Revista Talentos
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Hmmm...ya está aquí. Empieza el año, un nuevo año. Exactamente dentro de 19 días. Sí, las uvas, los matasuegras y toda esa porquería para mí son pura burocracia. Una forma de pasar el día 31 de diciembre sin desentonar demasiado.
Nos nos engañemos, el año, el curso, el (puto) ciclo, empieza a mediados de septiembre. Con los cartones de colecciona "Muñecas del mundo" y "Construye tu transbordador espacial", ahí está el inicio. El arranque, la línia de salida y el trocito de papel del rollo de celo. Ahí.
Y como todo hijo de vecino, las listas. Ay, las listas...hojas de propósitos que se cumplen a rajatabla el primer mes, y que se miran con recelo hasta que terminan en el fondo de alguna carpeta (si es que no las engulle el cubo de la basura, antes).
Y es que el caos está absolutamente sobrevalorado, como las Ramblas, Gaudí y el olor de los libros viejos. Todo fachada (nunca mejor dicho). Dónde esté una buena lista, un buen menú y un buen (y gran) armario ordenado que se quite lo demás. Puede que el caos sea bello, pero practicidad, amigos, practicidad, a la porra los romanticismos acrílicos.
Evidentmente, LA lista tiene tela, borrones y cuentas nuevas, pero estará "lista" para fin de año. He pensado en celebrarlo de una forma especial, inventar una celebración que no incluya ninguna fruta multiplicada por 12, ni sombreros de cartón. No sé. Es MI fin de año, se merece algo más que eso.
PD: El Club de los Fuertes, S.L.