La rusa Ulyana Sergeenko se inspira en su país natal una vez más para sus propuestas de Alta Costura. En concreto esta vez viaja a la década de los 60, relajando sus looks y haciéndolos más urbanos y menos lujosos que es a lo que nos tenía acostumbrados. En cuanto a la paleta cromática, podemos decir que ha utilizado colores típicos de la estación invernal: gris, granate y negro, en líneas generales.
Dice Alberta Ferretti que todas sus colecciones nacen de un sueño y cuando las transforma en realidad podemos jurar que así son sus vestidos: de ensueño. Siempre con esa halo romántico que la caracteriza, la italiana ha apostado por llenar de flecos, transparencias y detalles florales en esta nueva colección.
Francesco Scognamiglio presentó una colección llena de dramatismo y rica en detalles, rozando en muchos casos la opulencia. Siluetas que nos recordaban a los siglos XVIII y XIX, pero actualizadas y aportando un toque sexy mediante transparencias y la utilización de diferentes tejidos, enriquecidas con bordados, encajes y pedrería.
Bertrand Guyon decidió que esta temporada se sumergiría en la colección de 1938 sobre el circo que Elsa creó para reinterpretarla en esta nueva etapa de Schiaparelli. Todo un acierto, sin duda. Me encantaron los estampados, cosa que no suele suceder habitualmente, y la costura de las prendas me pareció estupenda.
Poco tengo que decir del desfile de Dior, salvo que espero que este sea el último desastre que hacen y quelos rumores en torno a su nuevo fichaje para llevar la casa tras la marcha de Raf Simons sean verdaderos. En esta ocasión se optó por el blanco y negro y se siguió la estela minimalista impuesta por Simons en la mejor colección desde que se fue, eso sí.
Créditos: Vogue.
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