego en otro post, os pondré la segunda.
1ª Continuación by Déborah F. Muñoz:
Richard se sentía como
un estúpido. Había tardado en reunir el valor para pedir a Jessica
que fueran al cine, pero ella se había mostrado tan poco
entusiasmada con verle a solas que había pedido a Anna que le
acompañara. Suerte que lo había hecho, porque Jessica se presentó
tarde y acompañada por un tipo con pintas de chulo que no le daba
ninguna confianza. Por supuesto, Richard había interrogado a la
pareja en un intento por saber más sobre su relación, pero Jessica
se había quedado callada, dejando al tal Jack hablar y, para colmo,
Anna no se había despegado de él, a pesar de que le había repetido
una y mil veces que no quería nada con ella. La velada había
acabado aún peor que cuando empezó: Jack había besado a Jessica y
Anna le había besado a él antes de que pudiera apartarse.
Toda la frustración
acumulada salió cuando se quedó por fin a solas con Jessica y, sin
poder resistirse, reclamó sus labios como llevaba deseando hacer
desde hacía meses. Al principio, ella pareció responder al beso
pero, en cuanto se apartó un poco, le pegó un empujón y le dijo,
ofendida:
—¿A qué te crees que
estás jugando conmigo?
Antes de que pudiera
responder, ella se montó en su moto y abandonó el aparcamiento,
dejando a Richard solo con sus pensamientos. «Desde
luego, no podría haber salido peor», se dijo desanimado. No
obstante, cuando arrancó la moto comenzó a darle vueltas al asunto
y a replantearse su estrategia: no iba a rendirse sin pelear.
***
Ya en la
otra punta de la ciudad, Jack aparcó su Harley y sonrió al recordar
la velada. Jessica no era la clase de mujer despampanante con la que
acostumbraba a salir, pero había que tener agallas para pedir a un
perfecto desconocido que se hiciera pasar por un muy “buen amigo”
delante del tipo al que pretendía ligarse, y eso le gustaba. Además,
tenía que reconocer que lo había pasado estupendamente
interpretando ese papel y provocando al tal Richard, que en más de
una ocasión había estado a punto de soltar humo por las orejas del
cabreo que tenía. Sí, desde luego estaba celoso, pero Jessica no
parecía haberse dado cuenta del detalle. Por otro lado, si al chico
le gustaba Jessica, ¿por qué había quedado con la otra fresca?
Tenía curiosidad por saber más del asunto y además el beso del
final de la velada había sido de lo más prometedor.
La pena era
que no había podido pedirle el teléfono a Jessica, porque hubiera
sido extraño hacerlo delante de los otros dos cuando se suponía que
eran “muy buenos amigos”. Jack le había dado su número con
disimulo, claro, pero no estaba seguro de que ella le fuera a llamar
o de que se pusiera en contacto con él: cuando lo pensara en frío,
esa chica, cuyo carácter hacía desaparecer todas sus inhibiciones
cuando afloraba, sin duda se arrepentiría de haber actuado de una
forma tan descarada.
En cualquier
caso, a Jack no le iba a detener el hecho de no tener el teléfono de
la chica. Cuando sentía interés por algo, como era el caso, no
paraba hasta conseguir lo que quería. Había recabado suficientes
datos a lo largo de la noche y no le costaría localizarla, así que
le daría a Jessica un poco de margen, por si se aventuraba a
llamarle, pero, si no lo hacía, no iba a quedarse esperando a que el
destino volviera a ponerla en su camino.
***
Jessica esperó hasta
estar encerrada en su cuarto para echarse a llorar. Todo lo que podía
haber salido mal, salía mal. Richard había resultado ser un
casanova que ni siquiera tenía la delicadeza de disimular un poco:
primero había besado a Anna, con la que sin duda estaba saliendo, y
luego la había besado a ella a pesar de que creía que estaba
saliendo con Jack y que Anna acababa de marcharse.
Lo más triste de todo
era que Jessica había estado a punto de dejarse llevar. Y no lo
había hecho por el sencillo motivo de que todavía sentía el beso
de Jack cuando los labios de Richard invadieron los suyos. Jack, ese
chico misterioso y sexy que había salvado la tarde y que había
conseguido que, a pesar del mal trago, se lo pasara bien.
Más tranquila ya,
Jessica sacó el pedazo de papel en el que el joven había apuntado
su teléfono. Deseaba mandarle un wasap agradeciéndole todo lo que
había hecho por ella, pero cuando estaba a punto de hacerlo algo la
detuvo. Él la había besado y había dicho que la próxima vez la
cita sería a solas. ¿No malinterpretaría el mensaje pensando que
quería algo más con él? El recuerdo del beso la hizo sonrojarse.
¿Realmente no quería algo más con él? Cuando se durmió, horas
más tarde, todavía seguía dándole vueltas a eso.
Al lunes siguiente, Emy
la abordó en cuanto entró en el instituto, impaciente por saber
cómo había ido todo. Por desgracia para ella, y para la pobre
Jessica, sus padres le habían requisado tanto el teléfono como el
ordenador hacía un par de semanas y no le permitían ni salir de
casa ni recibir visitas en su tiempo libre como castigo por llegar a
casa borracha y dos horas más tarde de lo permitido, así que no
había tenido oportunidad de preguntárselo antes.
—Tía, no me lo puedo
creer —dijo su amiga cuando acabó de contárselo todo con pelos y
señales—. ¡De verdad que no me lo puedo creer! ¿Después de
tanto tiempo imaginando cómo será besar a Richard y haces esto
cuándo por fin lo hace?
—¿Es que no me has
escuchado? Siempre he soñado con un beso de Richard, sí, pero
después de una cita romántica y de que me declarara su amor, ¡no
después de una cita que resultó no serlo, tras morrearse con Anna
delante de mis narices y ver cómo Jack me besaba! Francamente,
después de eso, preferiría no volver a verle en mi vida.
—Y ese Jack, ¿besa
bien? —Al ver a Jessica sonrojarse, se entusiasmó y comenzó a
preguntar más—: ¿Cómo es? ¿Vas a llamarle?
—¿Estás loca? Debe de
pensar que soy una niña tonta.
—Si te dio su
teléfono... —Emy se interrumpió y dijo en voz baja—. Richard
viene directo hacia nosotras.
Jessica pegó un bote,
pero se obligó a parecer lo más calmada posible. Por suerte, en ese
momento sonó la campana y tuvieron que dirigirse a clase, por lo que
pudo eludir el encuentro. Y siguió eludiéndolo durante el resto del
día hasta que llegó la hora de marcharse. Le vio en la otra punta
del aparcamiento y aceleró el paso para llegar a su moto antes de
que la viera, pero no tuvo suerte.
—¡Eh, Jessica! —la
llamó Richard, que empezó a avanzar hacia ella.
Ella hizo como si no le
hubiera oído y continuó su camino con la esperanza de que no la
alcanzara, aunque pronto se dio cuenta de que era inútil a no ser
que se pusiera a correr y no quería perder la dignidad, así que se
resignó, se dio la vuelta y le esperó con los brazos cruzados.
—¿Dónde has dejado a
Anna? —le preguntó Jessica, en tono firme.
—¿A Anna? —Richard
parecía desconcertado por la pregunta—. No la he visto desde el
otro día, ¿por qué...? Bueno, da igual. Me gustaría hablar
contigo, bueno, ya sabes, de lo del otro día —finalizó, con
evidente nerviosismo.
—Lástima que yo no
quiera hablar contigo de eso. De todas formas, con quien tienes que
hablar es con Anna.
—Escucha, Jessica, creo
que ha habido un malentendido...
—¿Malentendido?
—preguntó, soltando una carcajada amarga. Para rematarlo todo,
Richard pretendía tomarla por tonta y seguir jugando con ella, cosa
que no estaba dispuesta a tolerar: se había pasado el fin de semana
llorando por la decepción, pero no derramaría ni una lágrima más
por ese crápula. Por el contrario, iba a dejar salir toda su furia—.
Jack me besó. Tú besaste a Anna. Y luego, cuando nos quedamos
solos, me besaste a mí. No hay ningún malentendido. Eres un cretino
y un cara dura.
—Por favor, Jessica, no
es lo que tú crees, ¡si me dieras la oportunidad de explicarme y...
El ronroneo de una Harley
que se paró justo frente a ellos ahogó sus palabras y Jessica soltó
un pequeño grito por la sorpresa.
—Siento llegar tarde
—dijo Jack, con una sonrisa arrebatadora. No tardó en percibir que
algo iba mal entre esos dos y preguntó—: ¿Te estaba molestando?
—No, no te preocupes
—respondió Jessica, disimulando la marea de sentimientos que la
invadía en esos momentos: sorpresa porque estuviera allí, alegría
por volver a verle, algo de vergüenza por lo del otro día y, sobre
todo, agradecimiento y excitación—. Cojo mi moto y nos vamos.
Adiós, Richard.
Satisfecho por la cara
que había puesto su rival al verle allí, Jack escoltó a Jessica
hasta su vehículo conduciendo muy lentamente, sin decir palabra para
darle tiempo a asimilar su presencia y a decidir si quería seguir
con él o irse a casa por su cuenta. Luego, cuando ella ya tuvo
puesto el casco, preguntó:
—¿Y bien? ¿Quieres
que vayamos a tomar algo?
—Oh, sí. Ni te
imaginas lo mucho que me apetece —dijo ella.
Jack sonrió y le indicó
que le siguiera. Puede que Jessica solo hubiera aceptado por
despecho, pero eso no le preocupaba. Ya se encargaría él de
quitarle de la cabeza al tal Richard... y de ocupar el lugar de este
en su corazón.
La llevó a uno de sus
lugares favoritos: un chiringuito de verano en el centro del parque
más grande de la ciudad, que ofrecía comida barata a un buen precio
y unas vistas espectaculares. Como ya empezaba a hacer un poco de
frío, la terraza estaba casi desierta, lo que les daba bastante
intimidad.
Jack le pidió entonces a
Jessica que le contara la historia completa y ella así lo hizo.
Cuando llegó a la parte del beso, no pudo evitar comentar:
—Tendré que partirle
la cara la próxima vez que le vea.
—¿Cómo que partirle
la cara? ¡No harás tal cosa, ni siquiera tenemos algo de verdad!
—Primero —dijo él,
divertido, alzando un dedo—, puede que no tengamos algo de verdad,
pero él creía que sí, lo que significa que tengo que defender mi
honor. Segundo —alzó otro dedo—, no soporto a los tíos que se
aprovechan de las chicas y que juegan con ellas. Y tercero —le
quitó un mechón rebelde a Jessica de delante de los ojos—, tengo
toda la intención de conquistarte y no quiero tener a ese payaso
rondándote mientras lo hago.
Jessica se sonrojó
visiblemente; no se esperaba eso, y menos de un chico tan sexy e
interesante como él.
—Yo... pero... ¿por
qué? ¡Si apenas me conoces! —fue lo único que acertó a
balbucir. Jack se echó a reír.
—Te conozco lo
suficiente como para saber que quiero intentarlo. Tienes carácter,
te sabes desenvolver muy bien en situaciones adversas y además me lo
paso bien contigo y has conseguido sorprenderme. Para mí, esas
cualidades son muy importantes. Tanto como para querer conocerte
mejor en todos los aspectos en los que se puede conocer a una mujer.
¿Tienes idea de lo que cuesta encontrar todas estas características
reunidas en una sola persona? —Jack se dio cuenta de que estaba
siendo demasiado directo con ella y decidió cambiar de táctica—.
No te estoy diciendo que seamos novios así sin más, de la noche a
la mañana. Pero sí que me gustaría empezar a salir contigo y que
nos conozcamos mejor. Me gustó fingir que éramos “muy buenos
amigos”, ahora quiero que lo seamos en la vida real.
—Pues... —empezó a
decir Jessica. Pero no supo cómo continuar. Aunque apenas le conocía
y su razón le decía que era demasiado precipitado que Jack le
hablara de esas cosas, no paraba de rememorar el beso que le había
dado y tenía que admitir que necesitaba más. Aparte de eso, todas
las ilusiones que se habían desmoronado con el comportamiento de
Richard habían supuesto un fuerte golpe para ella, y empezar a salir
con Jack sin duda ayudaría a sanar esas heridas—. ¡De acuerdo!
Revista Cultura y Ocio
1ª CONTINUACIÓN DEL 2º CAPÍTULO DEL RETO, TEJIENDO UN CUENTO, POR DÉBORAH F. MUÑOZ:
Publicado el 30 marzo 2015 por DulceSus últimos artículos
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