Revista Coaching

245.- “El orgullo es un arma de doble filo, aunque a veces es capaz de ayudarnos, otras es capaz de destrozarlo todo.”

Por Ignacionovo
Autor: Antonio Cabado. ¡Ay el orgullo¡ ¿Bueno o malo? Bueno y malo, porque de las dos formas se puede entender. Si vamos en busca de sus sinónimos, nos encontramos con términos tan ‘edificantes’ como soberbia, altivez, endiosamiento, ínfulas, pedantería, postín, presunción, arrogancia, petulancia (a cual más horrible, si somos una pizca sensibles) pero también, y en lo que podríamos considerar la vertiente positiva: satisfacción, honra, dignidad y pundonor.
Desde luego que si hablamos del orgullo que es soberbia y básicamente contrario a la humildad, la mayor parte estaremos de acuerdo en que resulta detestable.
En torno al orgullo presuntuoso, incapaz de reconocer nada ajeno a su verdad, versión y visión de los asuntos, no vale la pena extenderse. Cualquier persona que en el trato con el resto se emplee con suficiencia y se comporte con engreimiento y vanidad, no merece atención. En casos así, tirar de tolerancia y avivar el paso para poner océanos de por medio entre nosotros y el orgulloso.
Pero sin embargo, si hablamos del orgullo como la estima apropiada, moderada y si me apuran íntima, que un ser humano tiene legítimamente por sus logros, creo que también estaremos de acuerdo en considerarlo como algo razonable.
Un peregrino encuentra a tres hombres trabajando en una cantera y les pregunta qué hacen.
- Me gano el jornal - contesta el primero
- Labro la piedra - responde el segundo
- Construyo catedrales - dice el tercero
Sentir este tipo de orgullo por lo que hacemos, resulta saludable. Fortalece la autoestima pensar que nuestro esfuerzo está contribuyendo a hacer algo más grande y mejor, que lo que quizá todo el mundo pueda observar a simple vista. Fortalece pensar que nuestro trabajo tiene al menos para nosotros un gran valor; por simple, pequeña o sencilla que sea nuestra tarea. Estemos limpiando una calle o levantando un rascacielos. De un orgullo así, si que cabe ‘enorgullecerse’.
Reflexión final: Y en todo caso, hay que recordar que si bien podemos estar orgullosos de lo que hacemos -como decía Emil Michel Cioran-, deberíamos estarlo más incluso de lo que no hacemos, al preferir siempre actuar con limpieza y honor.

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