Aquí estoy, un año más maquinando recetas para sorprender a mi señor esposo. Mi jovenzuelo ha cumplido años cambiando de decena y ¡toca celebrar! Para cebarle bien lo mejor es ceñirse a sus gustos: sencillos, por supuesto, nada de parafernalia, ni de mantequillorra con azúcar al más puro estilo yanki (¡adiós, manga pastelera!) y mucho menos fondant (esa plastilina de azúcar tan bonita como empalagosa)
La siguiente selección de tartas, algunas realizadas en años anteriores y otras por realizar, quizá no sean vistosas y sorprendentes, pero son aptas hasta para las manos inexpertas. Y lo mejor es que están formidablemente ricas. Sin más preámbulos... ¡A por ellas!
Hace más de tres años que atesoro esta receta, quizá una de las golosinas de chocolate que más tolero, la Sachertorte, es ya un clasicazo de la cocina Austríaca. La tarta Sacher (leído /sájer/) fue creada en 1832 por un joven aprendiz de repostería. Su crujiente cobertura de chocolate y la suavidad de la mermelada de albaricoque son un caprichito. Su presentación, lisa y sencilla, es el colmo de la elegancia. Confieso que a mi no me queda tan lisita, pero es rica, riquísima. Si alguna vez pisáis por Viena no dejéis de tomarla, en ese mismo hotel, con una buena taza de café melangé.
Sachertorte (foto de la Wikipedia, y por aquí la receta que yo sigo)
En otra ocasión me atreví con una tarta Guinness, también es bonita, espectacular el contraste y la negrura del chocolate con la "espuma" de queso. Eso sí, confieso que las proporciones de mantequilla me superan y puede que ,si la repito alguna vez, pervierta la receta reduciendo ese ingrediente a la mitad. Es irlandés a tope.
Chocolate Guinnes cake (vía Nigella)
Como en esta casa somos muy frikis de lo nuestro, siempre nos ha llamado la atención uno de los postres más emblemáticos de Japón, presente constantemente en animes como el de Shin Chan, cuyo protagonista se pierde por la tarta de fresas con nata. Es fácilmente adaptable con un bizcocho sencillo y buena nata montada. Lo mejor es hacerla en tamaño pequeño para compartir entre dos enamorados. Y hasta ahí puedo leer.
Shortcake de fresas (vía Recetas Japonesas)
Una de las tartas que me gustan y que tienen mucha aceptación últimamente puede ser la tarta de zanahorias, también llamada carrot cake. La más ricas que he probado la hizo una compañera de trabajo... qué rebuena estaba, ahí os dejo su receta. Especiada y dulce, cargadita de zanahoria, con pasas y nueces, por lo que ¡también cuenta como verdura! Ideal para una tarde de té con amigos.
Carrot cake (vía Sweet June)
Últimamente me sorprendió encontrar en el buzón publicidad con una rica receta en su contraportada. Reconozco que en un barrio nuevo, de esos con un portero que intercepta todos los folletos, es difícil que te llegue la propaganda. Se agradece no tener el buzón lleno de papelotes, sobre todo en verano, pero otras... También es cierto que me han pillado con la mente golosa y el proyecto de tartas en mente, pero ahí os dejo un tentador pantallazo de la tarta que proponen de cerezas. No sé si está bonito que os remita a la publi de un mercado, pero, ¡eh! ¡tiene una pintaza! No se descarta que la haga con cerezas naturales cuando sea la temporada, ¡que no queda nada! Lo seguro es que me fijaré un poco más en el buzón e iré coleccionado estas recetas de contraportada.
Tarta de cerezas (vía Aldi)
Actualización de última hora sobre la tarta "de cerezas". La he recreado con la mitad de ingredientes y queda una tarta considerable, casi tan grande como la de la foto del catálogo. Se puede cambiar una fruta por otra, por ejemplo, trozos de melocotón en almíbar, gajos de mandarina, manzana... La base es del tipo "galleta de mantequilla"y tal vez en la parte baja del horno se haga mejor, aportando consistencia. La próxima vez pondré menos mantequilla, porque rezumaba. Es preferible dejar que enfríe y termine de cuajar en el propio molde antes de desmoldar, si no queremos que se desmorone. Os lo digo con conocimiento de causa, que mi molde se ha desmontado al ir a sacarla del horno y... mejor sin foto. Lo importante es el contraste entre la cortecilla crujiente y el interior tierno, no muy dulce y por lo tanto poco empalagosa.
El colorido y la gelatina son muy retro, pero me ha fascinado visualmente esta receta. No está nada mal para dar a los niños y, aunque los colores elegidos lo hacen muy navideño, este flan de gelatina me ha dejado flipando. Lo mejor, que es sencillo a más no poder, nutritivo y, ¡fresco para el verano!
Gelatina de leche y frutas (vía Pequerecetas)
Finalmente os comentaré la tarta que tengo intención de hacer para celebrar con los colegas. Una de las muchachas es celiaca, ¡es una movida! Como me gusta agasajar a mis invitados con cosas que puedan picotear sin miedo a, no sé, salir corriendo al hospital más cercano.... Además para mi es un mundo prácticamente nuevo con el que me solidarizo, por lo tanto tengo pensado hacer un sencillo flan de café "al estilo madre", cuya receta os comentaré a continuación y cuya foto será la que saque yo sobre la marcha. ¡¡Espero que quede rico y también digno de foto!!
La receta del susodicho flan de café es típica de madre, es decir "cantidades a ojo". Viene llevando un par de sobre de cuajada (¡sin gluten!), medio litro de leche, una tarrina de queso de untar (unos 200 gramos), azúcar al gusto (dos o tres cucharadas van bien, según nos levantemos de golosos) y una puntita de café soluble (media cucharadita o la cucharadita entera si queremos un sabor más intenso a café) Todo esto lo calentamos en una cazuela, mezclando bien y disolviendo los sobres de cuajada previamente en un poco de leche. Lo vertemos en el molde caramelizado y dejamos que se enfríe antes de desmoldar. Como se come fresquito es ideal para el verano. Para los más viciosillos y los atrevidos, he leído por ahí una versión que añade a la mezcla un chorrillo de crema de güisqui, dando como resultado un flan de café "irlandés", ¡habrá que probarlo también!
¡Que aproveche!