El viaje a Nepal ha sido especialmente emocionante en su vertiente solidaria. Pasado un año desde el terremoto, he tenido la fortuna y el privilegio de poder colaborar en la recuperación de LA ESCUELA y ver de cerca las sonrisas de esos preciosos niños y niñas gracias a las aportaciones económicas de mis amigos y amigas.
Después del terremoto la antigua escuela quedó muy dañada, alguna de las aulas totalmente destrozada y con peligro de que sucedieran más desprendimientos en la zona de la montaña donde se encontraba ubicada, a 40 minutos andando desde la aldea en la zona de Nuwakot. La comunidad local se volcó en proteger a los menores y su educación y con los fondos y donaciones recogidas desde el seísmo en el que participó nuestro proyecto "Nepal te vamos a ayudar", se pusieron manos a la obra para levantar la nueva escuela, esta vez más próxima a la aldea.
La esperanza y el futuro del país es la educación de los pequeños y la satisfacción de poder ayudar a ello es maravillosa. Nepal no saldrá nunca de la lista de países más pobres del mundo sin el turismo y sin la educación de sus escolares, por eso, continuando con el proyecto "Nepal te vamos a ayudar" con Dipak y María iniciado tiempo atrás, nos trasladamos a la aldea con la furgoneta cargada de pizarras, libros, cuadernos, lapiceros, telas para sus uniformes e ilusiones.
Son sesenta escolares de distintas aldeas, así que las compras realizadas son en proporción. La escuela se encuentra en un terreno comprado al gobierno a la entrada de la aldea en un desmonte de terreno que compró la familia Timsina para la escuela y que aún hay que seguir acondicionando. Son muchas las necesidades, pero es enorme la satisfacción de ver como la ayuda llega hasta el final del camino y revierte directamente en quien la necesita.
Lo caro en Kathmandu, una ciudad de seis millones de personas, son los terrenos y la vivienda, el resto de cosas son mucho más asequibles, de modo que las aportaciones que llevaba pusieron en marcha el tejido económico y social para construir las pizarras en una carpintería en vez de comprarlas hechas; comprar la tela de pantalones y camisas para los uniformes por metros para abaratar los costes. La furgoneta de los novios después de LA BODA sirvió para trasladarnos a todos esperando que en el camino hasta Nuwakot no nos parara la policía, que al parecer cobra aranceles.
Desde la comisión ejecutiva de la sección sindical, reseñar que miembros de la misma, así como miembros de la sección sindical de CCOO Ayto Leganés, que en su lucha continuada en defensa de la educación pública, han querido colaborar a título personal con aportaciones económicas. Se hace así realidad que éstas apoyen y ayuden en este proyecto solidario. Convertir las ayudas en realidades ha sido nuestro trabajo sobre el terreno y os puedo asegurar que es mucho más positivo comprar en el lugar que trasladar las ayudas en materiales.
El pueblo se ha volcado con el proyecto y nos acompañan en una ceremonia emocionante. Ver a niños y niñas, algunos descalzos recoger el material escolar después de dar el Namasté de manera educada sobrecoge en algunos momentos. Muchos de ellos vienen en grupo desde aldeas cercanas todos los días caminando durante más de cuarenta minutos y sus caras y ropas no dejan lugar a dudas sobre la pobreza que viven cada día. Me hace recordar ese antiguo cuento de "Había una vez una escuela"
El horario de la escuela es de 6 a 10 en verano y de 9 a 14 en invierno. ¿Os imagináis a vuestros hijos haciendo esas caminatas, con una pequeña bolsa de alimento para el recreo?. Solo pensarlo dan escalofríos, pero ellos no solo hacen eso. También los escolares son los encargados de abrir y cerrar la escuela y ayudar en todas las tareas necesarias. El toque de una campana da inicio o final a las clases, como aquí hace más de cincuenta años.
El valor de la educación en Nepal es mayor cuando pensamos en estas cosas y tener la oportunidad de ayudar en la siembra del futuro de estos niños ha sido inolvidable. Aprenden el idioma nativo y el ingles, necesario en un país eminentemente turístico. A cada niño y niña les entregamos un trozo de tela para el pantalón y otro para la camisa, también se les entrega el material escolar y al grupo formado por el gerente, director, profesores de la escuela y representante de los vecinos, unos bolígrafos y bufandas del sindicato con el símbolo de la Mujer trabajadora.
Como podéis ver en las fotografías, contrataron una costurera para preparar las telas de los uniformes con el nombre de cada uno de los escolares. Ya están levantadas dos aulas y una tercera de primaria en construcción, que esperan acabar antes de que lleguen los monzones. Madera, caña, lonas de plástico y techos de chapa son la estructura, que en principio parece resistente.
Fueron días especialmente emocionantes. El pavimento de las clases es de barro y los bancos de madera. Para los más pequeños se coloca una lona de plástico en el suelo para que puedan realizar actividades de preescolar sin demasiada humedad... y aún así, la alegría en sus caras es especial y los gestos de complicidad son permanentes. Quizá alguno de ellos el día de mañana pueda revertir sus conocimientos en la mejora de su escuela y su aldea y avanzar en el futuro del país.
Quedan pendientes muchas cosas. Hay que terminar de construir las aulas. Cerrar el perímetro de la escuela, construir un muro de contención de las tierras para evitar derrumbes, poner un suelo en condiciones para los pequeños.... Un proyecto educativo que llevar a cabo y para el que espero que podamos desde aquí seguir aportando nuestro granito de arena. Allí se queda Dipak y su familia con su padre a la cabeza como gerente de la escuela, un poco más cerca de cumplir su sueño.
Desde aquí doy las gracias a Dipak, a María y a toda la familia Timsina por su compromiso para los demás y su solidaridad con su aldea. Espero y deseo lo mejor para ellos y sus sueños.
Me traigo su hospitalidad y las sonrisa de esos niños grabada en el corazón y en el recuerdo. Seguro que los pequeños pasarán calor y frío, tendrán incomodidades en la nueva escuela, pero al menos pueden volver a estudiar y no perderán la posibilidad de un futuro mejor. Miles de niños y niñas en Nepal no tienen la misma suerte.
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