Revista Cultura y Ocio
Dos jóvenes narradores de Bullas (Murcia) se han unido para sacar adelante un proyecto peculiar: una colección de cuentos titulada 200 gramos de Literatura, en la que ninguno de los relatos se adjudica a este o el otro autor. Sus nombres son Pedro García Martínez y Antonio Pérez Abril, y el reto que lanzan a sus lectores es tan sencillo como ancestral: disfruta de estas historias sin importarte quién las ha escrito. Piensa en ellas solamente como relatos. Y si tu espíritu curioso no soporta la incertidumbre y se siente impelido a poner nombre o rostro al autor de cualquiera de estas composiciones, se te facilita en la página 5 la dirección de una página web en la que quedarán resueltas sin problemas tus dudas.
¿Qué se cobija en este volumen? ¿Qué tipo de cuentos lo integran? Como es natural (y más aún si consideramos que son dos los escritores que edifican la obra), existe un tono heterogéneo, con instantes de mayor brillo y con secuencias donde ciertos débitos literarios demasiado evidentes (Miguel Sánchez Robles, Luis Leante) reducen la originalidad de algunas propuestas. Pero en sus líneas generales creo que estamos ante un volumen de notable brío formal y de prometedora sustancia, que satisfará a los lectores, incluso a los exigentes. Lágrimas de barro nos traslada la historia melancólica de Ginés Chico, un chaval silencioso e introvertido que llega al pueblo y que, tras un curso escolar, se diluye en el olvido; Gris de Payne es el título que elige un pintor para contarnos la desasosegante peripecia de un escritor local que, trastornado por la falsa atención misericordiosa de sus amigos, acaba vendiendo sus obras por la calle, ebrio de desconcierto y condenado a la locura; Make my day es el anonadante monólogo de un singular taxista, cuyas palabras y actitudes harían las delicias de Robert Rodríguez o Quentin Tarantino; El criador de gatos pone ante nuestros ojos la inquietante historia macabra de un guionista solitario que vive rodeado de felinos y que por las noches sale a las calles de la ciudad con intenciones oscuras; Costumbre de vivir es la narración de Antonio, un conserje que en su día se enamoró de Rosario, su profesora de lengua, y que ahora nos habla con melancolía acerca del tiempo y sus desgastes; Necesidad de huir de las vidas gira alrededor del discurso de un adolescente “de los campos” que nos cuenta las vicisitudes y soledades de su vida cotidiana, entre porros, falta absoluta de expectativas, desilusión y apatía de vivir; y El coleccionista de bolígrafos rojos (no incluiré todos los cuentos en el resumen) es una tenebrosa historia ambientada en un instituto anómalo, que le debe no pocos mimbres a la Academia Europa de Luis Leante... Quince propuestas llenas de interés que nos permiten acercarnos a la obra inicial de dos escritores a los que no conviene perder de vista en los próximos años.