Kathmandú, 09 de mayo de 2016.
Ella se llama María y es española,
él es Dipak y es nepalí.
Europea y Asiático se unen en "La Boda". Un Ritual Hindú encarnado en dos jóvenes valientes que rompen esquemas, distancias, temores y tradiciones con su amor, en una ceremonia rica y colorida llena de costumbres y prácticas religiosas y sociales, cuyas bases y creencias se remontan hasta dos mil años a.c..
Allí estaba yo, como amigo de los novios dispuesto a vivir con ellos una jornada inolvidable. No lo podía creer y fue un secreto de Dipak hasta el último momento. Cuando compartiendo un café durante la preparación del viaje en Madrid comentaba con él mi deseo de vivir las tradiciones de su país de cerca, me respondía con una picara sonrisa diciendo: "Vas a vivir las tradiciones muy de cerca, desde dentro". Doy fe de que así ha sido.
Ese día esperé temprano en el hall del hotel a la llegada de Dinesh Prasad, hermano de Dipak, que me llevó en su motocicleta entre la locura del tráfico de Kathmandú hasta el recinto de la celebración de la ceremonia y posterior convite. Dinesh vestía traje elegante y una enorme sonrisa, además del casco obligatorio para los conductores de motocicletas. Yo detrás, con una camisa de manga larga comprada al efecto el día anterior con el propósito de disimular en lo posible mi atuendo mochilero, una generosa sonrisa y en la cabeza un elegante "Topi", me agarraba como una lapa para no caer en el trayecto.
El novio estaba exultante, feliz y su rostro brillaba emocionado y nervioso. La novia permanecía en un pequeño recinto escondida a las miradas de los asistentes que esperaban el momento de verla aparecer en su vestido rojo de novia nepalí. Saludos torpes con los asistentes con el Namasté aprendido al llegar, traducciones entre inglés y español, gestos cómplices con los familiares y las sonrisas típicas de quien anda más perdido que un pato en un garaje poco a poco me llevaron a recoger la hospitalidad de todos que hicieron que al poco me encontrara como en casa, salvando lógicamente las barreras del idioma.
Un pequeño altar con una zona central para la ofrenda al fuego, dos sacerdotes como autoridades religiosas y sus textos sagrados, bendiciones y mantras conformaron un ritual espectacular que terminó por unir a la pareja. La novia apareció con un precioso sari rojo, con múltiples adornos y bordados en hilo de oro y profusamente acompañada de abalorios y joyas símbolo de grandiosidad y lujo y su presencia nos hizo olvidar a todos el calor y la espera. A su lado, las mujeres de la familia enfundadas en llamativos y bonitos vestidos con sus sonrisas de felicidad dieron inicio a la ceremonia por el rito hindú. "La boda".
Toda la ceremonia estuvo llena de símbolos y prácticas que tienen por propósito enseñar a la pareja lecciones para su futura vida en común. Los tres rituales básicos son la ofrenda al fuego, las siete vueltas y el canto de mantras que indican el vínculo de unión de los novios e invocan las bendiciones a la pareja. Son muchos los gestos y muestras de aceptación entre ellos, collares de flores, amuletos y símbolos de fidelidad y felicidad que adornan el evento.
Polvo de color rojo, velos, collares, alimentos, agua, recipientes dorados, fuego, sacerdotes, padrinos, y público se funden en la ceremonia, que difiere muchísimo del concepto de boda occidental. Además de unirse un hombre y una mujer, los rituales y gestos unen a sus familias y la participación de los invitados es muy cercana y constante con los sacerdotes que continuamente indican que hacer y leen sus escritos en sanscrito.
Después de "La boda" por el rito hindú, pasamos todos a comer y reponer fuerzas en el restaurante Chhorolpa banquet en Banasthali en el mismo recinto donde realizamos la ceremonia. Después de una charla distendida, las fotos de grupo, de familia y amigos quedaron registradas en los smartphone de todos para deleite de ese día feliz y la necesidad de compartir en las redes sociales un buen selfie con los novios, el objetivo.
Finalizando la tarde cargamos las mochilas y equipajes en la furgoneta de los novios junto con el material destinado al proyecto de la Escuela y pusimos rumbo a las montañas. Un camino que no llegó al centenar de kilómetros pero complicado, a la pequeña aldea en Nuwakot donde visitar a la mamá de Dipak que con seguridad esperaba recibir a la novia en su casa.
Un día inolvidable, sobretodo para los novios, que entre los invitados buscaban complicidad con el brillo de sus miradas y sus enormes sonrisas. Un día también muy especial para mi, fotógrafo documentalista por sorpresa de una boda hindú hasta entonces totalmente desconocida para mi, que intenté recoger en imágenes que aquí os dejo. Alguna de estas fotografías quedarán grabadas para siempre en mi memoria.
Para María y Dipak, que el destino les depare lo mejor. Que esta aventura de la vida que inician juntos este siempre colmada de amor y felicidad. Que sus sueños se hagan realidad cada día.
¡Muchas felicidades! y gracias por compartir conmigo vuestro momento.
EQUIPO FOTOGRÁFICO:
Cámara Nikon D7100
Nikon AF-S DX 18-140mm
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