El próximo viernes Artur Mas cumplirá sus primeros 200 días como 129 presidente de la Generalitat.
Cuando cumplió los primeros cien días al frente realizó una conferencia donde, a pesar del slogan ‘Cent diez de canvi’ (cien días de cambio) que enmarcaba el acto, poco había por explicar de la acción de gobierno.
Ahora doblada esa cifra ha optado por realizar un acto similar que a modo de cierre de la temporada en Nueva Economía Fórum que contó con una muy nutrida asistencia de empresarios y políticos.
Medio año ya da para poder valorar algunas actuaciones de este Ejecutivo. Su labor inicial se concentró en formar los equipos de gestión que rápidamente se vieron impelidos a realizar recortes en sus respectivos departamentos para poder cumplir con la obligación de presentar una Ley de Presupuestos (del presente ejercicio) con un importante recorte, del 10% de media, pero que en algunas consejerías supera el 30%.
Una ley que aún está pendiente de ser aprobada por el Parlament catalán aunque no se prevén problemas ya que contará con el apoyo (vía abstención) del Partit Popular de Catalunya.
Pero lo peor está por llegar ya que tanto el president como el responsable de Economía, Andreu Mas-Colell, ya han anunciado que en cuanto se apruebe el actual, todos los esfuerzos se centrarán en definir el presupuesto de 2012 que será igual de restrictivo.
El reto de aprobar dos presupuestos en un solo año, si además son restrictivos, es de extrema complejidad. Además, si ello se produce en un contexto de subida de los tipos de interés como es el caso, da muy poco margen para la negociación política.
A modo de ejemplo señalar que los intereses de la deuda que la Generalitat tuvo que pagar en 2010 ascendieron a 950 millones de euros. Este año esa cifra subirá hasta los 1.400 millones y se prevé que en 2012 se deban pagar cerca de 2.000 millones solamente en intereses.
Con esos mimbres la austeridad es la única vía lo cual repercutirá en la imposibilidad que la administración pública catalana aporte crecimiento al PIB, más bien al contrario. El escenario como se puede percibir es sumamente complejo en aras de conseguir hacer florecer un crecimiento económico.
En pos de ese objetivo, Mas bosquejó una ley ómnibus que pretende reducir la complejidad legislativa existente en l actualidad y generar mayor agilidad administrativa. Un proyecto de ley que antes de nacer ya se ha convertido en tres y probablemente vea la luz en forma de cinco leyes.
Paralelamente, se va a preparar a la población para que la reclamación sobre el pacto fiscal, prevista para lanzarla a finales de este año, sea lo más unánime posible.
Revista Economía
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