Qué claridad preludia la sombra
al precipitarse en la tarde
como un pájaro ya entero ala.
Todo es fulgor en la caricia
en la que el cuerpo existe.
Asombra que no aturda
lo sublime contemplado.
Es clamor la luz si se la nombra.
La palabra apenas percute el aire.
Está ofrecida la verdad en puro goce.
Cunde, avanza, se abisma y clausura.
Se desdice el ocaso. Cierras los ojos.
Oh tú, júbilo pleno, acaece el amor
con blondas de nieve pura,
con terco embeleso de íntimo arrobo.
El amor de pronto horizonte
para que los días broten y nos tengan.