En tiempos en que la imaginación colectiva está poblada de distopías, donde los horizontes colectivos son difusos y muchas veces el temor nos hace imposible proyectar a largo plazo, también emergen discursos que portan la esperanza de que la pandemia traiga consigo un mundo mejor. Esta convivencia de sensibilidades políticas encontradas funciona como hecho y síntoma del momento de gran incertidumbre en el que nos encontramos. Las grandes crisis que sacuden a las sociedades nos colocan ante una pregunta fundamental: cómo (sobre)vivir juntos. Qué es lo que nos une y qué es lo que nos separa, cuáles son nuestros objetivos e intereses comunes. Y ya que estamos en ese dilema, quizás sea bueno hacer un poco de memoria. El 1 de abril de 1976, Rush sacaba su cuarto álbum de estudio: "2112". En aquella década el prog rock o rock progresivo, un subgénero del rock, ya se había popularizado y extendido por países de América y Europa. Caracterizado por sus largas suites musicales de hasta 40 minutos, el rock progresivo tomaba su nombre del progreso de la música, ya que esta avanzaba gracias a las complejas orquestaciones y el novedoso contenido filosófico-esotérico; progresivo, asimismo, porque la estructura musical constaba de una progresión definida. Veamos como podemos llevar el legado del narigón, el metrosexual y el genio a los días de hoy.
Por Mencía Gómez Luna
Rush fue formado a mediados de 1968 en Toronto por Geddy Lee (voz, bajo y teclados), Alex Lifeson (guitarra) y John Rutsey (batería). Comenzaron versionando en sus años de instituto canciones de Jimi Hendrix, Cream o Grand Funk, y tocando en clubs y bares; poco tiempo después, Ray Daniels, un mánager al que conocían, les brindó la gran oportunidad de ser teloneros de New York Dolls. Con ese pequeño salto a la fama e influidos en gran medida por la música de Led Zeppelin, en 1974 lanzaron su primer álbum, el homónimo “Rush”. Ese mismo año John Rutsey dejaba la banda por problemas de salud; pocos días después de su salida, ya tenían nuevo baterista: Neil Peart. Este aportó al grupo una mayor profundidad en las letras y un nuevo estilo. La historia del rock progresivo cambiaría para siempre.
En 1976, el álbum 2112 salía a la luz, el álbum que más éxito logró. Podríamos dividir dicho álbum en dos partes: lado A del vinilo, con una suite musical de unos 20 minutos; y el lado B, donde se hallan el resto de temas que no tienen que ver a nivel conceptual con dicha suite. Aquí analizaremos exclusivamente la primera parte, esa composición de 20:34 minutos que ha volado miles de cabezas y que, a día de hoy, sigue siendo una de las obras más representativas del rock progresivo.
Esta suite lleva el mismo nombre del álbum, 2112, haciendo alusión a un año futuro donde tendría lugar una sociedad distópica, inspirada en la novela Himno de Ayn Rand (así venía indicado en una nota en la cubierta interior del vinilo original). Por ello, la letra de esta canción, escrita por Neil Peart, junto a la música compuesta por los otros dos miembros, Geddy Lee y Alex Lifeson, nos adentra en la historia de un hombre en una sociedad autoritaria controlada por una élite sacerdotal.
La composición está dividida en siete partes: Overture (4:32), The Temples Of Syrinx (2:13), Discovery (3:29), Presentation (3:42), Oracle: The Dream (2:00), Soliloquy (2:21), Grand Finale (2:14):
Se inicia con la obertura (I: Overture) y el sonido de unos sintetizadores con unos glissandos futuristas que nos hacen trasladarnos a un mañana; a continuación entran batería, guitarra y el bajo con el característico sonido del rock setentero, y no tarda en sonar el feroz solo de guitarra de Alex Lifeson que a tantos músicos ha conquistado. Al finalizar esta introducción, Geddy Lee canta suavemente And the meek shall inherit the Earth (Y los humildes heredarán la Tierra), dando pie a The Temples of Syrinx, donde comienza nuestra historia.
En esta nueva parte de la canción se contextualiza dónde se suceden los hechos: en los templos de Syrinx. Geddy Lee, con su potente y agresiva voz, toma el papel de sacerdote para, a través de la letra, ponernos en situación y explicarnos cómo funciona esta sociedad. Los sacerdotes han tomado el control de todo —imágenes y canciones— mediante la computación. Todos se hallan encerrados entre los muros de los templos, sin necesidad de preguntarse por qué, sin la capacidad para hacerlo, y se mantienen unidos bajo la falsa ilusión de “igualdad” y “hermandad”. Es una sociedad donde no cabe el concepto de “individualismo”, todo se hace por y para un “nosotros”, y evidentemente tampoco existen libertades individuales. Es aquí donde vemos las influencias de la filósofa Ayn Rand y su objetivismo individualista.
Silencio. El sonido de una guitarra serena inunda el espacio. Comienza Discovery . La voz de Geddy Lee se torna más apetecible y plácida; ahora toma el papel del protagonista que cambiará la historia. No hay percusión, todo suena calmado. Nuestro protagonista ha encontrado un objeto extraño que hace música: una guitarra. De pronto, la batería entra impetuosa, marcando el paso hacia Presentation , el momento en el que nuestro protagonista se presenta ante los sacerdotes para mostrarles la guitarra. Esta parte de la suite es probablemente la más emocionante, pues se da una conversación entre el protagonista y el sacerdote, un intercambio de palabras sensacional, en el que Geddy Lee cambia su registro y actitud para interpretar a ambos personajes. Cuando el sacerdote ve la guitarra comenta que no se trata de ningún objeto nuevo, es solo una pérdida de tiempo que destruirá la raza del hombre. It doesn´t fit the plan (No se ajusta al plan). Nuestro protagonista se marcha. En este tipo de sociedades autoritarias, el líder suele acudir al tradicionalismo para evitar que una novedad pueda producir un cambio en la estructura social. Se teme que cualquier pequeño factor ponga en peligro a la élite y evidencie que existe una posibilidad, por muy pequeña que sea, de lograr este cambio.
No obstante, esa misma noche el personaje principal tiene un sueño en Oracle: The Dream. Es el momento de tirar los muros, es el momento de cambiar. En Soliloquy, mientras que la guitarra parece deshacerse en un llanto, el protagonista se pregunta con una voz quebrada pero agresiva cómo sería su vida en un mundo como el que vió en el oráculo; I don’t think I can carry on, carry on this cold and empty life. (…)My lifeblood spills over (No creo que pueda seguir con esta vida fría y vacía (..) Mi sangre vital se derrama). Se deja un final abierto con la posibilidad de que se haya suicidado. Deja entrever que posiblemente se deba a que ha adquirido una conciencia individual, ya no colectiva, dándose cuenta del autoritarismo de los sacerdotes, la verdadera injusticia social, y el pavor general al cambio.
Por último, en Grand Finale, la agresividad de la batería, guitarra, bajo y sintetizadores se unen, evidenciando la rabia, el enfado, la furia, la cólera por miedo a la verdad, por temor a la resignación y a un mundo controlado al máximo, sin música, sin conciencia individual, con un único sentimiento colectivo distorsionado para mover a las masas, con tan solo la existencia de un vacío “nosotros”. Unas voces robóticas y espaciales provenientes de Rush dan un mensaje al finalizar esta suite musical: Attention all planets of the Solar Federation. We assumed control (Atención a todos los planetas de la Federación Solar. Hemos asumido el control). Parece haber una esperanza.
Mencía Gómez Luna