“La construcción del patriarcado se establece sobre la posesión sexual de la mujer y sobreentender a la mujer como objeto de deseo y nunca sujeto, y la prostitución está basada en eso” (Sara Porras).
Desde que me avisaron del tema del programa (prostitución y pornografía, regularización o abolición) empecé a tener una cierta sensación ambigua. Quizá porque nunca me había parado a pensar con cierta profundidad en ello.
Así, parto con la mente abierta a recibir argumentos, si bien, tras escuchar a Ana Botella en el zapping previo, casi me entran ganas de situarme sin más (por motivos obvios) en la postura contraria a la que ella plantea. Para tener algún punto de partida, en los días previos, había preguntado a varias amigas, de esas que tienen criterio, sobre cómo veían la cuestión sobre la prostitución, y sobre si debería abolirse o regularse. Varias respuestas me impactaron más que las demás, y me dispuse a tenerlas como punto de partida para ver cómo se reflejaban en el debate:
- No hay más que darse una vuelta por la Colonia Marconi para tener una idea evidente de lo que habría que hacer
- ¿Qué pasaría si hombres que consumen prostitución por no poder acceder al sexo de otra manera carecieran de ella? ¿Podrían generarse situaciones más graves en esa búsqueda de sexo no encontrado en otras condiciones? En plata: ¿aumentarían las violaciones?
- ¿Es la prostituta una víctima, o en realidad la víctima es la que se deja la espalda fregando suelos durante un mes para conseguir lo mismo que se puede lograr con un par de polvos?
En el “ring” de hoy se sitúan a un lado Sara Porras, del PCE, y Marga Ferré, de Izquierda Unida, y al otro, Carolina Hernández, de Hetaira y trabajadora sexual, y Elvira Villa, profesora de la UCM, quienes parten de puntos de partida opuestos, si bien también de un lugar común, la militancia feminista activa y la lucha contra el patriarcado. Diferencia en la unidad, pues, puesta de manifiesto desde la primera pregunta: ¿debe ser considerada la prostitución voluntaria un trabajo? Ante la primera tanda de respuestas, que van del “no, en absoluto” de Marga y “es un trabajo en cuanto es una actividad económica, pero no estoy de acuerdo en regularla como actividad normalizada dentro del mercado laboral” de Sara, hasta el “debería legitimarse como trabajo, en cuanto supone el sustento económico” de Carolina y “es un trabajo, y regularizarlo sería lo mejor para las chicas y chicos que trabajan en ello”, de Elvira; y ante la batería de preguntas abiertas con las que Pablo planteaba el debate sigo sin tenerlo claro, y nuevas preguntas me asaltan. Voy apuntando: ¿hay otras prostituciones además de la sexual? (ver rap de Nega, quien me respondió al final del programa), ¿por qué seguimos marcando más tabús con los trabajos relacionados con el sexo que con otros trabajos (quizá pese a todo nos marca la formación cultural judeo-cristiana a la hora de enfocar este tema, y los conceptos dignidad-degradación nos vienen impuestos “culturalmente” más que otra cosa)? ¿puede la puta ser también princesa, aun cuando se llame “calle”, como recordaba Manu Chao en el vídeo que abría el programa?: “me llaman puta, también princesa (…) Me llaman calle, calle sufrida, calle tristeza de tanto amar”? ¿cómo lanzar la ofensiva, partiendo de lo que Pablo plantea recogiendo ciertos llamados feministas en relación a que “el feminismo tiene que dejar de victimizar a las mujeres y pasar a la ofensiva”)?…
Hoy el debate es intenso. Los argumentos son de peso, si bien quizá yo sí cuestionaría el que no se aborde también desde un posicionamiento ético o moral, sin el cual, entre otras cosas, se pierde por el camino una de esas preguntas que me hacía: ¿se puede hablar de dignidad sin ese componente? Y, más allá ¿se puede abordar sólo desde una óptica laboral algo que, como se señala en la frase que abre el artículo, influye en no ver a la mujer como sujeto?
Partiendo todas desde el feminismo (y echando de menos en la mesa, como dice Marga, a algún consumidor de prostitución) las posturas son fuertes: hay que acabar con la cosificación del sexo (dice Marga); no se puede criminalizar algo que ha ocurrido siempre, y además, qué se hace con las mujeres que trabajan voluntariamente (Carolina); hay otras prostituciones (Elvira); o el problema es mucho más global: no se puede permitir sólo que los derechos sean adquiridos en cuanto personas trabajadoras sino en cuanto se es persona (Sara); el debate tiene el punto de coincidencia de que todas defienden a las mujeres como tales.
Hay coincidencia también en cuanto a la explotación que genera el patriarcado y el capitalismo, que cosifica la sexualidad y al mismo tiempo criminaliza la prostitución, y también, con matices, ante la pregunta de quién se beneficia de que a las prostitutas no se les reconozcan derechos: los que defienden el patriarcado, los explotadores y aquellos a los que les encanta que haya mujeres-cosa… Pero también hay divergencia, ya que para un lado de la mesa “nunca las mujeres”, y para el otro, precisamente por ello habría que regularizar la situación, ya que no hay beneficio para las prostitutas precisamente por estar privadas de todo derecho civil y social (como ya había puesto Pablo encima de la mesa).
No se profundiza más, quizá por falta de tiempo, en algunas cuestiones abiertas por Sara que me parecen muy interesantes: deberían centrarse algunos aspectos como la diferencia entre prostitución voluntaria y no voluntaria, qué ocurriría con las inmigrantes ante la posible regularización, qué lleva en el modelo social a que muchas mujeres tengan que/o prefieran prostituirse…
Esta parte se completa con las entrevistas que realiza Cristina Castillo en la manifestación del 8 de marzo, donde hombres y mujeres entrevistados defienden posturas también enfrentadas, reflejando que la mesa es un reflejo de la calle.
Pasemos al tema del porno: ¿se debe enfocar igual?
Nacho Berdugo (quizá el que mejor se lo ha pasado del programa, no hay más que verle) entrevista a dos estrellas del porno: Silvia Rubí y Anastasia Mayo, a quienes pregunta, entre otras cosas, por la dignidad, y no por cuántas mamadas has hecho a lo largo de tu carrera o qué le parece a tu papi o a tu mami lo que haces.
La introducción de Pablo abre otro marco muy interesante: el porno es una industria de producción política. Junto a ello, el dominio masculino del mismo, y, recogiendo a S. Zizek: “la pornografía es el discurso político dominante de la sexualidad”. Posiblemente la falta de tiempo no permite profundizar en ello, aunque Sara aborda de nuevo con criterio la cuestión, planteándola en términos de poder que genera unos modelos de sexualidad, y Marga profundiza en la reproducción de los sistemas de dominación que se deben combatir día a día. Elvira señala que “la pornografía es una forma de prostitución”, y así, hoy habría que abordar el tema de la prostitución como se hizo antes con la pornografía.
El tiempo se acaba. Siento que han faltado algunas cosas por tratar, pero el programa me ha parecido muy interesante. Queda claro que queda mucha lucha contra la sociedad patriarcal. Eso sí, sigo sin tener una posición clara respecto a los temas planteados. Con todo, me queda un último cartucho, Nega, aunque sospecho que quizá más que aclararme me va a confundir más.
Y Nega, de LCDM, cierra el programa, con “Un hombre llamado Flor de Otoño”. Intenso. Duro. Contundente. Espectacular. Me quedo sin adjetivos. Y prefiero no comentar, os dejo que lo descubráis por vosotr@s mismos. Yo me he quedado sin palabras.
[Podéis ver los vídeos del programa en http://www.kaosenlared.net/noticia/video-reparado-analisis-debate-8-marzo-pasa-trabajadoras-sexo-tuerka-c ]