La vida tiene etapas y cada una de ellas viene acompañada con pequeñas acciones que podemos hacer o que tenemos que postergar. Estas son las veinte que me hubiese gustado hacer más antes de mi primer embarazo
Creo en la maternidad real, esa que tiene momentos divinos, de amor cien por ciento rosa, y otros de gritos y broncas y llantos. Porque no hay madres perfectas, todas lo intentamos día a día. Somos personas imperfectas que un día fuimos madres.
Antes de que nazcan los pequeños, damos cosas por sentado. Cuando nacen nuestros hijos, quizás en el mismo instante, nos damos cuenta de que muchas de ellas quedarán en suspenso por lo menos por algunos años:
- Bañarme sola o cuando tenga ganas, dos minutos o media hora.
- Ir al baño con la puerta cerrada, abierta o como lo sienta.
- Pintarme las uñas (y que no se corra la pintura).
- Que me llamen por mi nombre (y no “mamá de”).
- Leer un libro de corrido o el diario, con un café con leche en la cama.
- Ver la televisión con volumen alto en español y con lenguaje de adultos.
- Salir por las noches, por las tardes y por las mañanas.
- Las veladas románticas sin interrupciones.
- Hacer una maratón de series de adultos.
- Hablar sin tantos diminutivos.
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