El otro día recibí un correo en el que un hombre escribía una carta en el año 2070. En ella pedía perdón a sus hijos por haberle dejado un mundo en el que faltaba el agua y las consecuencias que ello conllevaba. Una mala alimentación por la escasez de productos agrícolas; el exterminio de muchas especies vegetales y animales; ríos y lagos sin caudales por la falta de lluvia, además de problemas gravísimos en la piel y el aumento de enfermedades. Para consolarlos, el padre les contaba cuando él y su familia se duchaban sin problemas, incluso hasta dos veces al día en los meses de verano cuando el calor era insoportable. También relataba cómo los médicos recomendaban tomar, al menos, dos litros de agua diarios mientras que ahora apenas llegaban a medio vaso. Al mismo tiempo, el progenitor les pedía perdón porque tenían que pagar su exceso de irresponsabilidad y el de la mayoría de los humanos.
Aunque parezca exagerado, hay catástrofes naturales que deben hacernos reflexionar hacia dónde va la tierra y la responsabilidad que tiene cada uno de nosotros en cuidarla, dado que las consecuencias, que pueden ser irremediables, empezarán a notarse dentro de varios años. Aunque el 2070 no está demasiado lejos para muchos de nosotros.