Se calcula que una de cada siete parejas en el mundo occidental tendrán problemas para concebir. La ansiedad, el estrés y la depresión suele aparecer inmediatamente después del conocimiento del diagnóstico, impactando fuertemente en la comunicación de la pareja. Como siempre, no es posible generalizar, no obstante, sí es evidente que la que más sufre suele ser la mujer.
Lo que sigue después del diagnóstico es una dinámica que pasa por la etapas de cualquier duelo: negación, ira, negociación, depresión, aceptación….y que puede desembocar en la consulta para realizar un tratamiento de fertilidad. Este proceso suele darse en un contexto de altos niveles de ansiedad.
Paradójicamente, el estrés suele afectar el resultado de los tratamientos en proporciones variables. Según la American Society for Reproductive Medicine se calcula que hay una disminución en la ovulación de un 20% asociada a altos niveles de estrés y ansiedad y un 20% + de probabilidades de sufrir un aborto.
El proceso de aceptación del diagnóstico y la reducción del estrés y la ansiedad asociados requiere apoyo psicológico individual y de pareja. El objetivo es aprender a manejar el estrés y explorar las propias creencias asociadas a la infertilidad, el miedo a los tratamientos, el impacto en la sexualidad de la pareja, el estigma social, etc..
Suele también ser de utilidad, la participación en redes sociales, la información sobre la diversidad de tratamientos disponibles y otras alternativas como por ejemplo la adopción.-
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