Cristina trabajaba como administrativa para una empresa cuando en repetidas ocasiones inhaló sustancias tóxicas. Lo que comenzó por un diagnóstico de asma acabó en Sensibilidad Química Múltiple (SQM). Tras pleitear por sus derechos y salud un tribunal de Justicia le ha dado la razón y la ha indemnizado con 220.000 euros.
Es la historia de quien la sigue la consigue. Cristina sufrió una primera intoxicación aguda en 1994 cuando se expuso a una fumigación rutinaria. Desde entonces, fue sufriendo a lo largo del tiempo distintas disfunciones físicas, precisando de continuos controles y asistencia médica en los años posteriores.
Primero fue una hiperreactividad bronquial luego han ido apareciendo episodios de fatiga crónica, algias musculares y articulares, disfunciones hormonales neuropsicológicas siendo todo ello compatible, como conjunto de síntomas con la calificación de síndrome químico múltiple por exposición a pesticidas organofosforados.
A mediados de 2009 se le reconoce la Incapacidad Permanente Absoluta por “sensibilidad química múltiple asociada a fatiga crónica y síndrome seco afectación neurocognitiva de memoria de concentración, confusión e inestabilidad motora”.
Puede parecer mentira pero esas y otras enfermedades están provocadas por una exposición continuada a productos cotidianos que son tóxicos. Podéis leer el documento judicial completo que obliga a la compañía contratante a indemnizarla por los daños causados en su salud.
Llama a atención que la estrategia jurídica de la parte demandada ha sido alegar que los hechos habían prescrito pues pasó mucho más de un año desde que los sufrió hasta que lo denunció por vía judicial. Pero el tribunal estima que el plazo
no puede iniciarse hasta que el beneficiario tiene un cabal conocimiento de las secuelas del accidente y de las mermas que tales secuelas producen, tanto en su capacidad de ganancia, como en su patrimonio biológico”.
Y cuando se sigue un procedimiento judicial para la fijación de las lesiones padecidas, “el plazo sólo comienza a correr desde que el mismo se agota”. Añado yo que las secuelas de una SQM y esas otras enfermedades pueden alargarse en el tiempo y no sólo eso sino aparecer otras que aún no se habían detectado como consecuencia de la profunda intoxicación de organismo.
La sentencia está muy fundamentada e incluye daños morales. Yo creo que esto siempre debiera contemplarse e indemnizarse mucho más. pues si no he leído mal, el juez considera justo ofrecer a la víctima 30.000 euros como compensación. Pero ¿cómo se calcula cuánto vale el sufrimiento causado a una persona desde el año 1994 que comenzó a padecer ese calvario y vivió y vive desde entonces en la incertidumbre?
Una de la claves del caso es que la empresa fue sancionada por falta de medidas de seguridad, en particular “la combustión de gases de plástico y las fumigaciones mensuales en una mala ventilación”. Es decir, tanto desarrollando medidas de seguridad como eligiendo productos no tóxicos, el desastre se hubiera evitado.