Lo confieso, siempre me ha gustado la Navidad. Debo ser un bicho raro porque siempre he disfrutado montando el árbol, el pesebre, ayudando a mi madre con la comida de Nochebuena… la Navidad para mí es un momento del año especial; especial por las luces de la ciudad, los villancicos, la familia reunida alrededor de la mesa para cenar el día 24, la llegada de los Reyes Magos, los regalos… son cosas que he disfrutado desde que era niño.
Felices fiestas
Este año será la primera Navidad que pase lejos de mi casa y de mi familia, ellos se reunirán como cada año para comer y beber y yo estaré a unos 10.000 kilómetros de distancia. Esta Navidad será diferente, más íntima; seremos sólo mi esposa y yo porque hace ya más de medio año que decidimos irnos de España buscando un futuro mejor. No voy a mentir, la aventura está siendo complicada y difícil, pero aún seguimos con las esperanzas intactas, hemos tenido más oportunidades para trabajar en nuestro nuevo hogar en cuatro meses que en España en más de un año y estamos a punto de iniciar el 2013 con ganas de seguir mirando hacia adelante y no hacia atrás. Pero hoy, en mi último post de este año aquí en Siempre[en]medio, me permito hacer lo contrario y echar la vista atrás; a esos 24 de diciembre que compartí con padres, hermano, tíos y primos, para dejar constancia de lo mucho que les echo de menos y desearles lo mejor a todos ellos para el nuevo año. Lo triste no es tener que dejar tu país para poder salir adelante, lo peor es sufrir por los que dejas allí. ¡Feliz Navidad a todos!
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