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Palabra:
No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad. (Salmo 91:5-6)
El salmista comprendía la relación entre el temor y la oscuridad, pero también sabía que Dios es mayor que esos miedos. Por eso, escribió: «No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad…» (Salmo 91:5-6). Ni los terrores de la noche ni el mal en la oscuridad deben generarnos miedo. Tenemos un Dios que envió a su Hijo, la luz del mundo (Juan 8:12).
A la luz del amor, la gracia y la verdad del Señor, podemos encontrar valor, ayuda y fuerza para vivir para Él.
Oración:
Señor, vengo a ti, la luz del mundo. Por favor, disipa con tu luz la oscuridad de mis miedos, protégeme de todo mal, dirígeme siempre por el bien de tus sendas. En El Nombre de Jesús, Amén.