Revista Cultura y Ocio
Roberto Bolaño es, de unos años a esta parte, sin lugar a dudas el escritor latinoamericano de mayor prestigio mundial. Chileno de nacimiento, vivió muchos años en Méjico, país que influencio sus principales obras, varias de las cuales ya forman parte de aquellos libros catalogados como de imprescindible lectura y que contribuyeron a que se ganara el reconocimiento de la crítica especializada y la mayoría de sus pares. Sin embargo, para convertirse en mito, le faltaba rendir un último examen: “muerte prematura”; bolilla que aprobó, muy a pesar suyo, a mediados del 2003. Posterior a ese echo culminante, y ya con la cucarda de mito en su recuerdo irreverente, se edito 2666, su obra síntesis.
Libro de tamaño y precio intimidante, fue concebido no como uno, sino como cinco volúmenes que el Beto quería editar individualmente, uno por año; sus familiares y J. Herralde, su editor, decidieron a manera de homenaje, y en beneficio de la comprensión más acabada de la obra, publicarla en un solo tomo. Como lo buenos vinos, no bien uno siente su aroma de inicio, sabe que se trata de un bouquet distinto, al que es preciso saborear sin prisa y sin pausa hasta el final, al que arribaremos convertidos en Bolañistas acérrimos.
Son cinco historias, con un personaje que por acción u omisión las atraviesa y las teje: Benno von Archimboldi, un misterioso escritor alemán que, en el primer capitulo (la parte de los críticos) es buscado infructuosamente por un grupo de jóvenes críticos literarios estudiosos de su obra, que llegaran tras su rastro a la ciudad de Santa Teresa (Ciudad Juárez), en el desierto mejicano, y a la que también arriba, junto a su hija, un profesor chileno (la parte de Amalfitano) para dar clases en la Universidad. En la tercer parte, Fate, un periodista de Nueva York, viaja a la sórdida Santa Teresa a cubrir una pelea de box y termina interesándose por la interminable serie de asesinatos de mujeres que allí se producen, la que será referida puntillosamente en la densa cuarta parte (de los crímenes). Finalmente en la ultima parte, (de Archimboldi) aparece un relato autobiográfico del protagonista, su niñez, la segunda guerra mundial y su participación temeraria en el frente ruso, la derrota y su posterior formación como escritor y el por qué, sobre el final de su vida, decide viajar a Santa Teresa/Ciudad Juárez, locación que sirve como contenedor de todas las bajezas humanas, las que abarcan todo tipo de crueldades y cuyo eje lo constituyen los crímenes de miles de mujeres que a diario allí se suceden y que de alguna manera, sin proponérselo, son denunciados por esta ficción. Para los seguidores del chileno, su mejor libro fue los detectives salvajes; para mí, que comencé a leerlo al revés, por la última de sus obras, 2666 es la que mejor sabor me ha dejado. Fue como entrar a una iglesia por el altar, por el lugar a donde convergen todas las líneas, donde se suman todas las partes; perdiendo, por que negarlo, la riqueza del recorrido, pero ganando la sorpresa reveladora del todo.