Vi casi todas las nominadas y me falta analizar algunas, pero me pareció prudente compartir mis opiniones sobre tres de estas películas, para aportar un granito de arena y para regresar a los posts con algo bien actual. Me molesta cada vez más el tema de los puntajes, pero los agrego abajo de cada reseña. Tengo sospechosa fe de que 2012 será un año con mucho cine.
Saludos Sospechosos y como siempre bienvenidos!
"The Help"
Tengo que empezar por lo de la lágrima. Es que no recuerdo la última vez que una película me hizo llorar y desde ya no lo puedo considerar algo menor. "The Help", larga, reluciente y encantadora, se ganó mi llanto con las mejores armas, con las únicas que tenía: las del cine. La historia es sencilla, el contexto -me aclaraba Juan Carlos Bergonzi, que no encontró fallas en el film- lo conocemos, pero el trayecto es extenso, el desarrollo es denso y no podía haber mejor camino hacia el resultado final. Las casa grande de Elizabeth (Anna O' Reilly), con espacio de sobra, que aún debe hacer lugar para el baño de la criada Aibileen (Viola "and the Oscar goes to" Davis); la pedante Hilly (Bryce Dallas Howard), que despide a su criada Minny (Octavia "and the Oscar goes to" Spencer) pero aún adora comer sus pasteles; la inadaptada Celia (Jessica Chastain), que contrata a Minny para convertirse en buena ama de casa para su marido Johnny (Mike Vogel); la rebelde y bien intencionada Skeeter (Emma Stone), que quiere ser escritora y debe luchar ante su madre (Alison Janney), que se muere por conseguirle un marido. Frases memorables: "El coraje a veces puede saltearse una generación". Platos de comida que me hacen agua la boca. Escenas que gritan "Oscar" sabiendo que la Academia no puede hacer lugar para todo un elenco (gracias Screen Actors Guild). Tate Taylor nunca nos obliga a recorrer estos hogares, a deleitarnos ante (lo bueno y lo malo de) estas personas. No es algo que nos tira encima. Más bien es como que nos invita, cálidamente, cuadro a cuadro, tarde a tarde; hasta la noche que se convierte en madrugada. Ahí nos damos cuenta que no lo abandonaremos. No hay exceso de violencia, no hay marcada presencia de situaciones que resalten la época que se estaba viviendo. Dos de los momentos que podrían ser los más fuertes ni siquiera aparentan un fuera de campo. Directamente no figuran. Pero la lagrima llega igual. Todos los puntos de vista han sido expuestos y todavía la historia está hablando de exponer el punto de vista de las criadas. Acá hay un metatexto que es necesario: el libro "The Help" que se escribe mientras las razones por las que las mujeres deciden hacerlo suceden, sin vergüenza, día a día. Esa es la primer arma que pone Taylor en juego para conmover: un relato que ya se estaba escribiendo, que ya vemos, pero que representa la consecución de un imposible. Esto ya le da un impulso revolucionario a la película, pero el director tiene un arsenal más amplio. Así, cálido como nos invita a este universo, medido como para no querer sorprendernos con imágenes de ensueño ("Revolutionary Road"), testarudo y clasicista -para bien- que nos muestra las cosas 'tal cual son', Taylor va dejando aparecer, de a ratos, un pequeño texto que va más allá. Es la voz de Viola Davis, una narración en off que funciona como meta meta algo porque parece venir de algún lado en un momento y dado y luego se desdibuja pero reaparece como centro moral y emotivo de "The Help". Después también, camuflada entre tantas discusiones de niñas ricas, yace una historia enorme (por sus ecos de bondad y fibra humana), que va más atrás incluso que el tiempo del relato del film. Esa para qué contarla, pero se cuela como una joyita que al final resuena, junto a esa novela que ellas escriben, junto a la voz de Davis (le doy el Oscar sólo por la voz…del resto ni hablemos), provocando una lágrima que no pide permiso y es sin embargo bienvenida. Humilde regalo adicional, la película nos recuerda una vez más el valor de los actores. El lente capta aquí la mirada femenina -y cuánta mirada: de amor, de celos, de envidia, de desolación, de esperanza, de no poder comprender qué es lo que necesita la persona que traje al mundo- en un estado de grandeza. Todas las actrices del elenco sobresalen, porque todos sus personajes tienen la mezcla justa entre un máximo poder decisión y la más impensada vulnerabilidad; y porque la película las deja ser: hablando, gritando, mintiendo, llorando y devolviendo los golpes bajos. "The Help", y todo el cine más inolvidable, también es de ellas…de las blancas y negras, las gordas y feas, las rubias y estúpidas, y las mezclas que se te ocurran.
---7.5/10
"Hugo"
Sobre "Hugo" tengo algunos apuntes.
1- Quien mejor que Marty para contar el origen del cine? Lo conoce y lo puede hacer a través de un relato infantil y ensoñado, clásico y hasta ingenuo de a ratos. Si bien se debe registrar que es su primer película con una alta cuota de ingenuidad, desprovista (por su corte 'infantil' asumo) de muchos elementos que lo han colocado a Marty como un cineasta experimentado y cargado. Ahí al principio la clave es 'clásico'. Él conoce y admira mucho el cine clásico de los años dorados de Hollywood, tal como lo relata afectuosamente en su documental "A personal journey with Martin Scorsese through American movies", y tal como lo ha demostrado en muchos de sus films. Pero ojo, que aquí se homenajea un momento anterior, que no es precisamente lo que conocemos como cine clásico. Pequeña contradicción que puede molestar, sobretodo por la insistencia del tono celebratorio (más de esto en el punto 5).
2-La verdadera emoción en el cine más infantil, creo, tiene que ver con saber pararse desde la mirada del niño; ver el mundo como lo ve él y asumir los pros y los contras que vienen con eso en cualquier relato que pretenda una 'madurez emocional' en general. Así lo hacía Gabor Csupo en "The Bridge to Terabithia", inventando un mundo nuevo para luego rompernos el corazón. El eje emotivo principal en aquel enorme y subvalorado film de Disney pasaba por la relación entre dos amigos que, complementándose, encontraban su lugar. Hay una relación similar entre Hugo (Asa Butterfield) e Isabelle (Chloe Moretz) en la última película de Scorsese. Aún así el eje de la emoción está en este caso apuntalado en dos personajes que comparten heridas incurables. George Mélies (Ben Kingsley) ya está más allá, del lado del adulto más viejo y por lo tanto resentido, pero el deseo de Hugo es tan fuerte -y la afición de Isabelle por la aventura es tan genuina- que puede que lleguen a salvarlo. De yapa nomás, porque el mundo no lo habitan tres personas, la película se preocupa por atender los conflictos de varios personajes de la estación, y por supuesto que hay un resurgimiento del niño dentro de todos ellos. Nada más contagioso para el espectador envuelto en la historia. Pero aquí no es el protagonista el que causa este efecto en todos. Un sólo niño no puede cambiarle la vida al resto del mundo. El eje es esa relación primaria entre el viejo y el niño, y sin embargo, todo el mundillo de la estación de tren, todos esos sueños que vuelan alrededor, hacen de "Hugo" algo delicioso y pícaro, como su protagonista robando croissants…algo pequeño, sencillo e intimista que Scorsese puede jactarse de haber logrado con su proyecto de corte infantil. No hay momentos exagerados ni escenas de vida o muerte, ni audiencia más grande que la de una sala de cine. Es más, el elemento más fuera de lugar es la música de Howard Shore, que descaradamente abre el film con notas que parecen sacadas de "Harry Potter". Para colmo, Horner decide convertir ese comienzo 'mágico' en el motivo musical principal de su partitura. Vengo enojado con Shore desde "Los infiltrados". Y lo nominaron al Oscar por esto!
3-Los actores infantiles en el cine. Hay un tema con un grupo particular de actores infantiles. No se los reconoce por la edad, pues el cine siempre nos miente con respecto a la edad. Son actores, hombres o mujeres, que les toca un papel emblemático en una película, y que hasta entonces son prácticamente desconocidos (no podemos decir con seguridad "lo vi en tal cosa, hizo esto". Así funciona). No les sucede al 100%, pero es un papel que tiende a arruinarles la carrera. Se los ubica en ese rol, se los quiere ver repitiendo ese rol y se hace cada vez más difícil pensarlos con una expresión en la cara distinta a la postura más característica de sus criaturas en esas películas. Los ojos se le iluminan a estos personajes porque los actores han sido iluminados con el papel de su (corta) vida (actoral). Piénselo objetivamente y en detalle: Macaulay Culkin y su Kevin en "Mi pobre Angelito" (1990); Edward Furlong y su John en "Terminator 2" (1991); Kate Maberly y su Mary Lennox en "El jardín secreto" (1993); Hal Scardino y su Omri en "La llave mágica" (1995); Liesel Matthews y su Sara en "La Princesita" (1995). Hasta me animaría a agregar a Dakota Fanning en "I am Sam", pero todavía le tengo algo de fe. Le deseamos, por supuesto, lo mejor a Asa Butterfield, protagonista de "Hugo".
3-El punto anterior no se aplica a Chloe Moretz. Ella es "the real deal". Su mirada transmite muchísimo y todo el tiempo tiene la inteligencia de que su presencia en un plano nos revele que ella no está para la joda. Ya decía las verdades en "500 days of Summer"; ya venció al mundo en "Kick Ass". Sus decisiones como actriz no son resultado de una búsqueda de éxito descomunal o de cierto prestigio por parte de la crítica o la academia. Elige papeles tomándose en serio el trabajo. Papeles que le interesan, que siente que puede hacer con su edad y sus capacidades; papeles que no la subestiman en ningún sentido porque ella no ve el negocio como un chiste. No formó parte de ninguna franquicia multimillonaria; no tuvo grandes éxitos, pero sí la madurez para darse cuenta que esto es lo que va a hacer durante un largo rato. Así, sin subestimar el negocio y disfrutando de actuar frente a la pantalla, nos va a regalar momentos más mágicos que toda esta película junta y se va a convertir en una gran actriz.
4-La potencia de la mirada a cámara (aunque no sea hacia el lente) sobre el final de una película tiene una potencia y un peso descomunales. Todos los directores saben cómo aprovechar esto; Scorsese en "Hugo" también.
5-El 3D. Todavía no comprendo del todo cómo funciona, cómo se lo puede explotar y sí es o no el futuro del cine. Lo vi aprovechado para la diversión en "Piraña" y como fundamental atracción en "Avatar". Por lo que entiendo, los (hermosos y narrativamente cruciales en un mundillo que es una estación de tren) travellings se lucen más. Y aunque el travelling sea -cuando no está falseado- de alguna forma el movimiento más puro y transparente del cine, está algo alejado de lo más primario del encuadre fijo, inamovible de los Lumiére; y carece de la magia del trabajo sobre el negativo y del -también- plano muchas veces fijo de Mélies. No hubiese molestado incluir algo más artesanal (más que el autómata arreglado a mano y con ingenio) que reflejara verdaderamente aquello que la película rescata, sobretodo cuando ésta no parece interesada en resaltar el futuro del cine a partir de esa época. Se queda allí, más nostálgica que otra cosa, en Mélies. Y a los que conocemos a Mélies tampoco nos da aire para re-descubrirlo. "Hugo" es excesiva en su celebración, con escenas insistentes y repetitivas alrededor del tema que para colmo culminan en una sala de cine repleta de gente. Hasta el que no conoce puede abrumarse con la cantidad de escenas en que se exprime el recuerdo de Mélies. Hay algunos recursos en las películas que, de repetidos, tranquilamente pueden molestar. Pasaba lo mismo en "Medianoche en París" con los personajes del pasado que iban apareciendo. Ya sabíamos que ese era el juego de la película y ahí teníamos que estar, viendo "quién aparece ahora". Al menos aquellos Heminghways y Buñueles tenían algo para decir. El Mélies de Kingsley calla y se esconde hasta el final. En el pasado es donde se lo ve más feliz, y dice algo como: "si alguna vez te preguntaste de dónde vienen los sueños, mira a tu alrededor…aquí es donde se hacen".
6-Reconocer la intención de manifestar y explotar esta cuestión de los sueños de Melies con una secuencia magnífica que a su vez también remite a los Lumiere, es lo más cerca que está Scorsese de referenciar con dignidad aquello que la película festeja. Es el mejor momento del film: el más emocionante, el que tiene más cine encima. Así sí vale y filmar así sí que da gusto.
7- sobre 10. La nota/puntaje
"The Artist"
A veces nos toca preguntarnos por el objetivo de una película. Nos da otras razones para pensarla, nos obliga a analizar sus aportes para el cine y, finalmente, puede llegar a revelar su valor. La calidad de una película o su capacidad de entretener y movilizar al público -todas cosas que por ejemplo, "The Help" tiene, y con mucho mérito-, no tienen nada que ver con que un film sea valioso. Esto es, como tantas otras cuestiones, subjetivo, pero no me parece ofensivo decir que una muy buena película como "The Help" no es indispensable para el mundo de cine. No para el de hoy al menos. Lo mismo sucede con "Hugo", más allá de su intención celebratoria. Y claro que vale más comparar "The Artist" con "Hugo" que con "The Help", precisamente por esta razón. Las dos buscan homenajear el séptimo arte, y si bien la de Scorsese parece mirar hacia adelante (no exenta, me pareció a mí, de ciertas contradicciones debido a esta misma decisión…esto ya quedó expresado, o sea que basta de la relación de "Hugo" y el cine), no me parece justo acusar a "The Artist" -como pude notar en algunas discusiones- de mirar en vano hacia el pasado o de tener únicamente cierto encanto por el homenaje que propone (como cuando un bebé aprende a hacer algo y le dicen, condescendientemente, "qué lindo", pero no significa nada). No es ni una cosa ni la otra. Encuentro a "The Artist" una buena película, notablemente entretenida y conmovedora considerando la diferencia de sus recursos con lo que acostumbra el cine actual. Hasta me parece en este aspecto un poquito mejor que "Hugo"; un tanto más genuina porque se beneficia de ser (a conciencia) inofensiva y esto la vuelve menos efectista. Sin embargo, no me parece mejor película que "The Help". De todos modos, puedo agregar la observación de que es la película más valiosa del grupo, y aquí entran en juego todas las variables. La de Michel Hazanavicius es una película valiente, por salir a las salas con una relación de aspecto como la que tenían las películas silenciosas de entonces -cercana a la que acostumbramos en la televisión; y si vamos al cine es para no ver la pantalla cuadrada de la TV- y con una mezcla de sonido que parece más estéreo que sorround. Siguiendo esta línea, es osada por usar la música como elemento fundamental sin siquiera acompañar tan a la perfección todo lo que está ocurriendo en pantalla (a excepción de algunos momentos de baile). Es una partitura bien al estilo de aquella época e incluso de épocas posteriores. A mí me ha pasado de ver algunos films del Hollywood clásico y de no disfrutar del todo las partituras; de considerarlas inadecuadas, fuera de lugar. Porque muchos hemos visto películas viejas. NO necesitamos de "El Artista" para que nos muestre cómo son o cómo eran (algo que la película hace de yapa, al mismo tiempo que pretende ser de este tipo de films) las mudas, las 'en blanco y negro' y las que vinieron después. Porque admitámoslo, tendemos a meterlas en la misma bolsa. Debe ser por eso que mi hermano no se banca los primeros 5 -geniales, por cierto- minutos de "North By Northwest", que ni siquiera es taaaan vieja, y no es muda ni está en blanco y negro. Hay un prejuicio y una gran cantidad de público que jamás se ha acercado hasta esos horizontes. Pero la historia del cine no es tan larga, y ahí está "El Artista" para recordarlo, metiéndose de paso en un momento de pasaje del cine. El que se anima a terminar la película entera no se lleva sólo algo de cine mudo, sino también algo de los comienzos del sonoro. Eso, al menos en esta parte del mundo, es valioso, y más luego del buen recibimiento de la película a nivel mundial y de sus posibilidades para el Oscar. En Buenos Aires el que no va al Arteplex, al Malba, a la Lugones o a cualquier cine club y se encuentra con un afiche enorme de "El Artista" en Avenida Santa Fe que dice bien grande "10 nominaciones al Oscar", puede sentirse levemente intrigado. Si esa persona se acerca al cine, hay un mérito ahí de "El Artista" que no ha tenido, de esta particular forma, ninguna película en años. Pero volvemos, porque para los que NO necesitamos que "El Artista" nos recuerde nada, la película también se preocupa por abrir otros caminos. En su verdadera condición de moderna, sin pretensión de ser un mero homenaje, se vale de dos de los tres principales componentes del cine en su forma más pura, para entregar en una breve secuencia el dilema de la película, que es dramático, pero que puede considerarse tan cómico como cualquier efecto que lograse Chaplin sin la necesidad del sonido directo. Es ese sonido directo, ese vaso en la mesa, lo que pone de manifiesto una vez más cierto valor en "The Artist", una película que se sabe inofensiva y celebratoria pero que no niega que es parte del presente, del mundo y del cine en ese mundo. Inofensivo es el tono general de la película que cuenta, al costado, una historia de amor que ni pincha ni corta. Pero el dilema que les anticipaba es más incisivo, y aquí el pastiche que es y será "The Artist" para gran parte del trío espectador/crítico/cine aunque gane el Oscar, se permite un aporte valiosísimo, rescatando la figura que su título menta y diciendo algo sobre el cine que hoy en día no se está diciendo mucho. El lugar que ocupa cada persona en una realización de un exponente del séptimo arte es indispensable siempre, de a ratos irremplazable y todas las veces muy preciado para el que lo lleva a cabo. Es más, ese individuo -que en "The Artist" es Jean Dujardin+su sonrisa+su perro, para contextualizar un poco- sabe que es un arte y no sólo necesita que se reconozca su labor sino que necesita continuar haciéndolo tanto como respirar. Es lo que mejor sabe hacer…bah, es lo único que sabe hacer. El cine que tanto amamos, entre tanta industria y ficción demoledora de primera factura, entre tanto …(complete a gusto), a veces se olvida de esta idea. Amenazar eso, es atentar contra la vida. Claro, el arte es la vida. Pero eso también lo sabemos todos, no? La línea anterior, si se lee con detenimiento, puede revelar tanto un tono sarcástico como optimista, teniendo en cuenta para el último de los dos que quien escribe se considera un artista.
---7.5/10