(*) Una conversación con mis hijos a distancia, y viéndonos las caras, ha venido a acomodarlo todo después de escrito esto.
Revista Cultura y Ocio
Ignoro qué clase de trastorno nos impide aguantar sin comprar dos días festivos seguidos. Esta mañana, en la calle, he visto a la hora de la apertura de un supermercado a varias personas esperando mientras una empleada subía (¡¡rrrrraaaaasssss!!) la persiana metálica del establecimiento. Media hora después, cuando faltaban aún cinco minutos para que diese la de abrir otro espacio de una conocida marca, conté diez que aguardaban a la puerta. Antes de la pandemia, yo creía que estas actitudes no eran más que reminiscencias de los ya lejanos tiempos de escasez de la posguerra; pero el tiempo, en efecto, pasa y no hay ninguna lógica que explique esa zozobra que produce el cierre durante dos días de algunas tiendas habituales. Hoy domingo he leído mucho, he trabajado bastante y no he hablado casi nada. Los «buenos días» y «gracias» al recoger la prensa, y poco más. Ni siquiera por teléfono, con el que cada día escribo más y hablo menos (*). He escrito en mi cuaderno: «Por sus heces los conoceréis». Ha sido después de pringarme con la lectura en los periódicos de tantos discursos de odio, y se me ha ocurrido que quizá pueda servirme para bosquejar un texto sobre lo mal que llevo los conflictos. «Dios le bendiga», me ha dicho un señor que pedía en la calle; y lo anoto aquí ahora por los vientos disímiles que nos trae la vida. Lugares comunes: (1) una gran obra de la literatura que fue rechazada por las más prestigiosas editoriales hasta que otra, más modesta o igual de importante, la publica; (2) un influyente crítico que escribe una elogiosa reseña en un medio de gran difusión que ayuda incontestablemente a catapultar y refrendar la obra. A veces, se han dado a la vez. Subestimo mi memoria y siempre dudo. El viernes no daba un céntimo por tener en casa lo que necesitaba: un libro y cinta para embalar. Una parte de mí decía que estaba segura de que los tenía; y la otra parte, después de minutos de rebusca sin resultados, me desalentó; hasta que por fin se impusieron los posos de autoestima que aún conservo. Encontré la cinta y el libro, y a ambos he dado el uso requerido. Por cierto, después de dos días festivos, me faltan cervezas y he bajado a la tienda a comprar unas latas.