Revista Cine

2013: El año en que abracé el exceso. (II)

Publicado el 17 enero 2014 por Jesusteatrero @jesusteatrero
El 2013 según... Alfredo Martínezredactor de La Llave Azul Madrid- Segunda parte -
2013: El año en que abracé el exceso. (II)
Una vez desgranado el 2013 género a género, es hora de analizar las principales tendencias cinematográficas del año.

EEUU cara a cara con su pasado:

2013: El año en que abracé el exceso. (II)Tras años de exaltación de la patria (véase el recentísimo ejemplo de Argo y su vergonzoso maniqueísmo), 2013 ha destacado por la cantidad de títulos que mostraban una no tan lustrosa Historia de América.
En la compleja y excelente Lincoln, Spielberg mostraba las luces y sombras del proceso de abolición del eslavismo y consolidación del actual estado americano.
El eslavismo era precisamente el tema principal de 12 años de esclavitud, una película impecable en su ejecución pero algo vacía de contenido en la que se muestran con machacona insistencia las brutales condiciones de vida de estos esclavos sin mayor propósito que epatar al espectador. La frialdad y el distanciamiento de Steve McQueen habían traído grandes resultados en sus anteriores obras, pero aquí se queda en un meramente correcto (e impersonal) trabajo.
Otra película que también basa su premisa en este oscuro periodo de la Historia es Django desencadenado, pero lejos del realismo de McQueen, Tarantino se marca un fascinante y fascinado western trufado con sus constantes: referencias de lo más dispar, brillantes diálogos, un extraño sentido del humor marca de la casa e incluso insólitas reflexiones sobre la esclavitud.
Sin remontarnos tan atrás en la Historia nos encontramos con El Mayordomo, melodrama de época sobre la lucha de los afroamericanos por los derechos civiles que roza lo ridículo pero que por lo menos asume su condición con honestidad, y con la admirable El lado bueno de las cosas, que no se conforma con ser un excelente thriller sino que también proporciona una ambigua mirada sobre un evento tan reciente como el asesinato de Bin Laden.
Finalmente, y aunque no trate sobre EEUU, ya que estamos hablando de revisionismo histórico-político, no puedo no mencionar la excelente No, complejo análisis sobre la instauración de la democracia en Chile.

La mala conciencia europea:

2013: El año en que abracé el exceso. (II)
La trilogía Paraíso, La caza, Después de Mayo o La gran belleza le dan la vuelta a la habitual imagen de superioridad europea y al estado de bienestar mostrando sus caras menos agraciadas: la hipocresía, la frivolidad, la ausencia de moral…
Por el contrario, el cine japonés nos ha brindado dos grandes relatos sobre sus valores culturales en general y la familia en particular como son el estimable remake de Cuentos de Tokio, Una familia de Tokio, y la entrañable De tal padre, tal hijo.

El vacío como forma de vida: Cine de neón

2013: El año en que abracé el exceso. (II)
Un gran número de películas (The Bling Ring, Dolor y dinero, Only God Forgives, La gran belleza, Spring Breakers…) han tratado la vacuidad de la vida moderna a través de fascinantes estilos visuales con el predominio de una estética intencionadamente hortera.
Esta estética de neón es el perfecto reflejo del alma del hombre contemporáneo y de los tiempos en los que nos ha tocado vivir: frívolos, aparentes y vacíos de significado.
Es tremendamente significativo que varios de los grandes romances del año sean miradas nostálgicas hacia el pasado (Amor, Tabú, La gran belleza) o invocaciones de la pureza del primer amor (La vida de Adèle).

Cine español

2013: El año en que abracé el exceso. (II)
En su discurso de agradecimiento tras ganar el goya el año pasado, Juan Antonio Bayona afirmó que el cine español debía basarse tanto en pequeños proyectos como en grandes superproducciones. No puedo estar más de acuerdo, tan necesaria es Diamond Flash como Lo imposible.
Si bien es cierto que pocos son los proyectos que han conectado con el público mayoritario, la calidad media ha sido impresionante.
Entre lo más taquillero se cuentan dos comedias imperfectas pero estimables como La gran familia española y Tres bodas de más. También los dos últimos y personalísimos trabajos de dos viejos grandes directores como Álex de la Iglesia y Almodóvar que haciendo uso del crédito acumulado han estrenado dos películas que son absolutos caprichos: irregulares pero sinceras y absolutamente loables. Ejercicios de libertad autoral de este calibre siempre serán celebrados por este cronista.
Sin tanto éxito han pasado por nuestras salas títulos tan singulares como El muerto y ser feliz, Caníbal, Vivir es fácil con los ojos cerrados y La herida, todas ellas excelentes películas que merecieron mejor suerte, aunque es cierto que la mayoría de ellas son obras puramente autorales no aptas para el cine de consumo, y, por tanto, ejercicios suicidas condenados desde su gestación a la ignorancia del público.
Diseñar productos que conecten con el gran público es la gran asignatura pendiente del cine español, un cine donde la calidad artística es innegable salvo para patanes que ignoran completamente el panorama pero se atreven a criticar y hasta a echar pestes públicamente de una industria de su propio país (Hola, Montoro y Wert).
Finalmente, sería imperdonable no hablar del cine “low cost”, cine de guerrila o El otro cine español. Da igual cómo se quiera llamar, lo cierto es que en España se está producido un fenómeno que tanto crítica como industria deben analizar y seguir de cerca. En 2013 el buque insignia ha sido la última marcianada de Juan Cavestany, Gente en sitios, pero también ha tenido otros extraordinarios representantes como Cabás, La tumba de Bruce Lee, La plaga, Ilusión, Los ilusos, Stockholm y mi favorita personal, Mi loco erasmus, en la que Carlo Padial se saca de la manga una obra inaudita, sin precedentes, de un humor único y una narración insólita.
Mención especial requiere el otra subcorriente como la del valiente proyecto Little Secret Film, que ya ha brindado grandes obras como Uranes, Estado de regresión o La lava en los labios.

El año del exceso

La senda del exceso conduce al palacio de la sabiduría
William Blake
2013: El año en que abracé el exceso. (II)

Personalmente, si por algo recordaré este año, será por la cantidad de ejercicios visuales fascinantes y narraciones imposibles que, lejos de resultar perfectos, sí se erigen magistrales. Proyectos personalísimos en el que el autor da rienda suelta a su poética propia arriesgándose a pegarse un tiro en el pie. Películas excesivas.
En 2013 me he dado cuenta de que prefiero a un poeta enfervorecido que a un minucioso artesano. Sin menospreciar a estos últimos, creo que el gran cine más que en el dominio de la técnica se halla en la capacidad para generar una determinada lirica por particular que sea. Por ello, me quedo con películas como La gran belleza o El llanero solitario antes que con 12 años de esclavitud o Gravity.
No hay más que ver mis películas favoritas del año: Amor, Tabú, The Master, La vida de Adèle, Después de Mayo, Only God Forgives, Bienvenidos al fin del mundo, Spring Breakers,To the Wonder, La gran belleza, Mi loco erasmus, El llanero solitario…
Para acabar, me gustaría dar las gracias al hombre que ha transformado la ilusión de La llave azul en una hermosa realidad: el jefe, el número uno… Jesús Choya. Acudir a un pase de prensa de la flamante ganadora de la Palma de Oro semanas antes de su estreno comercial es una experiencia cinéfila que nunca olvidaré.
Brindemos juntos el grupo de ilusos que conformamos este espacio y todos aquellos que nos leéis por un gran 2014. Un año que, como todos, traerá destellos demacrados e inconstantes de belleza, porque es sólo un truco. Sí, è solo un trucco.

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