ISBN: 9788402421005
Páginas: 368
Precio: 19 €
A pesar de la cantidad de libros que se han escrito sobre la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, día a día compruebo que todavía se pueden ofrecer nuevas perspectivas sobre el conflicto y las vivencias de la gente que lo sufrió. No comparto en absoluto las opiniones que dicen que este tema está demasiado trillado en la oferta actual: personalmente, pensar hay demasiadas novelas sobre guerras me parece igual que decir que hay excesivas novelas de amor, de médicos o de códices secretos. Puede que abunden, no lo niego, pero cada una aporta algo distinto porque la magia de la literatura es esta, crear y construir un buen relato a partir de una idea que el autor desarrolla con su sello personal. Además, no se puede negar que la primera mitad del siglo XX marcó un antes y un después en la historia mundial, de modo que es lógico que se hable de estos hechos.
De todos modos, la intención de esta reseña no es defender el género bélico, sino ahondar en mi última lectura: 22 Britannia Road, obra de una escritora novel que ha conquistado a la crítica y los libreros de Inglaterra. Me llamó la atención en cuanto la vi entre las novedades, apenas necesité leer reseñas de los anglosajones para convencerme de que tenía que leerla. Y no me arrepiento de haberlo hecho.
Amanda Hodgkinson
La autora de esta novela es Amanda Hodgkinson, una inglesa nacida en Somerset en la década de los sesenta que se declara una gran cinéfila. Cuando tenía diez años, sus padres abrieron una tienda de libros de segunda mano y entonces nació su amor por la literatura: mientras sus hermanos miraban la tele y tocaban la guitarra, ella pasaba horas y horas entretenida con la lectura; seguramente fue entonces cuando decidió que quería dedicarse a escribir. Años más tarde, cuando ya era madre de dos hijos y tenía una larga lista de empleos a sus espaldas, decidió hacer realidad su sueño y estudió Escritura Creativa en la Universidad de East Anglia. Poco después se trasladó al sur de Francia con su familia, donde terminó de escribir 22 Britannia Road (2011), su primera novela, que ha tenido una gran acogida en su país de origen.22 Britannia Road
Londres, 1946. La guerra ha terminado y es la hora de los reencuentros: Janusz y Silvana, un joven matrimonio polaco, se vuelven a ver después de seis años de separación obligada. Él tuvo que marcharse para defender a su país, aunque las cosas no siguieron el rumbo previsto y acabó en Inglaterra, donde ha comprado una casa para su familia en el número 22 de Britannia Road. Ella, por su parte, pasó una larga temporada en el bosque con su hijo Aurek, un niño de carácter retraído que no se separa de su madre. Precisamente él es el primer obstáculo para la adaptación en su nuevo hogar: el pequeño se muestra huraño con su padre y Silvana se resigna a su actitud, mientras que Janusz se desespera al comprobar lo difícil que le resulta ganarse su confianza.Sin embargo, Aurek no es la única dificultad que debe superar la pareja. Los dos han cambiado y esconden secretos que todavía los distancian más: Janusz tuvo un amor y Silvana está profundamente marcada por la relación que mantuvo con su hijo durante el conflicto. Él pone todo su empeño en cultivar su perfecto jardín inglés y ella se esfuerza en ser una buena ama de casa, pero lo que ocultan golpea su interior y tarde o temprano tiene que salir a la luz… si es que son capaces de afrontarlo.
Comentario personal
En 22 Britannia Road hay tres historias en una: Janusz en la guerra, Silvana con su hijo en plena lucha por sobrevivir y el reencuentro en el que Aurek es el gran protagonista. El que haya variedad de temas y algunos se centren más en los sentimientos que en el conflicto armado puede hacerlo atractivo para un sector más amplio de lectores. Por otra parte, escribir una historia que alterna dos tramas (presente y pasado) no es tan simple como plantear dos tramas e intercalar sus capítulos; también hay que saber encajar ambas para que las grandes revelaciones vayan a la par. Amanda Hodgkinson lo sabe y por eso su novela contiene grandes dosis de emoción, lo que unido a su habilidad para cerrar los capítulos con mucha intriga, invita a seguir leyendo en todo momento.Su forma de escribir es meticulosa, gusta de detenerse en los detalles y en general desprende mucha delicadeza y calidez. Emplea la tercera persona, aunque se centra bastante en la figura de Silvana (salvo en los fragmentos dedicados a las vivencias de Janusz en el pasado). Destaco su habilidad para plasmar la evolución psicológica de los personajes sin necesidad de emplear largas descripciones: lo transmite todo a través de los hechos, como debe ser. Por lo demás, los capítulos son breves y el ritmo más bien pausado; es un relato para saborear con calma, sin perder de vista sus muchas cualidades.
Cambiando de tercio, el tema central me parece muy atrayente: una familia se vuelve a encontrar y desea salir adelante, pero todos sus miembros son conscientes de que han cambiado y nada es lo mismo. «La guerra había sido un invierno continuo, una sucesión de diciembres y eneros. Por eso la paz tenía que ser el verano. Y creyó que éste por fin había llegado cuando empezó a vivir en esta casa, cuando dio comienzo a esta vida en este pueblo de Inglaterra, con su mujer y su hijo» (pág. 302). El flash-back para averiguar qué les sucedió también despierta mucho interés y resulta imprescindible para entender lo que sienten los protagonistas en 1946: «Los recuerdos se encogen. Igual que una pastilla de jabón que se usa repetidamente, empiezan a deformarse, van perdiendo el aroma, se vuelven demasiado livianos y resbaladizos» (pág. 340-341).
Además de las profundas transformaciones que provoca una guerra en quienes la viven, la novela invita a reflexionar sobre hasta qué punto los secretos pueden destruir una relación y una vida (y no hace falta ser amante del género bélico para entender esto). Las páginas están cargadas de tensión y miedo, pero sobre todo de dolor, mucho dolor por el daño que esas verdades ocultas les hacen a ellos mismos, en especial a Silvana. Por otro lado, el simbolismo del jardín merece una mención aparte: Janusz y Silvana trabajan para tener un perfecto jardín inglés, pero a la vez este patio se convierte en el reflejo de las mentiras de su relación. Me pareció un elemento curioso, un detalle inteligente que da más valor a la historia. El desenlace va acorde con el planteamiento, resulta coherente con los hechos y, al mismo tiempo, bonito. Me ha dejado con la sensación de que la autora lo tenía todo bien atado, y eso me gusta.
En relación con los personajes, Aurek me cautivó de inmediato: un niño de carácter difícil absolutamente apegado a su madre. La cubierta lo refleja muy bien: el pequeño escondido detrás de ella con expresión de recelo. Silvana también está muy bien caracterizada, debe adaptarse a la rutina de Londres y aprender a ser una buena ama de casa inglesa, una cuestión que obsesiona a su marido. En mi opinión, la relación entre madre e hijo es el tema más importante de la obra, tanto por lo que vivieron en el bosque (unas escenas llenas de espíritu de lucha y supervivencia) como por la etapa actual; el libro habría sido digno de figurar en mi selección de novelas sobre la maternidad en la literatura. «Así es como se presenta Silvana, como un soldado dispuesto a matar por su país. Y el país de Silvana es su hijo» (pág. 246). Creo que gustará especialmente a quienes se emocionen con este tipo de historias.
Asimismo, las amistades que traban con los secundarios tienen un gran atractivo. Por ejemplo, la de Aurek y Peter, un niño que vive con muchas más comodidades que él (a ratos esta pareja me recordó a El niño con el pijama de rayas por el contraste entre ambos) y cuyo padre tiene un papel decisivo en el libro. El contacto entre Janusz y Silvana con sus vecinos, una mezcla de interés mutuo y cariño sincero, también da mucho de sí. Lo mismo sucede con sus camaradas durante la guerra, ya que ambos conocen a gente que deja huella en ellos, para lo bueno y para lo malo. Siempre presto mucha atención a las construcciones psicológicas y las relaciones entre personajes, y todo lo que hay aquí me ha convencido, he conectado al cien por cien con el enfoque de Amanda Hodgkinson.
Por lo demás, 22 Britannia Road es una novela llena de sentimientos, especialmente en la parte del presente. A través de los hechos, la autora muestra la realidad de tres personas en un momento en que, pese a haber superado lo peor, están muy afectados por lo ocurrido y tienen que hacer frente a un nuevo reto: el de aprender a vivir con unas heridas que no cerrarán nunca. Me impliqué en la vida de Silvana, Aurek y Janusz (en este orden); al dejar de leer seguía pensando en ellos y me preguntaba qué les ocurriría después, cómo terminaría todo. No me ha dejado indiferente, y con esto lo digo todo.
Conclusión
22 Britannia Road se suma a El puente invisible, La vendedora de huevos, Cuando Hitler robó el conejo rosa, La ladrona de libros, Un secreto bien guardado y tantas otras novelas que recrean algún aspecto de la Segunda Guerra Mundial que me han hecho disfrutar (y sentir) mucho. Esta vez no toca leer sobre campos de concentración ni bombardeos, sino sobre una mujer que se escondió en el bosque con su hijo y un hombre que encontró un nuevo amor mientras retrasaba el momento de luchar en el frente. Pero, por encima de todo, 22 Britannia Road es la historia del reencuentro de unos extraños que luchan por rehacer su vida, un tema que invita a la reflexión y está cargado de emociones que permanecen en la memoria. La recomiendo vivamente a quienes tengan la suficiente sensibilidad para adentrarse en las entrañas de estos tres personajes y recorrer este camino junto a ellos.Nota: las fotografías están sacadas de la web de la autora.