Sólo quería llegar a casa y escribir y publicar, publicar algo en este momento es por demás simbólico, posiblemente igual de importante que mi primer post.
Sacaré un blog, parece una buena idea, me gusta escribir y eso hacen los que disfrutan de escribir.
Resulta que escribí mucho menos de lo que imaginaba. Me gusta tener un blog, me gusta escribir y me gusta pensar que alguien me lee y me gusta pensar que eso que escribí puede gustarle a alguien.
Así, pues, inicio el post de fin de año. Primero, la típica reflexión sobre el fin de año.
Típica reflexión del fin del año
No me gusta dividir mi vida en años, creo que el inicio del año debe ir más con los cambios estacionales o con el nacimiento de Jesús ya que el calendario es Gregoriano y Gregorio era católico y Jesús gobierna el tiempo. Como sea, algún día entenderé por qué el 31 de diciembre es el fin de año. Aún así, creo que es importante tener un fin y un inicio y es para poder decir, “el año pasado me fue de la chingada, pero este año he superado lo pasado, salí victorioso y soy mejor persona.” Los años nos dan juicio de realidad y nos permiten hacer comparaciones. Una vez mi padre dijo, citando a Vicente Fernández (pero dudo de la veracidad de la fuente): “Los años son para vivirlos y no para contarlos.”
Termina la reflexión del fin de año
Comienza el cuerpo del escrito que se justifica en la reflexión.
2010, el año en que hicimos contacto.
Terminé mi tesis, me llevó alrededor de 4 años, cuatro jodidos años de aprendizaje, de enojos, de frustraciones, de pérdidas, de angustias, de terquedades, de pérdidas de archivos, de revisiones, de abandonos, de lecturas, de reflexiones y al final de gozo y de satisfacción. Es difícil explicarle a alguien que no hizo tesis la relevancia de hacer un trabajo de este tipo. Cuando la empecé supe que me tardaría mucho y supe que me pasaría todo lo que no quería que me pasara, me tardé horrores, el trabajo hizo que me tardara más, no comencé la maestría muy joven y supe que no sería un profesor universitario. En cuanto me dí cuenta de eso, todo fue más fácil. En realidad, hacer la tesis me llevó menos de un año, lo tardado fue comprometerme con el tema y recorrer el proceso de maduración personal y el alumbramiento de una identidad profesional. Ahora puedo decir que soy Psicólogo, antes no podía decir eso porque para mí eso significaba dejar de ser todas las otras cosas que quiero. Me di cuenta del error y como nunca antes pinto, escribo, trabajo y juego. Nada mal.
Al parecer no estoy escribiendo sobre el final del 2010, sino sobre el final de un ciclo, si sigues leyendo después de lo anterior, lo agradezco mucho.
Entendí también que si no pasa nada con lo que escribo y con lo que pinto, en realidad no pasa nada y que haré esas cosas hasta el final de mis días. Menuda tranquilidad que me dio eso, me quité un peso de encima.
En el trabajo me dieron una coordinación, nada mal para alguien que iba a dejar ese trabajo a los tres meses de haber entrado. Nada mal porque necesitaba trabajar, necesitaba demostrarme que era capaz de hacer las cosas bien. He cometido errores como todos, pero todo se puede solucionar, otro peso menos.
Estoy cumpliendo uno de los sueños de mi vida, al fin trabajo en algo relacionado con el mundo editorial. No escribo, no edito, no diseño, pero es una revista. Bueno, no es trabajo porque no me pagan, pero es una revista y es de la UNAM.
Así que en términos generales, puedo decir que fue un buen año, en el que pude dar cierre a muchos ciclos, logré dejar atrás cosas que me tenían atorado y agobiado. Puedo y pude. Mi tía tenía una estampita pegada en su coche que decía “Yo siempre Puedo”, creo que esa estampita me hizo mucho bien y mucho mal, porque es cierto, yo siempre puedo, pero cuando parece que no, la angustia es inmensa.
Tengo muchos pendientes conmigo mismo, debo darle dirección a mi vida en pareja, quiero estudiar un posgrado, quiero exponer mis humildes dibujos, quiero, quiero y quiero…
Aún así, a un día de terminar el año, me siento más perdido que de costumbre. No entiendo a las personas, no entiendo a mis amigos, no entiendo a mi novia, es decir, no me entiendo a mí mismo, porque cuando uno está mal con más de dos personas no es culpa de los otros, es asunto de uno. Con todo lo que me ha pasado sé que he descuidado mis vínculos afectivos y hoy me di cuenta que necesito a mis amigos. Nunca me había permitido sentir esto, he sido una persona que tiende a la solitud, así que platicar poco con los míos es algo común. En momentos de frustración, enojo y cólera siempre tenía alguien con quien platicar, pero ahora me encuentro solo, no encuentro con quien compartir mis temores, mis sueños y mis ideales. Me he volcado a escribir como maniaco, lo cual es bueno, he vuelto a escribir como maniaco, pero es malo porque realmente me siento solo.
Es el 2010 y todavía no entiendo de que va esto, me consolaba pensar que el resto de los seres humanos (y me refiero a todos los seres humanos que han habitado este planeta desde que el hombre es hombre) tampoco lo han entendido, pero poco a poco me doy cuenta que eso no es cierto. Este año fue el año de darme cuenta de lo equivocado que estoy en muchos conceptos fundamentales que sustentan mi visión del mundo. El primero error fundamental es tener una visión del mundo, el segundo error fundamental es creer que mis interpretaciones son adecuadas, soy el peor interpretando, el tercer error fundamental fue creer que era empático, compasivo y asertivo.
No, estoy muy lejos de eso. Lo preocupante no es eso, lo preocupante es sentirme solo en este camino.
Si el 2010 fue el año de terminar ciclos que el 2011 sea el año de las sacudidas y el inicio de muchos otros exitosos y sobre todo de tener amigos con quien compartir.