Tras la primera entrada, de esta serie de dos, en la que publicamos las 10 primeras reglas para escribir novela policíaca que dictó S. S. Van Dine, traemos hoy al blog la segunda tanda, con las 10 siguientes normas.
Y las retomamos, por tanto, en la undécima:
11. Nunca se debe elegir un criado como culpable. Ésta es una resolución del caso demasiado sencilla. El culpable debe ser alguien que merezca serlo, alguien que en principio parece no tener ninguna razón para serlo.
12. Al igual que con el detective, debe existir un solo culpable, independientemente del número de asesinatos que se hayan cometido. El asesino, por supuesto, puede tener un ayudante o un compinche, pero la responsabilidad del crimen debe recaer enteramente sobre los hombros de un solo personaje: el escritor debe permitir al lector que la indignación que siente por el asesinato se concentre en una sola naturaleza maligna.
13. Las sociedades secretas, la camorra, la mafia, etc., no caben dentro de una historia detectivesca. Si utiliza este recurso, el escritor echará a perder un asesinato que podría resultar fascinante y bello. Para ser justos, en una novela policíaca hay que dar una oportunidad al asesino, pero proporcionarle una sociedad secreta en la que apoyarse es ir demasiado lejos. Ningún asesino que se respete a sí mismo y se tenga en alta consideración debería permitirse esa debilidad.
14. Tanto el método empleado por el criminal para cometer el asesinato como los medios que utiliza el detective para averiguar la verdad deben ser racionales y científicos. En otras palabras: las soluciones de tipo pseudo-científico y las argucias especulativas y puramente imaginativas son intolerables en una roman policier. Si el escritor de novela policíaca planifica su historia en el terreno de la fantasía, a la manera de Julio Verne, se habrá salido de los límites que permite la ficción policíaca y se habrá transformado en un autor que juguetea en el inexplorado terreno de la aventura.
15. La solución al enigma debe estar presente a lo largo de toda la novela, dando por supuesto el hecho de que el lector es lo suficientemente inteligente como para verla. Lo que quiero decir con esto es que si el lector, tras conocer la explicación del crimen, relee el libro, sea capaz de ver que la solución estaba delante de sus ojos, que todas las pistas llevaban al culpable y que, si hubiera sido tan inteligente como el detective, habría podido resolver el misterio por sí mismo antes de llegar al último capítulo.
16. Una novela policíaca no debe tener largos pasajes narrativos, ni entretenimientos de tipo literario que interrumpan y no estén directamente relacionados con la historia, ni ejercicios de análisis sutiles sobre los personajes, ni preocupaciones "atmosféricas"... Este tipo de asuntos no deben ocupar un lugar importante en una historia donde prima el asesinato y la deducción porque ralentizan la acción e introducen factores irrelevantes para el propósito principal, que no es otro que el de plantear un problema, analizarlo y encontrar la solución que le dé una respuesta satisfactoria. No obstante, sí es necesario que el escritor incluya las descripciones imprescindibles y delinee lo suficiente a los personajes para que la novela resulte verosímil.
17. Un criminal profesional nunca debe cargar con el crimen en una historia detectivesca. Los delitos cometidos por desvalijadores y bandidos son competencia del departamento de policía, nunca de escritores ni de brillantes detectives aficionados. Un crimen realmente fascinante ha de ser cometido por el pilar de una comunidad religiosa o por una solterona conocida en la comunidad por sus obras de caridad.
18. En una historia detectivesca, el crimen jamás debe resultar en un accidente o suicidio. Con el fin de acabar la odisea por la que ha debido transitar el detective, ese tipo de anti-clímax es un timo a la confianza y la benevolencia del lector.
19. Los motivos que inciten al crimen en las historias policíacas deben ser de tipo personal. Las tramas internacionales y las batallas políticas pertenecen a un género de ficción distinto: el de los relatos de espías, por ejemplo. Pero una historia de asesinato debe ser gemütlich (tránquila, acogedora), en el sentido de que ha de reflejar las experiencias diarias del lector y actuar como válvula de escape para sus propias emociones y deseos reprimidos.
20. Y (con el fin de proporcionar a mi Credo un valor extra), a continuación enumero una serie de recursos que son indignos de un escritor de novela policíaca. Estos recursos se han utilizado con tanta frecuencia, que son demasiado familiares para todos los amantes de la literatura criminal. Utilizarlos es una confesión, por parte del autor, de su ineptitud y falta de originalidad.
a. Determinar la identidad del culpable a través de una colilla que se ha encontrado en el lugar de los hechos y compararla con la marca de cigarrillos que fuma el sospechoso.
b. El falaz recurso de utilizar el espiritismo para asustar al culpable, de manera que éste se revele a sí mismo como el asesino.
c. Falsificar las huellas dactilares.
d. Utilizar un maniquí para proporcionarse una coartada.
e. El perro que no ladra y revela, así, el hecho de que el intruso es un habitual del lugar.
f. El final cogido con alfileres de un gemelo o familiar que se parece muchísimo al sospechoso, que en realidad es inocente.
g. La jeringa hipodérmica y el uso de una droga que hace perder la conciencia.
h. Cometer el asesinato en una habitación cerrada después de que la policía ha estado en ella.
i. El test de asociación de palabras para descubrir al culpable.
j. La carta en código que es descifrada finalmente por el detective.
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Créditos: Twenty rules for writing detective stories.
Traducción de Ana Bolox.