Autor: Leo Giron. En el arranque de la semana me gustaría hacer un elogio del entrenamiento/preparación como ingrediente indispensable y diría que hasta inseparable, de toda posibilidad de triunfo en cualquier empeño.
No sólo me refiero al ámbito estrictamente deportivo, que también, sino a prácticamente cualquier entorno profesional en el cual una correcta aplicación de un esfuerzo de ‘adiestramiento’ continuado, pueda redundar en la mejora del resultado final.
Cuando pretendemos un objetivo y lo hemos encerrado en el círculo reducido en el que guardamos los sueños posibles, tenemos la opción bien de dejar simplemente que venga a nosotros, contando con que para ello ya es suficiente con lo que somos y con lo que hacemos o ir a por él planteándonos que quizá eso no sea bastante y debamos perfeccionarnos y aprender más, si es que queremos alcanzarlo.
Por norma general, cuanto más entrenamos más seguros y confiados estamos en nuestra tarea y mejor es el desenlace. Cuantos más mecanismos somos capaces de automatizar, más cerca estamos de la perfección de cada uno de nuestros movimientos. Las dificultades siempre desaparecen con la repetición de la acción y es obvio y todos lo sabemos bien, que nos vamos superando en la calidad de lo que hacemos cuantas más veces repetimos una tarea.
Dice el maravilloso atleta jamaicano Usain Bolt: uno es todo lo bueno que puede entrenar. Y no hay secretos respecto a ello. El buen tirador podrá poseer una gran técnica innata de partida, pero lo que le hará acertar más veces en la diana será el número de flechas lanzadas a lo largo del tiempo. El músico debe ensayar cada día y no porque desconozca la melodía, sino que porque resulta vital para incrementar o no perder su habilidad.
Entiendo que tampoco hay que llegar al nivel de exigencia que se imponen los japoneses que señalan que para tener la idea de un movimiento, hay que hacerlo mil veces. Para conocerlo, hay que repetirlo diez mil veces. Y para poseerlo, hay que realizarlo cien mil veces.
En un tono más racional, sí sé que la práctica consciente y continuada nos hace explorar nuestros límites y que cuanto más practiquemos, mejores seremos en la disciplina que hayamos elegido… y más suerte tendremos.
Reflexión final: Si parecen tan evidentes las ventajas, ¿Por qué no todo el mundo se entrena y se esfuerza cada día por mejorar? No nos engañemos. La mayoría pretende alcanzar sus retos con el despliegue del mínimo esfuerzo posible y desconociendo con ello que las conquistas en la vida tienen parecido tamaño al esfuerzo empleado para lograrlas.