Imagina un aparato o suceso tecnológico. El más disparatado que se te ocurra. A mí se me ocurre poder llamar a mis llaves con la mente y éstas se teletransporten a mi bolso (algo extraordinariamente útil si eres de los que pierden u olvidan las llaves con facilidad, como yo). O poder introducir mis manos en la pantalla de mi laptop para poder obtener el producto que acabo de comprar por internet. O contar con un cuerpo igual al mío para que cuando yo muera simplemente le traspasen mi mente, y ella tenga mis pensamientos y sentimientos por supuesto. O poder con un dedo trazar en una mesa un triángulo y aparezca un desayuno nutritivo, o un cuadrado y aparezca un delicioso almuerzo… ¿Por qué no?
Las innovaciones tecnológicas que se avecinan en los próximos 50 años; modifican todo lo ya conocido, tanto es así que será una revolución para la mentalidad, siendo así difícil de asimilar, hasta parecerá sacado de un cuento.
Mucha de la tecnología del futuro pareciese de ciencia ficción; no obstante, según Arthur Clarke, escritor de ciencia ficción, menciona que: “Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.
Probablemente en el 2021 los yogurts (que incorporarán circuitos electrónicos de ADN en sus bacterias) nos cuenten chistes; en el 2026 habrá combates de boxeo entre androides; en el 2031 los robots serán más inteligentes que nosotros; en el 2036 tendremos el primer ascensor espacial; en el 2041 existirá una pequeña ciudad en La Luna; en el 2046 se habrá consolidado la energía nuclear de fusión y en el 2051 serán posibles las comunicaciones telepáticas generalizadas y la transferencia de la información contenida en un cerebro humano a una máquina.
Todo esto no es sino escenarios tecnológicos previsibles descritos en el informe BT (Group plc, marca comercial BT, es una empresa de servicios de telecomunicaciones multinacional británica, con sede en Londres, Reino Unido). No es la primera vez que BT realiza este ejercicio: uno anterior realizado en los años noventa alcanzó un grado de exactitud de entre el 80% y el 90%. En cualquier caso, la finalidad principal de la prospectiva es diseñar escenarios de futuro posibles con la finalidad de que estas perspectivas razonables de evolución nos permitan adoptar las mejores decisiones en el presente.
Así que, cualquier parecido de lo que puedas imaginar, con la realidad de dentro de unos cuantos años, es pura coincidencia.