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23 paseos, los perros y el amor

Publicado el 15 enero 2021 por Cineenserio @cineenserio

Hará mal el espectador en dejarse llevar por el tráiler, la publicidad o la sinopsis que reducen este filme interesante a una películeja montada a partir de una idea (el encuentro e historia de amor entre dos personas maduras) y desarrollada con habilidad y “buen rollo”. Y hará mal, simplemente, porque se equivoca. 23 paseos son otros tantos encuentros de Dave, un enfermero jubilado, y Fern, una trabajadora social divorciada. Coinciden en el parque en el paseo diario a sus perros. Poco a poco surge una historia de amor, sereno y con miedos, pero amor que siempre es compañía, sobre todo a cierta edad en la que el sexo puede esperar. Afortunadamente la película va más allá, porque cada uno tiene unas circunstancias: Fern no resuelve los conflictos con su ex y tiene que coincidir con él en una boda en Canarias; y Dave tiene su familia y va a ser desahuciado por impago del alquiler. 

23 paseos, los perros y el amor

Tras el primer tramo en que parece que, efectivamente, la película se reduce a una cosita ligera y sabida, el relato alza el vuelo, se complican las situaciones y se abunda en cuestiones como la sinceridad en las relaciones de pareja, el cuidado de los hijos adultos, la supervivencia frente a la enfermedad de los seres queridos, la relación con los animales domésticos… en fin, de algún modo, cómo situarse en la vida para no hacer daño y amar. Casi nada.

Escribe y dirige Paul Morrison (Londres, 1944), un cineasta que no se ha prodigado mucho en la gran pantalla —se ha dedicado más a televisión— y que, al arriba firmante, dejó mal sabor de boca con Sin límites (Little Ashes) (2008), donde recreaba la Residencia de Estudiantes de los años veinte con el más famoso trío de huéspedes: Buñuel, García Lorca y Dalí. Afortunadamente, esta nueva película resulta mucho más creíble, pertinente y entrañable. 

Que Morrison tiene oficio se percibe en la sorpresa y la ruptura en la relación de los novios a mitad de metraje, pero también con esos dos personajes no-personas que son los perros, que cumplen su función en todo momento, particularmente al final. Y con los familiares ausentes cuyo peso en el relato se evidencia por las dificultades que experimentan Dave y Fern. También saca partido de las frases en español que intercambian, justificadas porque lo dicho en otro idioma compromete de otra forma: muy bonito el “Bésame mucho” que Fern entona con puesta en escena incluida.

23 paseos, los perros y el amor

Morrison consigue en 23 paseos un tono equilibrado, sin buscar el humor de forma artificiosa ni cultivar el melodrama (aunque la película lo sea) más allá de la fidelidad a lo real que el género exige; como también logra un ritmo adecuado y una interpretación ajustada en los dos veteranos protagonistas, sobre los que recae gran parte del peso de la película. 

No queremos despertar en el lector expectativas desmedidas: no es excepcional, pero deja un buen sabor de boca y trata al espectador como adulto. Cine independiente más allá del estrellato o la rentabilidad de un público de amplio espectro. Pero cine, cine (lo que, ahora mismo, no es poco). 

23 paseos (23 Walks, Paul Morrison, 2020)

23 paseos, los perros y el amor

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