Un prematuro con un pulpito (vía Pulpitos solidarios)
Pulpitos solidarios y Noupops son dos de las asociaciones españolas que se encargan de la recogida, lavado a fondo y distribución en hospitales de los pulpitos, según unas instrucciones bastante estrictas en cuanto a materiales, resistencia a lavado a altas temperaturas, hipoalergénicos, tamaño determinado... Os enlazamos la propuesta original, surgida en Dinamarca (Spruttegruppen) y está basada en unos estudios bastante limitados desde el punto de vista del tiempo para afirmar los beneficios de esos muñecos.
Los requisitos para tejer pulpitos y el patrón, así como videotutoriales para zurdos y diestros, están disponibles aquí y aquí en pdf.
Corazón de pulpos (vía Pulpitos solidarios)
Sin embargo, frente a esta historia tan romántica del neonato que se agarra a los tentáculos pensando que es el cordón umbilical y de ese modo no tira de los tubos y cables que le rodéan y le mantienen con vida, o sencillamente monitorizado las 24 horas, también han surgido polémicas voces de protesta y estudios que desconfían de las infinitas bondades de los pulpos.
Desde Redacción Médica nos remiten a un estudio publicado en Pediatrics que vinculan estos juguetes con la transmisión de bacterias, un riesgo muy alto teniendo en cuenta la situación inmunodeficiente de los bebés prematuros, cuyos órganos están a medio formarse cuando nacen. Desde PubMed podemos ver otro artículo al respecto del riesgo microbiológico en el entorno de la unidad de neonatos.
Otras fuentes más generalistas que se acercan a esta polémica sobre los pulpitos tienen artículos en Hipertextual, el Español y la página de consulta y formación de Lactancia unidades neonatales. Otro blog más personal que entra a comentar la polémica y de paso nos aclara protocolos que se llevan a cabo por los hospitales en muchas unidades de neonatos, es el de Jessica Gómez.
La realidad no es tan cuqui como en las fotos de los pulpitos, prematuro en incubadora (vía Efe Salud)
Como madre de una prematura que pasó sus 21 primeros días en el hospital ingresada en neonatos, os puedo asegurar que hay otras cosas que eché mucho más de menos que cualquier muñeco, algunas de las cuales se mencionan en el susodicho artículo de Jessica Gómez.
Especial mención merecen las condiciones en las que tienen que apañarse los padres, concretamente las madres, en la mayor parte de los casos recién paridas y/o tras una cesárea, con las molestias que todo ello supone. El cansancio añadido de estar en un lugar incómodo y extraño, el agotamiento mental y la inseguridad, la preocupación por el recién nacido que se encuentra ingresado y al que, en caso de estar en una incubadora, no se puede tocar hasta que la enfermera de turno te lo saca de ahí. El hecho de que te den el alta y te manden a tu casa "a descansar" porque en el hospital te dejan bien claro que estorbas, que ya están allí para cuidar a los bebés y para ti no hay espacio. Que de tanto entrar y salir de la sala y de lavar minuciosamente las manos un mínimo de tres o cuatro veces cada tres horas escasas, la piel de las mismas se seque, se te caiga a tiras y se llenen de dolorosas grietas.
Personalmente me hubiera encantado que la unidad fuera más amplia, con facilidades para aplicar el método canguro, que sí tiene años de estudios a sus espaldas y numerosos beneficios, así como facilitar realmente la lactancia materna a demanda.
Porque es muy bonito poder sostener a tu bebé en teoría ""todo el tiempo que quieras y a cualquier hora"", pero es imposible cuando éste está en una incubadora y te lo tiene que sacar y volver a meter la enfermera de turno. La mamá está agotada y la silla es incómoda como ella sola, el lugar estrecho, hay más bebés y máquinas por todas partes, y más madres en la misma situación, más las enfermeras y los médicos que hacen sus rondas, y cables, muchos cables y vías y sondas que hacen aún más difícil "maniobrar" en ese entorno hostil con un extremadamente frágil bebé en las manos.
Sobre la lactancia demanda qué decir que no esté íntimamente ligado a lo ya mencionado de no poder coger al bebé en la práctica a cualquier hora del día (y menos aún de la noche). Las unidades de neonatos tienen un horario. Cada tres horas. Y no hay discusión. Las tomas empiezan a las doce, tres, seis, nueve, doce otra vez... y ofreces el pecho un rato, malas caras porque tardas mucho y luego suplemento y para rematar vete a darle a esa máquina infernal que es el sacaleches para tener "suplementos" de tu propia leche a mano. Si el bebé es muy pequeño y no tiene fuerzas para succionar, ante la falta de estimulación la leche puede tardar o no llegar, con lo que hacen su aparición los biberones de leche artificial. Y de día cuando estás tú te entretienes en darle personalmente el "suplemento" con un relactador o con el método dedo-jeringa y todo lo que quieras, pero por las noches, ¡ay! ¡ya no estás para ver cómo le cae un biberón rapidito y saciante y a seguir durmiendo sin perder más tiempo! Conclusión, que como pase mucho tiempo allí ingresado, el bebé ya sabe que si le acercan una tetina de plástico aquello cae rápido y sin el esfuerzo de mamar: puedes decirle adiós a la lactancia materna.
Un prematuro tomando biberón de leche materna (vía Tu otro diario Hola)
La alimentación, la de los padres, también se desequilibra, ¿os habéis fijado en que las máquinas del hospital sólo tienen chucherías y guarrerías saladas? Como madre debes y quieres cuidarte, comer caliente (o templado con el bebé a cuestas en su defecto, o frío pero en un plato) y en esas condiciones es difícil. Comer en el hospital todos los días no es barato, ya ni pienso en desayunar porque te han mandado a tu casa "a descansar" y cenar lo mismo. No eres un paciente, ni un empleado, eres un acompañante más y punto. Por mucho que no estés en tu mejor momento y que, tal vez, te hayan restringido la sal (como a mi, una complicación más para comer fuera de casa).
"El rincón saludable", una ironía viendo que sólo venden cosas muy dulces o muy saladas (vía El Español)
Quizá deberíamos dar más peso a movimientos que no recorten recursos económicos y de personal a la sanidad pública, que es la de todos, donde la sanidad privada escurre el bulto cuando hay problemas serios que no puede controlar (es obvio que no todos los centros privados tienen una unidad de neonatos apta para casos extremos como los muy prematuros, de modo que se empaqueta a madre e hijo y a la pública a "hacer gasto" en otro sitio), y dar menos bombo a "cosas bonitas" como los pulpos de ganchillo. Que no digo que estén mal, pero os aseguro que "pienso en tu problema mientras tejo" no arregla el mundo y sus injusticias y problemas. Yo lo agradezco, pero no soluciona gran cosa.
Marea blanca, defendiendo la sanidad pública ¡no más recortes!
Desde mi punto de vista, los pulpitos son una alternativa estupenda a las mantas de apego o "dudús". Pero hasta ahí, y ya es más que suficiente.