Revista Opinión

2ª parte de La apoteosis de Goebbels

Publicado el 27 enero 2013 por Romanas

2ª parte de La apoteosis de Goebbels. Fascismo o mafia. Las vellinas, una inmensa felación. Los mamporreros. “Adequaetio rei et intellectus”. La descomposición.Murdoch. Berlusconi.Lara y el conde de Godó. Marca y El Mundo. Los italianos. Mafia o fascis...      "Pares cum paribus congregantur", los iguales se junta con sus iguales. Llevo siglos diciendo que la prensa no es el cuarto poder sino el primero. Y aprovecho para afirmar también que la célebre clasificación montesquiana es, si no falsa, sí muy incompleta porque, además de faltar la inclusión en ella de la prensa, hay otros poderes que en ella brillan por su ausencia como es el puñetero poder económico. Si nos atenemos al axioma marxista, el poder económico es el primero de todos los poderes porque, como dijo el celebérrimo judío alemán, todo es economía de manera que si Obama es hoy el emperador del mundo es gracias a esos millonarios que le apoyaron económicamente en su campaña electoral. Y, si Obama quisiera, ahora, ya elegido o reelegido, todo se iría al carajo, luego el poder que le situó a él en la Casa Blanca es el mayor del mundo porque comprende el del ser o no ser del Universo.  El problema se complica porque, una vez elegido el presidente de los Usa, éste va designando a una serie de señores para ocupar puestos cuya relevancia es total. Uno de ellos es el Secretario de Defensa.  Aparentemente, es el 10º hombre en la jerarquía del Estado puesto que sería llamado al poder en ese orden, pero, si pasamos revista a algunos de los últimos individuos que han ocupado el cargo, comprobamos que éste acumula un poder no ya gigantesco sino desaforado.  Donald Rumsfeld y Dick Cheney fueron algo más que unos retratos colgados en unos determinado despachos, sin ellos en el Pentágono, tal vez la guerra de Irak nunca hubiera tenido lugar y millones de personas seguirían viviendo.  Pero Cheney y Rumsfeld eran grandes jerarcas en el mundo del petróleo y éste fue, es y será absolutamente decisivo en la geoestrategia de los Usa.  Pero yo no quería hablar de estos 2 grandes canallas sino de otro todavía peor, Murdoch, porque creo, como decía al principio, que ninguno de ellos  hubiera llegado hasta sus despachos si el patrón de Aznar no lo hubiera permitido.  Nadie puede llegar realmente al auténtico poder si la prensa, de una u otra manera, no da su consentimiento. Y una buena y bien coordinada campaña de prensa puede incluso acabar con un gobernante que se halla temiendo morir de éxito, como nuestro inefable Felipe González.  El ejemplo absolutamente decisivo es Berlusconi. Silvio es la negación del presidenciable: no reúne una sola buena cualidad para ello, posee en cambio todos los inconvenientes pero es el dueño de la mayor parte de los medios de comunicación italianos. Y ganó varias elecciones a la presidencia de su país sólo por esta última circunstancia y eso que era tan poco presidenciable que a pesar de ello fue destituido no por el pueblo sino por los organismos internacionales.  Estoy seguro de que él se considera suficientemente compensado por el hecho de que todos los padres italianos iban todos los años a ofrecerle  sus hijas para “velinas”, es algo semejante a ese cuadro con el que yo, ayer, ilustraba mi post.  En realidad, Berlusconi quería el poder para evitar la cárcel, estando, como estaba, sometido a varios procesos judiciales y gracias al poder legislativo ahí lo tenemos, triscando libremente por las verdes praderas sexuales.  No es más grave lo que hace Berlusconi que lo que está realizando nuestro admirado Presidente. Ante la presión social ejercida por una serie de señoras magistradas, se inició el declive de este increible donjuán que no pudo resistir el embate de los peones de la Merkel.  El sexual no es precisamente el problema de nuestro Presidente. Volvemos, otra vez, a Marx. Rajoy está arruinando al país hasta más allá de cualquier límite. Parece como si supiera algo que nosotros ni siquiera atisbamos porque muestra una prisa increíble, extraña, por realizar una labor de exterminio de las conquistas sociales que tanto costó alcanzar. Es evidente que se ha propuesto desmantelar totalmente el Estado del bienestar y lo está llevando a cabo con una extraña mezcla de prisa y determinación, como si temiera que algo se interpusiera en su camino que le impidiera culminar su canallesca tarea.  Y está resultando totalmente inútil que la gente ya no tenga ni para comer, que los enfermos mueran antes de llegar a los hospitales, que los escándalos de corrupción se agolpen ante unos tribunales que han mostrado su total inutilidad.  Porque Goebbels ha culminado su apotesis rampante, y sus epígonos, los Murdoch, Berlusconi, Lara, Ariza, Godó et alteri dominan el panorama desde sus puentes de mando, riéndose los canallas a mandibula batiente de este pueblo de mamelucos y de mamporreros.


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