El 23F cada vez se parece más a una película, chapucera, pero película.
El hombre, en el momento en que nace, no hace sino comenzar una carrera imparable de obstáculos contra la muerte, carrera que de antemano está destinado a perder en favor de la Parca, esa puñetera mal nacida.
El tiempo, otro maldito capullo más que nos esclaviza, pues no somos más que prisioneros del implacable fiscal, que una y otra vez, impasible a los largo de los años, da un puñetazo en la mesa mostrándote en los morros que él siempre está ahí para poner las cosas en su sitio, para recordarte de una u otra manera que al final todo tiene un sentido…o quizás nunca lo tuvo.
Pero el tiempo duele. Hacerse mayor duele. Y de qué manera. Crecer y madurar es un proceso tan rápido y duro, que uno se pregunta continuamente por qué al nacer nadie nos ha entregado un maldito libro de instrucciones. O quizás un pequeño curso de formación, de esos que ahora se llevan tanto, y prepararnos para abandonar la inocencia, la ingenuidad, la ilusión incluso, en favor de la cruda realidad, el pesimismo, y el peor de los augurios.
¡Se sienten coño! Inolvidable frase para la historia... y eso si que no fue ninguna película.
Ayer se cumplieron 32 años desde el Golpe de Estado de Tejero. El famoso 23F. Desde bien jovencito la historia del asalto al Congreso me cautivó, y he leído y visionado mucho acerca del fatídico día que pudo cambiar para siempre el destino de este país. No falla. Lo que en principio se asemejaba a una gran producción de Hollywood, con sus “buenos” y “malvados” y el más emotivo de los finales, torna con los años y a día de hoy a una chapucera historia de la que únicamente saco como conclusión que casi nadie tenemos ni puñetera idea de lo que realmente ocurrió.Mi menda, aunque últimamente cada vez menos, siempre ha prodigado especial simpatía por la figura del Rey Juan Carlos. Especialmente, tras conocer el famoso episodio, y al igual que gran número de españoles, llegué a sentir gran veneración por nuestro Monarca. Ahora bien, sin querer restarle un ápice de mérito al Rey, el arriba firmante no deja de preguntarse como fue posible que Su Majestad, en un Golpe de Estado, gozara de posibilidad de maniobra, que dispusiera de teléfono y fax, e incluso pudiera grabar un mensaje para tranquilizar a la población y éste se emitiera en TVE.
Tintín y sus amigos dando la bienvenida a Armstrong
Ahora todo lo que tiene que ver con el 23F me aburre sobremanera porque estoy convencido de que nunca conoceremos la verdad. Me gustaba más aquella historia cuando simplemente era eso, una historia magnífica sin que el paso de los años la descafeinara hasta convertirla en un asunto vacío de obviedad y verdad.
Hacerse mayor duele, y que te rompan un mito puede llegar a ser traumático. Últimamente cada vez soy más incrédulo. No hasta el punto de dudar de la llegada del hombre a la Luna, aunque discrepo en quien fue el primero en hollar la superficie de satélite rocoso. No fue Neil Armstrong, sino Tintín, y unos cuantos de años antes, y además encontró agua, que lo sepan. Tintín siempre tiene razón. A él me lo creeré siempre.