Revista En Femenino

2202.- Un café con las amigas

Por Siona @laboresenred
Seguro que ya lo habréis recibido por alguno de los miles de chats que todas tenemos en nuestro WhatsApp. Uno de esos textos enormes que te da una pereza leer que te mueres pero que, siempre, terminas leyendo. Y en este caso, para bien.

2202.- Un café con las amigas

Y acompañado con tarta de chocolate, ¡mejor que mejor!


Para bien porque es un texto que dice una gran verdad. O al menos, en mi caso, se cumple al 100%. 
Por lo visto, en una conferencia en la Universidad de Standford sobre la conexión entre mente y cuerpo, sin ninguna certeza de que esta conferencia se produjera en realidad, se decía que para el hombre, lo mejor para su salud mental ( y la no mental, también) es casarse con una mujer. Y sin embargo, lo mejor para la salud mental de la mujer, lo mejor es cultivar la relación con sus amigas. Por supuesto sin querer entrar a valorar otras posibilidades de matrimonio porque no vienen al caso.
Porque mientras estamos charlando con nuestras amigas, compartiendo nuestros sentimientos, nuestras inquietudes, fabricamos más seratonina que nos ayuda a combatir la depresión y produce una sensación general de bienestar. Y yo lo certifico al ciento por cien.
No quiero decir con ésto que no me guste charlar con mi marido. Lo hago y mucho. Y lo buscamos. Buscamos los momentos sin niños para muchos cosas (;D) pero también para hablar de lo banal y lo no banal. De aquello que nos inquieta y también, para llegar a algún punto de conexión en aquello en lo que no estamos de acuerdo. A veces lo conseguimos y otra no pero, ¡eso también es otro tema y da para otro post!
En mi caso, necesito el café con mis amigas, la comida o la cena, o un simple paseo o caminata tanto como el comer. Porque yo necesito imperiosamente expresar lo que siento. No se guardármelo. Si algo me inquieta, necesito expresarlo para que esa inquietud, ese malestar, desaparezca o se mitigue. Para mi es muy importante conocer también la opinión de ellas. Porque, en la mayoría de los casos, los problemas no son tales. O, al menos, no son tan grandes o tan fuertes como nosotras lo vivimos. El compartirlos no ayuda a sofocarlos.
Y también me gusta escucharlas. Porque, escuchándolas, no sólo ayudo a que ellas se sientan mejor sino que además, me ayudan a mí a mejorar o a entender más facilmente algunas actitudes que no comprendo. O que no había sabido entender o ver de la misma manera si una de ellas no me hubiera abierto los ojos.
Pero, ¡no son todo problemas! También reírnos de nuestros defectos o de aquel novio tan feo que te echaste (o me eché) en la adolescencia. O reírnos de nuestras barrigas o lorcetas. O compartir la última tienda de ropa chula. O ese médico que te hizo ese "arreglillo". O el peluquero que te dejó esas mechas tan bonitas. O aquel al que nunca volverás. Ese patrón de esa chaqueta de punto tan bonita que te hiciste. O ese blog que tanto te ayuda o te divierte...
En definitiva, compartir tu vida con tus amigas. A través del chat o del teléfono porque, físicamente, no están a tu lado pero psicológicamente las tienes pegaditas a ti en todo momento. Sentir su risa y sus lágrimas. Su cercanía. O su enfado que alguna vez, al menos a mí, me ha servido para darme cuenta de un error y calibrarme mejor. A mi, todo eso, me da la vida. Y desde luego que debo tener el ambiente cargadito de seratonina porque, gracias a Dios (o a los Dioses) puedo decir que tengo muchas y que las quiero mucho a todas.
¿Te tomas un café?¿Te apetece compartir tu seratonina conmigo?

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