20 meses... Bueno, si me descuido, 20 meses y medio. Pero es que llevo unas semanas con poquísimo tiempo y esta es una entrada que siempre tardo bastante en escribir porque me gusta hacerlo de manera pormenorizada, intentando dejarme las menos cosas en el tintero para que en futuro pueda volver atrás y recordar cómo era. A veces releo las entradas anteriores sobre el desarrollo de mi hijo, que llevo haciendo desde el principio del blog, y me parece increíble cómo hemos llegado hasta aquí. ¡Cómo babeo!.
Siempre he bromeado con que a los 20 meses se suele producir una auténtica explosión en los bebés (o niños-bebés). Desde que me quedé embarazada he pensado que los 20 meses suponía traspasar una barrera psicológica, al menos para mi. Con 20 meses un niño está ya más cerca de los dos años que de tener uno y se les nota en muchos aspectos, desde el físico hasta el intelectual. Lo cierto es que, como me suele ocurrir con mis expectativas, cuando luego llega el momento compruebo que sí, que el cambio es significativo, pero que aún nos queda bastante para considerarle un niño-niño y no un niño-bebé.
Expectativas a parte, el mes de mayo ha sido realmente explosivo, como reza el título de la entrada. Sí, sigue siendo un niño-bebé, pero ha cambiado mucho y muy rápido y ahora sí que me voy haciendo a la idea de cómo va a ser en tanto solo unos meses y soy consciente de que dentro de nada tendré un niño-niño contándome sus cosas y realizando una serie de actividades que nada tienen que ver con las de ahora.
Lo cuento con detalle:
Peso y talla. Intentar medirle sería como ponerle un body a un pulpo: imposible. Crecer ha crecido porque ahora llega perfectamente a coger todo lo que hay encima de las encimeras de la cocina y porque ahora si tengo la puerta del frigorífico abierta tengo que tener cuidado al cerrarla porque le doy en la cabeza, cosa que el mes anterior no pasaba. Ha superado los 11 kilos de peso, debe estar en torno a los 11.200 kg. Yo le noto algo más hecho, más niño, pero sigue estando delgadito, con todas sus costillitas y columna vertebral bien marcadas. Y su tripilla, eso sí. Rico, rico, y 100% comestible.
Dientes. Sin novedades más allá de que ahora no quiere ver el cepillo de dientes ni en pintura. Está todavía sin las muelas de los dos años y de momento no parece que vayan a hacer acto de presencia.
Comer. Se come lo que le pongas por delante, parece un adulto en miniatura. Eso sí, cosas ricas porque la fruta este mes la ha mandado a hacer puñetas. Es una auténtica pena ya que siempre ha comido la fruta fenomenal, en puré, pero muy muy bien y, de la noche a la mañana, ha dicho que no la quiere. La fruta en trozos nunca le ha gustado, no le gusta ni cogerla con la mano porque le da asco. Al principio pensé que se había cansado de mis purés caseros y probé con los comprados, coló la primera semana pero luego nada. De vez en cuando logro colarle alguno pero con escaso éxito. La verdura tampoco le fascina, pero se la camuflo en el arroz o le pongo judías verdes con tomate dos veces por semana, que eso sí que se lo come muy bien.
Es estupendo que coma de todo y bien y que mastique tan bien. Poder salir con él y no tener que preocuparme de llevarme un potito de casa es un auténtico lujo.
Este mes ha descubierto comidas nuevas como las tortitas de maiz, de estas dietéticas, que le han encantado, o los palitos tipo grisini, que devora. Las aceitunas, en cambio, no le gustan y el chocolate tampoco le apasiona.
Como ya he comentado, sigue tomando leche de crecimiento con cereales como desayuno y después de la cena, así que la operación "retirada del biberón" de momento queda aplazada hasta nuevo aviso.
Dormir. Sigue durmiendo con nosotros y lo que le queda. Está de un mimoso increíble, sobre todo conmigo y sobre todo por la noche. Me abraza, me aplasta, me acaricia el brazo, me tira del pelo... Quiere dormir encima de mi, tanto que algunas veces me empuja de tal forma que acabo poniendo un pie en el suelo para no caerme. ¡Lo que vamos a sudar este verano!.
Parece que se está despertando menos veces durante la noche, al menos no ha tenido episodios tan fuertes de llanto y gritos. A veces se despierta, bebe agua, mira un poco alrededor, comprueba que todo está bien, que seguimos a su lado, y se tumba de nuevo a seguir durmiendo.
Eso sí, se está acostando muy tarde, raro es el día que se duerme antes de las 23h. Esto lo estoy notando muchísimo porque no tener el ratito de relax por las noches para hacer mis cosas es una pérdida que se nota bastante pero entiendo que es una fase y habrá que pasarla como hemos pasado las anteriores.
Lenguaje. Es una de las cosas que más han evolucionado en este último mes. De la noche a la mañana ha sobrepasado, con creces, las 50 palabras. No es que me haya puesto a contarlas pero estoy segura de que son más de 50 sin lugar a dudas.
Algunas son bastante curiosas porque corresponden a temas en los que hemos hecho muy poco hincapié y a él, sin embargo, le han llamado especialmente la atención. Por ejemplo, bicho, mariposa o foto. Por el contrario, palabras en las que incido un día y otro día y otro día no hay manera de escuchárselas (por ejemplo, pan o biberón).
Desde luego, en su caso la explosión del lenguaje está teniendo lugar ahora. Empezó de manera más relajada, añadiendo una o dos palabras a la semana y ahora mismo está en una fase en la que todos los días aprende alguna. Hoy mismo ha dicho pelota, niño y mano estando con M. en AT.
Eso sí, el uso que le da al lenguaje, aunque ha mejorado, sigue un pelín disfuncional en el sentido de que no las usa siempre sino sólo cuando le viene en gana. Por ejemplo, desde hace unos días dice hola para saludar pero no siempre, sino cuando le parece oportuno. Con la cantidad de palabras que ahora mismo conoce, podría expresarse bastante bien pero, por la razón que sea, aún está encontrándole el gustillo a esto de comunicarse.
También ha comenzado, aunque de forma más tímida, a formar algunas frases de dos palabras. Al ya conocido que-e-zo se le han unido no-quero, no-puedo y mamá y otra palabra, por ejemplo, mamá caca o mamá agua. Esto de que me llame también es nuevo, más aún si va seguido de otra palabra, porque parece enteramente que ha entendido que puede llamarme y luego pedirme algo.
Otra novedad es que a algunas palabras ya les pone un artículo delante, como os ojos o os pies.
En los últimos días también parece que se ha despertado su interés en contarnos cosas. Una de sus características más curiosas ha sido siempre el parloteo este que tiene, sin parar, pero más bien en plan soliloquio, es decir, sin interés comunicativo. Eso lo ha mantenido pero a veces descubrimos que sí que nos cuenta cosas.
Hace tan sólo unos días le tumbé en el cambiador y empezó a parlotear. De pronto entendí "a pueta" y aproveché para decirle, ¿qué pasa con la puerta cariño?. Entonces me contestó: "bla, bla, bla, a pueta, toc toc toc", mientras me hacía el gesto de tocar con las manos. Me quedé de piedra. Me estaba contando que en la puerta se llama con los nudillos y que hace toc toc.
Unos días después, estábamos cenando y empezó igual, a parlotear, mientras nos miraba. Entonces hizo el gesto de comer y dijo "pepé, pepé", que es el pollito Pepé, un cuento que le lee M. donde el pollito come cebada, trigo... Vamos, que parecía que nos estaba hablando del cuento.
Me comentaba M. esta semana que parte de la estrategia que tenemos que tener con el niño para que él descubra que esto de hablar es guay y que le ayuda a comunicarse es demostrarle que cuando dice que no respetamos su negativa. A día de hoy el no es su frase favorita y me queda claro que en muchas ocasiones la utiliza porque no sabe afirmar, de modo que tiene que expresar lo que no quiere para intentar que entendamos lo que sí quiere. En la práctica, esto es un sinvivir, con un niño que por sistema se opone a todo. Pero lo cierto es que cuando realmente me esfuerzo por prestarle toda mi atención y hacerle muchas preguntas, acabo descubriendo que entre todo lo que no quiere, hay algo que sí desea. Cierto es que no siempre puede ser lo que él quiera, pero estoy de acuerdo con M. en que hay que darle un empujoncito y, de paso, intentar que aprenda también el significado del sí, que creo que le abriría muchas posibilidades.
Comprensión. A estas alturas creo que comprende todo lo que le digo, al menos lo que no se sale de lo normal. De hecho, comprende incluso cosas que sólo ha visto o le he dicho una vez hasta unos niveles que me sorprenden mucho.
Creo que tanto en la visita del neurólogo privado aquel al que fuimos como en la de hace unos días en el Niño Jesús no entendieron bien esta parte. Parece ser que dan por hecho que si el niño no obedece órdenes simples es porque no las comprende pero no es cierto. No es que yo quiera defender al niño, creo que soy súper objetiva con él. Simplemente que el nene tiene un nivel de comprensión normal para su edad, incluso podría ser más elevado según M. y si no responde a determinadas cosas es porque no le da la gana, no porque no las comprenda.
Las asociaciones de objetos y situaciones que hace, la memoria que tiene, la facilidad para comprender cómo se resuelven determinados problemas... son cosas que me tienen fascinada y muy contenta, para que engañarnos.
Obediencia. Este aspecto sigue más o menos como estábamos. El niño obedece cada vez más a las cosas que le pedimos siempre y cuando le parezcan bien. Si le digo "nene, súbete a la silla" se sube. Si le digo que nos vamos a la calle, o que vamos a comer o que vamos a subirnos al coche, me entiende perfectamente y actúa como se espera de él. Ahora, no le pidas que señale un objeto (aunque lo conozca de sobra) ni que te de algo si no quiere ni mucho menos que te traiga un objeto que está en otra habitación o que te conteste dónde está otra persona.
El motivo lo desconozco, pero así es. Sin duda este es uno de los temas en los que más hay que seguir incidiendo pero reconozco que el comprobar que sí obedece a los temas que le interesan me relaja bastante porque, además, cada vez le interesan más cosas. Ahora casi siempre te mira cuando le llamas por su nombre, incluso muchas veces viene en la calle si se ha alejado demasiado. Es verdad que no ha progresado demasiado en este aspecto pero sí ha avanzado algo.
Mala leche. Ahí sigue. Que con los padres que tiene, la verdad, no se podía esperar tampoco que fuera un niño conformista, para qué engañarnos. De vez en cuando nos deleita con sus chillidos-delfín y nos sigue poniendo muy complicado ir a sitios que requieren que se esté quieto y callado porque su paciencia sigue siendo igual a cero y necesita mucho estímulo para entretenerse.
Sin embargo, sí es cierto que cada vez gestiona mejor su mala leche y suele calmarse antes y por si solo, algo que hacía meses era impensable. Creo que poco a poco va siendo menos inflexible.
Psicomotricidad. Veo que cada vez camina mejor aunque sigue teniendo sus caídas. Corre que se las pela y sube escalones y los baja estupendamente aunque no siempre los sube y los baja solo, depende del tamaño que tengan y lo lanzado que vaya. La novedad principal de este mes es que ahora se sube y se baja solo de cualquier silla. Un auténtico problema para mi porque de la silla se sube a la mesa y ya me lo he encontrado varios días sentado en la mesa del salón, tan pancho. De la silla de paseo se sube y se baja solo y al coche también intenta subirse solo. A veces no sabemos si tenemos un niño o un monito-cabra, es alucinante lo que le gusta subirse a los sitios, la última vez que fuimos a Ikea se nos subió encima de unos palés tan alto que luego las pasamos canutas para bajarle, un show.
Imitación. Le ha cogido el gustillo y ahora imita mucho y con facilidad. Desde mayo es posible enseñarle cosas y que las aprenda, algo que hasta entonces era complicado. De hecho, cada dos por tres nos enseña cosas que no sabemos cómo las ha aprendido. A veces da la sensación de que está a lo suyo, sin prestar atención, pero se entera de muchísimo más de lo que creemos.
Un día me di cuenta de que me estaba llamando "mala". Desde entonces lo ha dicho una cuantas veces, para regañarme. Estuve varios días venga a darle vueltas a la cabeza a ver de dónde podía haber sacado esa palabra y además tan bien usada si en mi casa está desterrada... Hasta que se lo comenté a mi marido, quien no dudó: "se lo decimos a la perra". Ostras, ¡es verdad!. A veces, cuando venimos de la calle y se ha comido algo que no debe, especialmente algún juguete de plástico o de madera del niño, siempre la regañamos diciéndola mala. Creo que en alguna ocasión ya he comentado que no me gusta la palabra, pero a mi perra, por mucho que la quiera y que sepa que comprende muchas cosas, no me voy a poner a explicarle que, en realidad, ella no es mala, sino sus actos, de modo que lo simplifico con un mala, que a juzgar por como baja las orejas, entiende perfectamente... Pues eso, que no sólo lo entiende la perra, también lo ha entendido al niño. A partir de ahora, cuidadito con todo lo que decimos, mucho cuidadito.
Resumiendo. Un gran mes, a pesar de los virus y achaques varios, ha sido un mes fantástico en lo que a progresos se refiere. Creo que lo que mejor puede resumir el mes es que si ahora tuviera que pedir ayuda para el niño, no la pediría. Esto no quiere decir que me arrepienta de llevarle a AT o que no quiera hacerle una revisión completa en el Niño Jesús, para nada. De hecho, estoy contenta de que así sea y creo que le ha ayudado muchísimo; gracias a ello ahora estamos como estamos. Pero si en este momento tuviera que volver a empezar seguramente no pediría ayuda y me quedaría con la duda de esas peculiaridades que tiene que no me gustan y que no creo que sean normales. Me parece que esto es un gran síntoma de que las cosas empiezan a ir mejor. Ojalá el mes que viene pueda seguir así de contenta.