La lavadora suena en el fondo, los sonidos que mi hijo de 3 años genera por su natural inquietud se perciben a mi alrededor e inundan el comedor, la radio suena ligeramente alejada dentro de la habitación, mas otros sonidos tenues y difusos difíciles de percibir forman una melodía de un instante en la historia de esta humanidad y en un instante de la vida de este servidor.
Ayer cumplí 27 años no me siento ni mas ni menos viejo, en realidad me siento como un niño envuelto en una cobija de pensamientos, estereotipos, números y letras generados por agentes ajenos a mi, es decir, lo que la gente percibe de mi.
Busco pero no encuentro, busco un lugar dentro de las cavernas de la sociedad un espacio pequeño en donde quepa aunque sea parado. No encuentro y llevo bastante tiempo buscando, muchos no algunos me han rechazado otros tantos me han ignorado. Mientras tanto seguiré buscando un pequeño hueco entre la masa de las gentes donde pueda caber, dejare mis pensamientos para que no hagan tanto bulto si así lo requiere.
En lo que a mi concierne me siento muy bien con migo mismo, cada vez me conozco más y poco a poco converso más con esa pequeña personita que llevamos adentro. Destellos de enojo y frustración poco a poco se van extinguiendo. Mi metabolismo esta mejorando y mi cuerpo se esta normalizando.
El radio sigue sonando en la habitación, la lavadora se ha detenido es hora de tender la ropa, yo sigo conversando con las teclas de una computadora y mi pequeño hijo esta sentado a lado mio hojeando un gran diccionario, buscando algo y seguramente no encontrando nada.