2.013

Ha sido un paréntesis navideño, bastante más prolongado de lo que uno esperaba, como suele suceder en estas cosas. Las aficiones resultan secundarias, en este mundo cruel de la competitividad y esta crisis galopante y siniestra, con la que los ignotos mercados, castigan a la sufrida clase media, que es la que suele pagar los platos rotos de nuestros regidores de turno. No voy a quejarme, porque solo la posibilidad de seguir aquí, en el mundo virtual, es un lujo que otros no alcanzan por precisar hasta el último céntimo de euro para llenar la nevera en vez del intelecto. El Sr. Alvite, que escribió su columna en este primero de Enero, acertaba al decir que los revolucionarios nacen siempre del hambre, y eso es algo que empieza a ser denominador común en más familias de las deseables, que serían muy pocas o ninguna. El año se antoja más largo que el pasado, que era bisiesto, y la confianza en la especie humana empieza bajo mínimos históricos, como el Ibex 35 y la economía estadounidense, que es quien manda en todo este tinglado. No quisiera uno resultar agorero de la catástrofe, pero más parece que la esperanza para estos doce meses, es la de sobrevivir, con más pena que gloria, entre los apurones de la economía y el desencanto de los políticos, claramente un problema en vez de una solución. Pese a todo ello, confío en seguir aquí, casi a diario, durante estos trescientos sesenta y cinco días. Que Dios nos coja confesados. Feliz año.