Ando algo reacia a dejar ir el mes de noviembre sin alguna reflexión milagrosa, espiritual y amante a la energía.
¡Hola, queridos lectores!
Antes que nada, debo de dar las gracias a todas las personas que siguen ahí y por las que vendrán… Estamos a pocos días de terminar el año, de comenzar vacaciones y de tener un receso necesario, para algunos cuantos que estamos “chupados”, la universidad y un buen futuro que es incierto, nos llama.
Ahora si señores, vamos por aquel artículo de hoy mientras hago una actividad de la UNAD (que no entro en paro)
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Todas las personas somos una constitución de historias tanto por experiencia, como por espejo.
En mi vida han pasado bastantes espejos, tanto en la misma Red de apoyo inmediata y en la Red que he llevado construyendo desde que tengo uso razón, si no lo recuerdan mi condición física y mental, no es que me hagan pensar igual que el resto, junto a la poca – mucha experiencia que tengo en algunos aspectos de la sociedad. Entiendo perfectamente el saber que soy diferente, que vivo mi revolución de otra manera, pero cuando te crían de una manera en que te dicen:
“Usted puede hacer todo lo que quiera ser” y más cuando vuelves constantemente a casa. Tu verdadera casa, es allí donde ves la gran brecha social y lo que tienen algunos en la cabeza.
Pues que les puedo decir además de estar sentada en el comedor, en la cocina en la casa de mi abuela, el sitio aquel que siempre será testigo de los acontecimientos más románticos e importantes de mi vida: aquí fue donde descubrí el amor a la literatura, donde me besaron con ganas de meter otro miembro entre en mis piernas, de cómo llore por segunda vez al leer el final de Bajo La Misma Estrella… Esa misma tarde en la que él me cogía y me pedía que le odiara, donde muchas veces me trasnoche, para escribir y fue aquí mismo, donde leí, para después gritar de emoción, cuando dijeron querer mi libro. Esta casa es poesía y cada individuo que me ama y amo se plasma en las paredes blancas y el piso de madera, además que el recuerdo no pega tan duro aquí.
Es de esta manera y forma que aunque no traiga nada bueno da tristeza ven a todo un impedimento, no solo hablo desde el nivel de condición física o metal. Por la sociedad disminuye las posibilidades de hacerlo diferente, porque a veces, casi siempre no existe el tacto y preguntan como si ya no fuera suficiente tener que ser fuerte para ti y por ti.
¿Qué es parálisis cerebral?, ¿Por qué te dio?, ¿Puedes o no puedes caminar?, ¿Cómo es posible que una niña tan bonita e inteligente tenga eso?, ¿Eso tiene cura?, ¿Sientes?
Preguntas y más preguntas que a la hora de ser respuesta, tienes que ser simple, conciso y directo.
Si, tengo parálisis cerebral espástica, que es una lesión neuro muscular, afecta algunas (muchas) partes del cuerpo. Si es posible que persona una bonita e inteligente le de cualquier infección y no tiene cura, no necesito de cadenas de oración que ruedan por ahí, como si eso sirviera realmente ni imposición de manos, ni sacerdotes para saber que nadie va a cambiar mi realidad, suelo sentir más de lo que se imaginan.
Me cuesta estar explicando mil veces lo mismo, para que no me traten de alguna MANERA IGUAL, como lo hacen en casa, para que todo salga bien enseñándome a mí misma y a los demás con intervalos de locura que no se debe bajar las manos, por nada, ni por nadie.
Que la vida es una lucha constante entre echarse a llorar o tratar de vivir, dejar huella y ser feliz. Pero la felicidad es tan caprichosa e ingenua, es la cosa más inestable que he tenido en la vida y se disfraza, en momentos, gente, libros
Pero cuando descubres, que la discapacidad es parte de ti que no la escogiste, (realmente si la escogiste para aprender algo), ahí es cuando comienza a ser feliz, apenas lo comprendo y trato de aceptar, para liberarme. Quitar cadenas heredadas, rencores contra las personas que alguna vez creíste que jamás te fallarían, entiendes la humanidad tuya como la de los otros. Es allí que le doy visto bueno y me pregunto
¿Qué debo de aprender? ¿Por qué soy así?