–¡Huid, insensatos! –gritó, y desapareció.
Revista Libros
Con un grito terrible el Balrog se precipitó adelante; la sombra se hundió y desapareció. Pero aun mientras caía sacudió el látigo, y las colas azotaron y envolvieron las rodillas del mago, arrastrándolo al borde del precipicio. Gandalf se tambaleó y cayó al suelo, tratando vanamente de asirse a la piedra, deslizándose al abismo.