Yo empecé en esto de internet allá por el 90, aprovechando que desde la universidad teníamos acceso a esa cosa misteriosa y críptica llamada “internet” que me descubrió los grupos de news. Gracias a rec.art.comics y sus derivados, me enteraba al instante de las noticias que, tradicionalmente, tardaban meses en llegar a España vía el The Comics Journal que pedíamos a Mile High Comics o que, milagrosamente, aparecían por tienes valencianas como 1984, luego Futurama. Coincidió aquello con que llevaba unos años ya colaborando en fanzines y, en particular, en El Maquinista y EMM, donde introdujimos estas noticias que, muchos, nos acusaron de inventar. Luego vinieron las mailing list y, finalmente la web, con foros míticos como Dreamers. Compaginaba por aquella época con artículos para Cartelera Turia y otras publicaciones, por lo que empecé a hacer pinitos en mi página web de la universidad para ir colgando lo que iba a escribiendo. Pero era pesado y tosco, había que programar en html todo y, la verdad, no tenía tanto tiempo. Allá por el 2001 comenzaron a aparecer gestores de contenidos y un formato que permitía un sistema de creación de página web sencillo, el blog. A modo de diario, el sistema, en aquel momento basado en una aplicación para Windows, permitía subir a una página web las entradas a modo de diario. Más cómodo, sí, pero con muchos problemas. En mayo tenía el primer boceto, pero era muy poco funcional
Apareció entonces un software abierto, llamado b2, que permitía automatizar bastante el sistema, aunque obligaba a aprender PHP, SQL y varias cosas más. Pero como era joven, ahí que me metí, y no paré hasta dejar más o menos apañado un sistema que permitía crear un blog. Inspirado por una sección de La Codorniz cuyo nombre siempre me había fascinado y por mi absoluta devoción por Krazy Kat, lo llamé La Cárcel de Papel. El 27 de diciembre de 2002 colgaba esto:
Y ahí, sí, empezó todo. Mi idea, ya lo he contado varias veces, era simplemente colgar los artículos que iba haciendo en otros sitios pero, ¡ay!, todo se tergiversó. Apenas unos días después, moría mi padre y rompía esa regla de no hablar de cosas personales (cosa que, todo sea dicho, he mantenido bastante bien), pero es que poco tiempo después empecé a sentir el comezón de bloguear… Y la cosa se desmandó. Durante una década, el blog se convirtió en una obsesión diaria, lo conté por aquí: https://www.lacarceldepapel.com/2012/12/27/una-decada-encarcelado/, superando cualquier expectativa: miles de comentarios semanales, cientos de miles de visitas mensuales, servidores colapsados en algunos momentos… Pero en 2012, el décimo aniversario del blog marcaba también mi alejamiento del mismo: la paternidad, el trabajo y más cosas se unieron para que decidiera alejarme del blog. No era tan grave, pensaba: los blogs ya había entrado en decadencia sustituidos por la inmediatez de las redes sociales pero no contaba yo con el comezón que seguía ahí. Creía que el blog desaparecería, pero mire usted por donde, aquí está. Ya no tiene actualización diaria, cierto, sino casi anual, pero no puedo cerrarlo. Y eso que salió incluso un libro recopilando un 1% de las entradas (sí, un 1%, cuando volqué el blog, salieron casi 30.000 páginas de Word!), que podía ser un perfecto broche de oro para cerrarlo, pero…no. La Cárcel sigue siendo un espacio al que puedo volver siempre, aunque sea con noticias tristes como la que me dio Calpurnio, aunque sea solo para hacer esos listados cada vez más y más diminutos frente al total.
Hoy hace 20 años de este camino. Unos 2000 años en tiempo internet. Me gustaría pensar que ha servido para que por lo menos alguien se haya acercado a disfrutar de los tebeos.
Y gracias por leerme.