Revista Cultura y Ocio

2001, Odisea del espacio | Joaquín Hernández

Publicado el 30 noviembre 2000 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom

Por Joaquín Hernández

(Publicado originalmente en diario Hoy, Quito, el 04/Enero/2001; recuperado de Explored)

2001, Odisea del espacio | Joaquín Hernández

Fotograma de 2001, Odisea en el espacio.

Imposible encontrar en la ciudad una copia  en VHS, ni pensar en D.V.D., de la película de Stanley Kubrick, “2.001,
Odisea del espacio”. Igualmente sucede con el libro de Arthur C. Clarke  del mismo título, que dio origen a la película por decirlo de alguna manera, y en la cual el escritor participó como puede verse en los reconocimientos del filme. La información que proporcionan en el Blackbuster local es casi metafísica, por no decir postmoderna: “no podemos traer más películas clásicas. Son excesivamente caras. Las que se van deteriorando, simplemente las quitamos ya que no podemos reemplazarlas.

Nos consolamos. Es imposible acumular tanta información, así sea bajo la forma del recuerdo. Los márgenes para el pasado existen. Solo pueden sobrevivir bajo la forma de lo travesti. No hay que equivocarse. Podemos conservar recuerdos, pero expoliados de significado, como decía magistralmente Vicente Verdú en El País de Madrid recientemente. Por ello, las historias del pasado que hoy se evocan tienen algo en común: son definitivamente intrascendentes, yo añadiría asépticas, y por supuesto carecen de conexión entre sí como cuando nuestros jóvenes sitúan a la Revolución Francesa junto a las revoluciones liberales del siglo XX o no entienden qué tiene que ver el Plan Colombia con los países vecinos. Es cierto que hemos llegado a la conciencia de no ser dueños del pasado. Toda recreación que hagamos de él será siempre ficción. Pero ello significa a la vez que jamás tendremos una imagen completa de lo que fuimos.

La película de Kubrick fue desde su estreno, polémica y enigmática. Probablemente siga siendo lo segundo. Cuando se estrenó, muchos creyeron ver en ella un poema a la inmortalidad del hombre o un manifiesto de fe en el progreso, pese a todo. La extraña similitud entre el gorila y el computador asesinos, no fueron registradas. Tampoco que la muerte era una forma de entrar en el recuerdo que solo puede concluir en la infancia. Y que viajar, así fuese en el espacio, era despedirse definitivamente de los suyos, como ya lo dejó claro Homero a propósito de Ulises. Por lo demás, 2.001, Odisea en el espacio, era una extraña mezcla de realismo e imaginación, donde la guerra fría continuaba en el espacio extraterrestre y donde la alimentación por píldoras combinaba perfectamente con los valses de Strauss.

Ahora, al empezar el siglo XXI, ese “pese a todo” es más importante que todo lo demás, sin pretender por supuesto decir la última palabra sobre lo que pretendió Kubrick, quien gozó enormemente de las controversias que pretendían tener el significado definitivo de su película.

Se sigue emigrando, pero no al espacio sino dentro de la misma tierra, en busca de lo más elemental: la subsistencia. Demasiados pobres para una civilización que se gloría de abolir por primera vez en la historia de la humanidad las fronteras de las naciones y que predica orgullosamente que cada quien es dueño de su propia vida y puede hacer de ella lo que quiera.

Asistimos a un movimiento migratorio sin igual en la historia de la humanidad, cuyo último significado desconocemos pero que es la verdadera odisea del siglo XXI. El 2001 no ha sido entonces , como anotaba Verdú “el punto de encuentro crítico con el futuro”. Desde su punto de vista, como europeo, por la sensación de cansancio de la civilización. Para quienes no lo somos y vivimos en lo que se llama asépticamente “naciones en vías de desarrollo”, es decir, sociedades buenas para todo tipo de experimentos, es la terrible lucha por sobrevivir.


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