La norma para luchar contra el P2P difícilmente acabará con él. Durban es la última oportunidad para el clima
El año acaba con el bochornoso espectáculo que dio el Congreso frenando la ley antidescargas del Gobierno, con siete horas de retraso pero sin ningún debate. El problema no era la ley, sino los intereses de dos partidos, PP y CiU, que están a favor de la norma pero no quieren acarrear sobre sus espaldas el peso de aprobar una medida tan impopular. La ley Sinde, sin embargo, es sólo una minúscula tirita que intenta taponar una gigantesca hemorragia. La protección de la propiedad intelectual en la era digital merece un debate más serio, estructurado y sosegado que el que propicia una disposición adicional aprobada de tapadillo en otra ley.
El Gobierno ya se ha apresurado a aclarar que tratará de volver a aprobar la ley Sinde en el Senado, posiblemente en la segunda semana de enero. Las discusiones entre responsables políticos y culturales, de un lado, y representantes de los internautas y especialistas en ciberderechos, del otro, se centrarán este año en tres aspectos.
Habrá que explicar cómo se puede compatibilizar una norma que penaliza las descargas con otra que las legaliza, al compensar esa copia con el pago de un canon a los dispositivos digitales. La segunda pregunta es por qué no existe un modelo de pago en internet para cine y series, tal y como prometieron el año pasado la industria cultural y el propio ministerio. Y la tercera cuestión que habrá que aclarar es el papel de las operadoras. Según declaran ellas mismas, más del 90% del tráfico que gestionan se debe al P2P. Cualquier norma que penalice esta práctica debería implicar a las telecos, incluso a su pesar.
Si la ley Sinde se aprueba sin mayor debate ni retoque, la propiedad intelectual seguirá siendo pisoteada en internet. Se cerrarán pequeñas páginas de enlaces pero nunca se tocará al rey de ese negocio, Google, donde la mayor parte de los usuarios acude a buscar sus películas o series favoritas. En ese caso, el año 2011 acabaría como 2010, con toda una industria lamentándose por un negocio que ha perdido y que jamás va a recuperar.
2011 también podría acabar como 2010 si Estados Unidos no llega a la cumbre del clima de Durban (Suráfrica) con una propuesta de reducir sus emisiones más allá del 4% en 2020, una cifra ridícula comparada con el 20% que ha propuesto la UE. Después del fiasco de Copenhague y del tímido acuerdo de Cancún, la cumbre de Durban, que se celebrará en diciembre, buscará un sustituto del Protocolo de Kioto como única manera de controlar las emisiones de gases de efecto invernadero que producen el cambio climático.
Fuente: publico.es
Opinión: PATRICIA FERNÁNDEZ DE LIS